LOS OLIVARES (8) ¿Quién es el intruso?

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—Claro, pero da la casualidad, querido esposo, que nosotros estamos casados y convivimos bajo el mismo techo. Lo que pretendo indicarte es que, cualquier fenómeno extraño que pase, acabará por afectarme a mí también. Te recuerdo que vivimos juntos desde hace más de veinte años y todavía unidos por los lazos del afecto; en fin, que lo que le ocurra a uno le afectará al otro. Creo que esto no precisa más aclaraciones.

—Vaya discurso a estas horas y para ser un sábado. ¿Es que el calor no te quita las ganas de discutir, Lola?

—No, si el tema a discutir es importante. Lo que más me preocupa de todo esto es mi propia ignorancia. Lo que afirmé antes no deja de ser una mera hipótesis, pero eso no quita que debamos ser cautos. Hay cosas que empiezan entre bromas y acaban bastante mal. Quién sabe, quizá haya llegado el momento de que me yo me ponga en serio a investigar estas cuestiones.

—Uy, Lola, pues la verdad es que no te veo en ese papel.

—¿Cómo? No me minusvalores, Ale. En Internet puedes hallar prácticamente lo que quieras, respuestas a aquello que andas buscando. Está al alcance de un solo click. Ya no hace falta acudir a una biblioteca y pedirle al encargado que te deje consultar libros de esa temática tan oscura.

—Ahora soy yo el que te pide cautela. Siempre hay distorsiones en la red, la verdad y la mentira se mezclan como el café y la leche. En general, muchos artículos obedecen a intereses espurios; más que aclararte conceptos, te engañan o te empujan a que adoptes una cierta postura ideológica. Sobre este tema del que estamos hablando, la verdad es que deben abundar las falsedades y reflejarse pocas certezas. Incluso te encontrarás con más de una exageración al respecto de ese mundo de los espíritus que desconocemos casi por completo.

—Sí, estoy de acuerdo contigo. Bueno, ¿qué? ¿Desayunamos?

—Un momento, que ya sabes que a mí me vienen las cosas a la cabeza poco a poco. Hay algo del sueño que tengo que comentarte.

—Venga, sorpréndeme aún más. Ya me está dando miedo hasta caminar por el pasillo. ¿Será posible?

—La sensación que tuve de ese señor hace un rato fue que, de algún modo, quería mostrarme su poder o su capacidad de control. Sin caer en el exceso, un personaje que puede penetrar en tu casa a voluntad, alguien que se puede aparecer en tus sueños por arte de magia o dejarte mensajes en la oreja, debe ser una entidad poderosa.

—Debe ser una entidad que pertenece a otro mundo, donde las leyes que aplica deben estar más avanzadas que las nuestras.

—No, perdona que te corrija, pero aquí, de extraterrestre, hay poco. Yo más bien me inclino por un ser inteligente que de algún modo, me conoce y se vale de esos conocimientos para comunicarse conmigo. Hmmm… no creo que esté demasiado alejado de nuestra realidad.

—Es un intruso, sin duda. Y no puede ser bueno.

—¿Cómo puedes afirmar eso con tanta seguridad? ¿Por qué tiene que ser malo? ¿En qué te basas?

—Cualquiera que viole tu intimidad sin tu consentimiento debe ser, a la fuerza, negativo. Y no te olvides que, por su actitud, te está obligando a hacer algo. Tampoco eso cuadra con la bondad o con el respeto a tu libertad de actuación. ¿Quién se ha creído que es? ¿Con qué derecho se introduce en tus sueños y te perturba? Claro, con razón se hace el invisible. Si tuviera forma, ya le habría dado una patada en sus partes y le habría echado de casa. En fin, ¿algún dato más antes de finalizar este debate extrañísimo? Tengo hambre, la verdad.

—Para tu información, la escena terminó de un modo sorprendente. Cuando menos lo esperaba, él se levantó del sofá, como dando a entender que ya se iba. No te puedes imaginar lo que me dijo.

—Vaya, esto es el misterio que nunca cesa.

—Expresó que no era una buena idea lo de acudir al psiquiatra.

—¿Cómo? ¿Es eso posible? Entonces, el muy granuja llevaba razón cuando dijo que se había quedado en la salita a escuchar nuestra conversación después de hablarte en la oreja.

—Eso parece, Lola. Comentó textualmente: «te veo atiborrado de pastillas, Alejandro. Eso no solucionará nada, porque a pesar de la medicación, yo te seguiré visitando. Date cuenta de que esta es tu misión y que esta no va a desaparecer a pesar de la farmacología». Después de eso, se incorporó y desapareció del salón al atravesar la gran ventana que hay allí. Fue justo cuando me quedé desconcertado, no sabiendo exactamente cómo reaccionar. Mi respuesta fue empezar a negar con la cabeza y según tú, hasta con la lengua. Por eso decía repetidamente «no, no» cuando me despertaste.

—¡Qué tío más sinvergüenza! Pero, ¡cómo se atreve a emitir juicios sobre lo que va a pasar o no, sobre lo que debes hacer o no! Encima, pone en duda mis consejos, que no son los caprichos de una niña consentida, sino que se basan en criterios de salud pública por todos los años que he acumulado de experiencia.

—Pues ya ves, Lola, no me he inventado ni una sola palabra. Eso fue todo lo que ocurrió hace unos minutos tal y como ese espíritu, sujeto o entidad prometió hace unos días. ¿Qué? ¿Acaso te has quedado de piedra? No es para menos.

…continuará…

4 comentarios en «LOS OLIVARES (8) ¿Quién es el intruso?»

  1. Os sonhos de Alonso parecem ser premonitórios. Já para Lola, tal espírito é um intruso, portanto, não é do bem. O espirito diz a Alonso não ir ao psiquiatra, pois tem uma missão a cumprir, e isso irrita ainda mais Lola.

  2. Gostei da atitude de Alonso, ponderado e remediando o nervosismo de Lola. Mas parece que ele não faz nenhuma questão em ir ao psiquiatra, já que o espirito não o assusta, e tem um objetivo, escrever um livro. Se for ao psiquiatra, o intuito é agradar Lola. É o que parece,

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