—Escucha, Rosario, hace así como un mes la señorita Alicia me reveló que tú eras una persona muy intuitiva. ¿Es eso cierto o quizá exageró un poco sabiendo la consideración que de ti tiene?
—No, en este caso dijo absolutamente la verdad. Y te dirá siempre lo mismo porque lo ha podido comprobar expresamente, je, je…
—Es curioso. ¿Y de dónde te viene ese don?
—Ay, Rubén, si yo lo supiera… Lo cierto es que está ahí, que lo descubrí siendo niña y que, desde ese instante, vive en mí. Solo quiero aclararte que tan solo lo empleo para ayudar o para aconsejar si se da el caso, en definitiva, para hacer el bien.
—Pues suena a una maravillosa intención que habla muy bien de lo que llevas por dentro. Aunque te parezca mentira, me di cuenta de eso desde el primer momento en que te conocí, justo cuando te vi bajando del caballo. Para mí fue como contemplar a un ángel descendiendo del cielo…
—Ja, ja… qué divertido que eres, aunque creo que ahora has sido tú el que has exagerado bastante. Rubén, soy una mujer de carne y hueso, como las demás y necesito comer, beber y dormir, incluso amar.
Al escuchar ese último verbo, pronunciado con toda la intención del mundo por parte de Rosario, el joven se ruborizó y se quedó callado, sin saber lo que responder.
—¿Te ocurre algo? —preguntó curiosa la ahijada del marqués—. Quizá te he incomodado con lo que he dicho…
—No, solo me he quedado como pensativo por unos instantes.
—Ya veo. ¿Y puedo saber de qué pensamientos se trata?
—Eh… reflexionaba sobre esa necesidad que tenemos los seres humanos de amar y de ser amados.
—Rubén, con sinceridad, ¿crees de veras que sin esa capacidad alguien podría alcanzar la felicidad?
—Lo dudo. Tienes mucha razón en lo que expresas. ¿Podría revelarte un secreto?
—Conmigo puedes estar tranquilo. Cuéntame lo que desees.
—Verás, en relación a esa cuestión, yo pasé por esa experiencia y te aseguro que confirmo tu hipótesis.
—Interesante. En ese caso, tendrás que darme más datos acerca de tu experiencia.
—Claro, cómo no. He de decirte que yo tuve novia hace un tiempo y que me fue muy bien, al punto de percibir esa grata impresión. Durante esa época yo pude sentir esa felicidad que has mencionado. Sin duda, se debía a la relación afectiva que desarrollé.
—No sabía nada de eso.
—Pues sí. Sin embargo, la cosa se torció. Al final, no hubo acuerdo y mi novia, no me importa reconocerlo, me abandonó. Se ve que necesitaba otro tipo de hombre, con otras características, algo que yo, según parece, no podía darle. En fin, a pesar del disgusto inicial, aquello ya está olvidado y aquí estoy, un hombre sin ataduras, sin compromisos y como tú afirmabas, aspirante a esa dicha que solo el amor es capaz de proporcionar.
—¡Cuánto lamento cómo terminó tu historia con esa chica! Son cosas que pasan y que pueden afectar a cualquiera. Aunque ese trance te pudiese perjudicar, eso fue solo al principio. Lo cierto es que el presente se halla abierto para ti y que, tras esa ruptura nada fácil, puedes acceder a esa maravillosa sensación de enamorarte en cualquier instante.
—Es cierto. Muchas veces me lo he preguntado en la intimidad y creo que mi corazón está abierto para ese reto que consiste en atraer el alma de la mujer a la que quiera.
—Es agradable escuchar eso, Rubén. Es verdad; para lograr ese afecto es preciso mostrarse receptivo, abrir de par en par las puertas de tu corazón para que el amor llame sin obstáculo. Tengo la impresión, y es solo mi opinión, que esa señorita que andaba contigo, se equivocó. Yo no estaba allí y supongo que los vientos la llevarían a otros brazos causándote una incómoda sensación. De todas formas, contempla el aspecto positivo de la decepción: el fin de tu noviazgo dejó tu alma libre para otro encuentro.
—Rosario, ¿crees que el amor está predestinado, que cuando dos criaturas deben amarse, al final y con independencia de las circunstancias, esos dos seres acaban por estar juntos?
—Siempre he desarrollado un sexto sentido para estas cuestiones. Si quieres conocer mi criterio al respecto, te aseguro que sí, que estoy convencida de esa posibilidad. Es más, te diría que esas dos personas lo notarán en cuanto se crucen. Son las sacudidas del corazón las que identifican ese sentimiento tan fuerte.
—Sí, yo también estoy convencido de ello. Pienso que, llegado el momento, ese fenómeno que tanto nos llena se manifestaría en su plenitud.
—Entonces, estamos completamente de acuerdo —respondió la joven con una amplia sonrisa en sus labios.
—Perdona mi curiosidad, Rosario, pero tengo una duda que viene al caso.
—Pues tú dirás. Ya ves que la confianza se asienta entre nosotros y lo curioso es que lo hagamos mientras damos un relajado paseo a caballo.
—Je, je, buena apreciación. Al respecto de eso y recordando esa intuición tan asentada en ti… mientras que estábamos hablando… ¿te ha llegado alguna impresión sobre mí?
…continuará…
Amei a maneira como ambos iniciaram a conversa sobre a maravilhosa paixão. Os dois estavam abertos para uma conversa honesta sobre seus sentimentos. Mesmo havendo um período de indiferença, um distanciamento frio , o encontro dos anamorados resultou em uma linda declaração de amor.
Sim, as coisas chegam quando têm que chegar, A aproximação é clara entre eles. Beijos, Cidinha.