—Pues vaya aprovechado que me está pareciendo el tipo ese —replicó la mujer mientras que se daba palmaditas cortas con la mano en su mejilla derecha—. Mucho me temo que se quiere valer de tus habilidades literarias para componer un libro. ¡Ya lo podía hacer él y dejarte a ti tranquilo, caramba!
—¡Ay, Lola, lo dudo mucho! No sé quién es ese sujeto que, según confirmó, dijo conocerme, pero, razonando, veo difícil que una figura que hasta ahora solo se ha presentado en sueños pueda agarrar un papel y un bolígrafo y ponerse a escribir una novela. ¿No crees?
—Sí, es obvio. Perdona, pero es que ese ente o lo que sea me pone de los nervios. Oye, según entendí y por lo que pude oír al final del sueño ¿sobre qué discutíais?
—Tengo sobre eso mi punto de vista. Al parecer, su táctica consiste en provocarme. Es que ahora que lo pienso, no puede haber otro motivo. Al principio de aparecer en el salón me miró a los ojos y adoptando un rictus de decepción, me dijo directamente que no me veía preparado para asumir ese encargo. Como es lógico, le pregunté cuál era su razón para hablar con tanta ligereza y fue cuando me explicó, que, para él, yo era un ser transparente y que podía leer mis pensamientos. De repente, surgió un impulso en mí que me llevó a la rebelión, debió ser cosa del orgullo propio y le expuse que eso era imposible, es decir, que los pensamientos no se ven y que yo no creía en la telepatía.
—Vaya con mi maridito… por fin una postura de insurrección frente a un individuo que se cree con la autoridad moral para manipularte.
—Es verdad, hasta yo mismo estoy asombrado por mi reacción. Es que ya era la tercera vez que me cruzaba con él.
—Vaya, ahora me interesa saber cómo terminó ese sueño… ¿te lo puedes creer?
—Se quedó como pensativo y de nuevo, me lanzó una de esas miradas que te atraviesan el corazón. Cuando yo iba a desviar mis ojos al suelo ante la potencia de su «inspección ocular», soltó de repente un mensaje de lo más contundente.
—Increíble lo de este caballero y su presión psicológica. ¿Será ese desgraciado un demonio de esos que se juntan a las personas y las agobian hasta que pierden el juicio? ¿Ves como me saca de quicio? Dios mío, no se puede descartar ninguna hipótesis… ¡Qué mala suerte!
—Como te decía, me comentó que no había visto en mí desde el miércoles ningún cambio positivo.
—Ah, claro. Ya me sé yo ese tipo de jueguecito estúpido. Conforme a su objetivo, un cambio positivo sería para él que tú te plegases a sus deseos, o sea, que te mostrases sumiso y obediente y que, por supuesto, colaborases con sus intenciones. Pero, ¡se podrá tener la cara más dura…!
—Mira, Lola, no sé aún cómo lo hizo, pero me quitó una duda de encima. Me reveló que, en efecto, había sido él quien me había hablado en la oreja aquel día en el que me estaba adormeciendo en el sofá y que luego permaneció por allí asistiendo a nuestra conversación sobre lo que había pasado.
—Cariño, si supieras el mosqueo que tengo encima. Veamos, voy a tratar de resumir todo lo que está sucediendo: hay un tipo suelto por ahí que, sin pedir permiso, se ha colado ya tres veces en nuestro hogar y cuyo origen es desconocido o al menos, que no pertenece a esta dimensión material. En caso contrario, podríamos verle ¿no?
—Eso parece, sí.
—Espera, que aún no he acabado de exponer mi posición. Ese ser te espía, te observa y te estudia, sin pedir autorización y desde luego, sigue tus pasos y no se despega mucho de tu figura. Vamos, que estamos ante una especie de «hombre invisible» que denota inteligencia y tal vez, maldad. No vive en las páginas de un libro de fantasía sino que le ha cogido gusto a eso de invadir las casas ajenas. Ale, no quiero caer en las explicaciones fáciles ni yo soy una experta en la materia, pero todo parece indicar que un espíritu, de la categoría que sea, se nos ha colado en la vivienda.
—Pero, ¿estás segura de lo que afirmas?
—Me escucho a mí misma y no sé ni cómo puedo haber llegado a esa conclusión; pero… es que no se me ocurre otra hipótesis. Y mira que yo soy una persona a la que le gusta el discernimiento. Sin embargo, todos esos fenómenos acontecen en las películas o en los relatos de ciencia ficción, no en la realidad. Caramba, ¿me estaré yo contagiando de las energías de ese mal espíritu? Mira que si esto no ha hecho más que empezar y terminamos los dos en la unidad psiquiátrica de una clínica. Ya me estoy imaginando el titular en el periódico: «La enfermera jefe del hospital y su marido, profesor de instituto, atacados en su hogar por un ente diabólico. Ambos han sido ingresados en la unidad de psiquiatría para observación y tratamiento».
—Ja, ja, ja… perdona que me ría a carcajadas, pero es que me ha hecho tanta gracia… no solo tus palabras sino la forma en que lo has dicho. Tendrías que haberte visto la cara, ja, ja…
—Eh, eh, no te carcajees tanto, señor profesor, que cosas peores he visto yo en el hospital. Esto de la mente y las obsesiones no deja de ser un misterio.
—Bueno, tranquila, mi amor. Después de todo, ese fenómeno soy yo quien lo está experimentando. Tú estás a salvo, al menos por ahora, je, je. ¿O acaso me estás escondiendo información? Mira que si ha tratado de contactar contigo y tú ni siquiera te has enterado. Habría que analizar tus sueños, querida.
—Venga ya, deja de hacerte el interesante, que esto puede complicarse hasta extremos inimaginables.
—Vale, vale, solo era una broma. No te enfades, mujer.
…continuará…
Não me parece ser sonho com o diabo. Há sonhos em que há contado com espíritos, e os mesmos veem situações futuras de sua vida ou de outrem, e transmitem ao encarnado.
Era apenas um nome para um título, mas não exatamente um diabo. Beijos, Cidinha.
hola jose si el escribiera ese relato por un espiritu su vivencia no es nada buena o hasta que punto! ya se es una novela!!!.o solamente hacerse la proteccion antes que apartesca este espiritu…
Te aseguro que no existe ningún peligro al respecto de escribir esa historia. Abrazos, Verónica.
a biennnnn.
Un gran abrazo, amiga Verónica.