ESQUIZOFRENIA (105) Perlas de sabiduría

—Pues venid conmigo y os lo mostraré.

Una vez que los tres recorrieron un ligero trayecto…

—Pero, ¿qué diablos es eso? —manifestó asombrado Martín.

—Pues es simplemente un vehículo que está preparado para los desplazamientos —indicó con naturalidad Romano—. No sé tú si serías capaz, pero tengo claro que tu madre no se halla ahora en disposición de moverse. En estos casos, nos valemos de estas naves para tal fin. Como ves, no desechamos los avances de la tecnología, en este caso absolutamente necesaria. Así alcanzaremos rápido la altura de «Nueva Europa». Por más que os sorprendáis, para nosotros es muy frecuente recoger a espíritus que se hallan exhaustos de fuerzas. Muchos de ellos abandonan el plano físico en condiciones lamentables y en esos casos, se hace necesaria la ayuda de vehículos como este. Adelante, por favor. No hay nada que temer.

—Creo que tiene mucha razón, señor Romano —dijo con gesto de cansancio Eva—. Sin pretender gastar una broma, pero es cierto: no puedo ni con mi alma.

—Claro, mujer. No obstante, te prepararé con rapidez un zumo reconstituyente de plantas. Ya lo hice con tu hijo cuando iniciamos nuestra excursión de rescate para localizarte. Te sentará bien.

Tras ingerir la bebida energética elaborada al efecto, la mujer pareció recobrar alguna fuerza y se atrevió incluso a sonreír.

—Mamá, qué expresión más bonita tienes. Ahora que lo pienso… ¡cuánto habría dado yo por conocerte en mi existencia! Todo habría resultado diferente.

—Lo mismo digo, Martín. Pero estamos aquí y ahora; no hay vuelta atrás ni podemos cambiar lo sucedido, solo disfrutar del presente y crecer juntos.

—Tu madre ejerce como tal y tiene mucha razón, jovencito. Y cuando se recupere por completo, recobrará la claridad en sus razonamientos. Lo que llega ahora es el aprendizaje y también sentar las bases de vuestra próxima transformación. Que Dios nos ayude a todos.

*****

Transcurrió algo así como un minuto de armonioso silencio…

—Ya he acabado con mi relato, Sergio. Se ha tratado de una comunicación larga, pero necesaria. Debía desahogarme con vosotros. Me encuentro mucho mejor, porque también sé que os interesan mi camino y mi evolución.

—Desde luego que sí, Martín. Como psicólogo, no te imaginas lo que me has enseñado con tu historia y con la de Eva. Hay que ver lo que podemos aprender incluso después de morir.

—Sin duda, amigo. Confiad, la vida es infinita y no se detiene.

—Oye, solo me cabe una duda. Escuchándote, he tomado conciencia de que estás bien y lúcido. Quería saber de tu madre, de su situación, de cómo se encuentra ella ahora después de tanto sufrimiento.

—Con sinceridad, creo que han realizado un gran trabajo con ella en Nueva Europa. Durante un tiempo, estuvo ingresada en una especie de «clínica» donde se atiende a los enfermos, o sea, a las almas que llegan a esa ciudad muy débiles o que han experimentado grandes padecimientos y precisan de una rehabilitación. Ya ves que no solo el cuerpo físico requiere cuidados.

—Sí, es bueno saber de ello. Y tú, mi buen amigo, ¿a qué te dedicas en ese lugar tan curioso? ¿Cuál es tu función?

—Básicamente a aprender; y estoy encantado con ello.

—Que yo sepa, se aprende en los colegios o en las facultades. ¿Cuáles son tus asignaturas?

—Conocimientos de todo tipo, pero en lo sustancial, se estudia la escuela de la vida, el sentido de la misma, las diferentes leyes por las que todos nos regimos, las opciones con las que contamos, la técnica de toma de decisiones, cómo dirigir nuestras existencias y en especial, nos insisten mucho en el proceso evolutivo de las almas. Hace unas fechas nos comunicaron la noticia más importante. Fue solo una advertencia, pero se trataba de que tomásemos conciencia. Incluso hubo alguna que otra desaprobación en unos alumnos, no por negar la evidencia del fenómeno sino porque no se contemplaban aún preparados.

—¿A qué te refieres en concreto, Martín?

—Era para que nos fuésemos haciendo a la idea. Nuestra estancia en Nueva Europa podrá ser más o menos extensa, pero siempre cubre una finalidad que es la de organizar un plan para que regresemos a este planeta donde tú vives ahora. Hay muchos factores y circunstancias peculiares que nos afectan, pero todos somos conscientes de que, tarde o temprano nos buscarán un seno familiar al que regresar adaptado a nuestro historial y a nuestras particularidades. Tendremos unos padres, una familia, una ciudad y un país donde nacer, unas vicisitudes sociales, políticas y económicas en las que desenvolvernos, toda una coyuntura especial inscrita en nuestro código y con la única finalidad de seguir avanzando… en fin, nada que por sentido común no puedas imaginarte. Yo, por mi parte, solo anhelo que todo ese aprendizaje que ahora absorbo me sirva de estímulo para aprovechar bien el tiempo cuando vuelva a la carne, como te ocurre a ti y a Isabel.

—Impresionante. Da gusto disponer de toda esa sabiduría que te podrá preparar para afrontar mejor la siguiente existencia.

—Es cierto, pues toda esa enseñanza jamás se pierde. Eso nos han asegurado. Nunca olvidamos nuestros compromisos evolutivos más íntimos.

—No digo que no, Martín. Sin embargo, esto lo he hablado en muchas ocasiones con Isabel. Al penetrar en el vientre de nuestra futura madre a través de la concepción el espíritu se «restaura», pierde toda esa libertad de la que disponía en la estructura inmaterial y puede que eso nos haga olvidar para lo que vinimos.

—Nuestro pasado no se borra nunca de la memoria. Sin embargo, sí tienes razón en cuanto a que recordar con exactitud todo lo que hemos sido y lo que hemos hecho nos perturbaría. Hay un filtro de depuración que funciona convenientemente para facilitar la adaptación a la nueva existencia. Sin embargo, lo que fuimos vive en nuestro inconsciente y habita en nuestras tendencias. Y todo ello, en combinación con un elemento primordial que hay que considerar…

—Nuestro libre albedrío, Martín —dijo el psicólogo con seguridad mostrando una cálida sonrisa—. ¿Dónde estaría el trabajo si no gozásemos de la posibilidad de elegir?

—Por supuesto. Ahí reside el mérito y esa es la lógica del procedimiento de la vida. Me alegro de que compartas tantos conocimientos en compañía de Isabel. Quién sabe si esta pasada noche no os han refrescado esos conceptos en algunos de vuestros sueños. Os veo muy expertos en leyes, en las leyes que de verdad importan, ya me entendéis.

—Ja, ja, claro, son muchos años junto a ella y aprovechándome de su sabiduría. Ya sabes que Isabel vive a medias entre esta dimensión y la tuya; eso le facilita las cosas y a mí me viene de maravilla para que no me desvíe de mi propio camino, el que me corresponde y que ella me recuerda a menudo.

—Sí, eso ha sonado muy positivo. Por cierto, ¿quieres que te adelante una buena noticia? Te alegrará saberlo.

—Pues tú dirás.

…continuará…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Entrada siguiente

SOMBRAS DE DIOS (1) Verónica de Nebrija

Jue Ene 30 , 2025
Mi Señor, mi amantísima Virgen, mi querida y admirada Beatriz, cuánto os agradezco la dicha de permitirme revelar estas memorias, reflejos de una época, historia pura al trasluz, huellas que otros tendrán que pisar por estas benditas tierras de Andalucía, que no es sino la voz de la niña más […]

Puede que te guste