—Así me gusta, Jessica. Todavía no sabes lo que te voy a pedir y ya me has dado el sí. Esa es la verdadera lealtad, la que te apoya con independencia de lo que se pida. Me has alegrado la noche; sublime, por eso hay que pagar tu actitud. Tómate otra copa, anda, que hay que celebrarlo.
—Oui, Madame. Enchantée.
—Ya veo que eres muy ambiciosa, jovencita. Seguro que podría solicitar cualquier servicio de ti, incluso que me dieses placer, y cumplirías mi deseo sin dudar.
—Si usted lo dice, Madame Giselle…
—Bueno, vayamos a lo que me interesa. ¿Conoces bien a Eva?
—Claro que sí. Como para no conocerla. Esa engreída ha hecho más carrera que nosotras en un corto espacio de tiempo.
—Es cierto, pero ¿quieres saber el motivo de su ascenso?
—Me lo imagino, aunque prefiero oírlo de sus labios.
—Pues entonces ya sabes la respuesta. No te hagas la ingenua que aquí ninguna es tonta. Esa chica, aun siendo una fulana como su madre, os gana en cultura y en charla a todas. Por eso ha ascendido rápido, por eso se embolsa las mejores propinas y los clientes solo tienen elogios para ella.
—Debe ser eso, Madame. Porque si es por cuerpo, a mí nadie me supera. Si no fuera por esos aires de superioridad que se da… la muy arrogante…
—Venga, Jessica, no seas así, que la envidia corroe el estómago y te hace un agujero en el alma. Verás, si Eva parece tan vanidosa es simplemente porque se ha preocupado por cultivarse, por manejar el lenguaje de las palabras. Quiero que sepas que, aunque aquí abundan los clientes que vienen para satisfacer sus instintos más primitivos, también los hay a los que, entre caricias y sexo, les agrada una buena conversación y un desahogo. Hemos de conocer sus debilidades para aprovecharnos de ellos, para que sus carteras se vuelvan más generosas. ¿Me estás entendiendo, Jessica o no captas el sentido de mi mensaje?
—Sí, Madame; la entiendo.
—Eva, de tanto leer, puede permitirse el lujo de soñar y eso, aunque pueda resultar peligroso para el negocio, se ve que le alegra la vida a los hombres que acuden al calor de sus servicios. Ahora cualquiera puede conocer por qué está entre las favoritas de la clientela y por qué preguntan tanto por su nombre. Es muy simple: ella les da lo que ellos necesitan.
—Bueno, cada una hace lo mejor con lo que tiene entre las piernas.
—No seas tan simple y date el lujo de pensar por una vez en tu vida, idiota. Créeme, eres buena en tu labor, pero aquí, aunque te parezca mentira, no solo se vive de unas buenas curvas. El plus de Eva está en que roza la perfección.
—Y ¿por qué yo no puedo aspirar a esa perfección? ¿Qué me hace falta, Madame? —preguntó la joven con cara de frustración.
—Buena pregunta, pero te haría falta manejar bien tu lengua. Y ya sabes a lo que me refiero, a darle algo de conversación a tus «usuarios». No se trata de simular orgasmos, sino de fingir que estás interesada en sus problemas, en su mundo. Bien, espero que la lección de hoy se te quede bien grabada en esa cabeza que tienes. Posees un rostro precioso, ojos de color y una piel resplandeciente, pero la tendencia natural del cuerpo es ir decayendo mientras que las habilidades de la mente se van consolidando con la edad.
—Todo eso me llena de rabia, Madame, sobre todo cuando me acuerdo de esa vanidosa. ¿Quién se ha creído que es?
—Claro. Pues tranquila, mi niña, que yo voy a arreglar esa frustración que escupes por tus ojos.
—¿Cómo, Madame? ¿Cuál es el secreto?
—Muy sencillo: cumpliendo mis instrucciones. Ya lo has hecho otras veces, por lo que no te resultará tan difícil. Escúchame con toda tu atención.
—Cumpliré con lo que me mande, sobre todo si es para fastidiar a esa presumida —añadió la joven mientras que apuraba la copa de champagne.
—Lo que pretendo es que vigiles los movimientos de Eva. ¿Qué te parece? Sencillo, ¿no es así? Quiero saberlo todo de ella; no omitas ningún detalle, ninguna información, aunque a ti te parezca secundaria. Abre tus ojos y tus orejas, fíjate incluso en el aspecto de su piel, que eso también da pistas. Cuando hayas reunido los datos, me buscas y me lo cuentas todo.
—Estoy de acuerdo, Madame. Seré la sombra de esa estúpida y no perderé detalle sobre lo que haga.
—Así me gusta. Tranquila, que sabré recompensarte de acuerdo a la información que me des. ¡Ah, un momento! No vayas a ser tan imbécil de inventarte cosas sobre Eva porque sé discriminar perfectamente lo real de lo imaginario. ¿Te has enterado?
—Por supuesto, Madame. Faltaría más. Yo jamás le mentiría.
—Sé prudente y astuta como una serpiente. Disimula bien tus intenciones, que no se dé cuenta de mi encargo. Esa zorra no tiene ni un pelo de tonta. Que no te pille, que no sospeche de ti, así la cogerás desprevenida y no a la defensiva. Y luego, me lo revelas todo. ¿Estamos de acuerdo?
—Se lo aseguro, Madame. Mis ojos y mis oídos se pondrán a trabajar de inmediato.
—Sé discreta, Jessica y todo irá bien.
—Perdone… pero…
—Pero ¿qué? ¿Qué ocurre ahora? Creo que he sido clara.
…continuará…