—No te lo podría confirmar al cien por cien, pero creo que tu hermano ya no está entre nosotros.
—¿Cómo dices? —preguntó Alicia impresionada elevando su tono de voz—. Y ¿cómo puedes estar tan segura?
—Porque así lo vi. Simplemente por eso.
—Por favor, ¿qué viste exactamente?
—Contemplé a tu hermano en una zona de árboles, sentado en el suelo e inmóvil. Su cabeza estaba llena de sangre. Ya no recuerdo más. Sin embargo, más allá de las imágenes, tuve la impresión de que él se encontraba sin vida. No pretendo ser un pájaro de mal agüero, hermana; se trató solo de un sueño y no tiene por qué corresponderse con la realidad. Tampoco hay que obsesionarse, no vaya a ser que tengas un percance por el camino. Si te lo he dicho es porque he notado un fuerte impulso interior. Quizá se relacione con la oportunidad de buscarle y hallarle.
—Puede, pero viniendo de ti, habría que tomarse esa información muy en serio. No sé si se habrá metido en algún asunto turbio de los suyos, de esos donde aparecen en juego prostitutas o matones, pero eso que me has contado tampoco estaría tan alejado de la lógica. Solo hay que conocerle para intuir que algún día su vida se complicaría de una forma extraordinaria. Era y es un desalmado, pero lo cierto es que después de su accidente, parecía muy cambiado o al menos, eso es lo que me han dicho.
—En todo caso, habrá que comprobar todos esos extremos.
—Ya sé lo que voy a hacer. Como me decía la secretaria del bufete…. ¿para qué están los contactos? Voy a llamar ahora mismo al teniente coronel de la Guardia Civil. ¿Te acuerdas de él? Padre lo invitó una vez a almorzar aquí, a casa y poco después, tú acudiste a la reunión y te presentaron.
—Es cierto, fue mi padrino quien hizo los honores.
—Le pediré ayuda y así podré localizar a mi hermano cuanto antes. Me has dejado desconcertada con tu sueño y dado tu historial, Rosarito, yo ya no descarto ninguna hipótesis, incluso la peor de todas.
—Quiera Dios que me haya equivocado con mi sueño. Te juro que no le deseo ningún mal a nadie, ni siquiera a tu hermano y sabiendo lo que sucedió. Los malos deseos se piensan, luego se lanzan al aire y tarde o temprano, el viento te los trae de vuelta.
—Ya; he oído hablar de ese fenómeno. La vida está llena de ellos.
Minutos después…
—¿Comandancia de la Guardia Civil?
—Sí. ¿En qué puedo servirla?
—Buenos días, quería hablar con el teniente coronel Romero, al que tengo el gusto de conocer. Soy la hija del marqués de Salazar. ¿Sería tan amable de pasarme, por favor?
—Pues ahora mismo tendrá que esperar. Está en su despacho, pero tiene visita.
—Mire, señor, se trata de una urgencia. Tengo amistad con su jefe y, de hecho, él ha estado comiendo en mi casa hace unas fechas.
—¿A qué tipo de urgencia se refiere? ¿Se encuentra usted en peligro, señorita?
—No, estoy bien, pero se trata de un asunto particular por el que estoy muy preocupada. Ese es el motivo por el que deseo hablar con el teniente coronel.
—Bueno, voy a llamarle a su despacho a ver si coge el teléfono. No se retire.
Tras unos segundos de espera…
—Buenos días, doña Alicia. ¿Cómo está, señorita? Es un placer saludarla de nuevo. Ya me ha comentado el cabo de guardia que andaba usted preocupada. Pues si precisa de ayuda, aquí estoy. Usted dirá.
—Muy amable por su parte, don Antonio. No pretendo robarle su valioso tiempo, pero es que se trata de un asunto familiar. Al parecer, mi hermano Carlos se haya en paradero desconocido. Eso me han informado desde el bufete donde trabaja con sus empleados. Supongo que aún recuerda su aspecto. Se lo ruego, ¿podría usted hacer algo para localizarle?
—Cómo no, para eso estamos nosotros. Ya me acuerdo de su figura. Él es muy conocido aquí en la ciudad. Dígame ¿cuánto tiempo ha transcurrido desde su desaparición?
—No le puedo concretar el plazo. Deben ser varios días los que lleva sin dar señales.
—Y alguno de sus empleados… ¿cuándo le vieron por última vez?
—Según me comenta Lola, que es su secretaria, hace unos días se pasó por su despacho, habló con uno de los pasantes y parecía que estaba ebrio. Lo siento por lo que le voy a comentar, pero él siempre ha tenido una mala bebida. Lamento no poder ampliarle la información, pero es que no dispongo de más.
—Entonces… usted se encuentra en…
—En «Los olivares», no se lo había dicho. Es que mi padre está mal de salud y le estamos acompañando.
—Vaya, cuánto lo siento. Bueno, veamos, como la noto inquieta, lo primero es recabar todos los datos de los que podamos disponer. Voy a enviar a algunos de mis hombres al bufete de su hermano para que hablen con los empleados y así asegurarnos. Por otra parte, yo mismo me voy a personar en el domicilio de don Carlos. Si usted me autoriza y no encontramos a nadie, quizá lo mejor sea penetrar en la vivienda para investigar lo sucedido.
—Es una gran idea para verificar si él está allí o no. De todas formas, yo tengo las llaves de la puerta y salgo ahora mismo para Badajoz. Tardaré un rato. Si usted estuviese presente, se lo agradecería y me quitaría un gran peso de encima… Tengo miedo y no sé con lo que me voy a encontrar.
—Desde luego. Deme la dirección concreta y la esperaremos allí, doña Alicia. Mientras que llega, iré adelantando las averiguaciones.
…continuará…
Rosarito, com sua mediunidade santa, pode ver como Carlos estava, só e sem vida.
Ela tem uma capacidade extraordinária para saber de coisas inimagináveis, Beijos, Cidinha.