—Hmmm… estaba pensando… quizá eso indique que ese hombre de tu sueño se te va a presentar más veces en el futuro para ampliarte esa información. Bah, no sé ni por qué digo esto. Es una soberana estupidez. Posiblemente haya sido una experiencia azarosa, sin ningún sentido. Te olvidarás de esa imagen y punto. ¿No lo crees así, Ale?
—No desearía ver relegada mi experiencia a un absurdo. No, no tengo esa impresión. Y ¿sabes en qué me baso?
—Pues no tengo ni idea, cariño.
—En que al final, añadió algo muy interesante que podría abrir la puerta a un nuevo encuentro. Lo recuerdo bien: me dijo que «él se ocuparía de todo».
—¿Eh? ¿Me tomas por tonta? No sé qué pensar, yo no tuve ese sueño, pero creo que ese señor o más bien, esa figura fantasmal lo que hizo fue pasar un buen rato a tu costa. En definitiva, que se rio de ti y tú no lo quieres reconocer. Ay, cariño, ¿qué cenaste anoche? ¿No será que esas dos copas de vino que te bebiste para celebrar el inicio del verano te sentaron mal? ¿Me equivoco?
—Caramba, pues sí que estás hecha una incrédula. No veo esa relación de la que tú hablas. Cuando esa figura apareció ante mis ojos, debieron pasar unas ocho horas desde que me acosté. No, en serio, no creo que fuese culpa de la bebida. Además, solo añadí al menú una ensalada y un poco de fruta, nada de un atracón de carne. Ya sabes que por las noches me cuido, que uno ya tiene una edad.
—Vaya con el misterio onírico. Un ser de aspecto mayor que tú surge ante tu vista justo antes del amanecer, se sienta en el sofá del salón a charlar contigo y sin venir a cuento, te organiza una tarea. Abundando en lo extraño del fenómeno y ya es casualidad, hace tan solo unos minutos, esta que te habla te comentó lo de escribir algún día una novela. ¿No te parece una coincidencia de lo más insólita? Venga, ¿qué opinas de ello?
—Sin lugar a dudas. Cualquiera diría que existe una extraña conexión entre ambos hechos. ¿Qué tal tu intuición femenina? En cualquier caso, no olvides que el sueño se produjo antes de tu «recomendación literaria». Quién sabe si no me estarás ocultando algún dato misterioso. Todo es posible.
—¿Yo? ¿Ocultar? Tú alucinas, mi amor. Eso sí, no te quejes más de mis sugerencias. Mira, yo no soy mucho de valorar todas esas cosas que a ti te ocurren, como esas visiones que inspiran tus versos, pero quién sabe si no he sido yo, en este caso, la inspirada. A todo esto y refiriéndome a ese misterioso caballero, ¿te ha dicho algo sobre cuándo se pondrá en contacto contigo nuevamente? Digo yo que esa historia no podrías escribirla en un solo día. Además, ¿se te volverá a aparecer en sueños o tendrá otra vía para manifestarse? Ah, no. Ya lo tengo. A partir de esta semana, vas a empezar a recibir en tu buzón cartas enigmáticas sin remitente donde descubrirás las instrucciones a seguir y los argumentos sobre los que tu próximo libro ha de redactarse.
—Vaya con la señora escéptica…
—No, espera. Eso de la correspondencia ya no se lleva. El lunes tendrás que encender tu ordenador y en la bandeja de entrada de tu correo electrónico habrá una serie de mensajes que orientarán tu escritura, ese guion que te conducirá al éxito y a la fama.
—¡Eh, Lola, para! Entiendo que te lo estás pasando muy bien con tus bromas, pero, por favor, deja de ridiculizar el valor de mi sueño. Yo no he elegido esa circunstancia. Simplemente, se ha producido y ya está. Ya tendré tiempo para distinguir si se ha tratado de una simple elucubración de mi mente sin la mayor importancia o si detrás de este fenómeno hay algo significativo. ¿Quién lo sabe? Puede que me halle ante una experiencia trascendente.
—¿Trascendente? Ay, Ale. Te juro que guardo todas las formalidades y respeto al máximo lo sucedido en tu cabecita, pero todo esto me lleva a la risa. Así te lo digo porque así lo siento. Poniéndome seria, percibo que en unas horas o a lo más tardar, en unos días, todo esto no será más que un recuerdo lejano en tu memoria y anecdótico. Te olvidarás y tu vida seguirá su camino.
—Pues yo, Lola, también con el debido respeto, no lo veo así. Esto no es tan simple. Yo he sido el que ha tenido el sueño y te aseguro que he observado aspectos extraños que nunca antes había notado en mi interior.
—Pues muy bien, señor profesor. Haya paz en esta casa y en esta pequeña familia. Discrepar no es malo, salvo que nos liemos a tortazos para ver quién tiene la razón.
—¿Ves, desconfiada? Me acaba de venir a la memoria otro dato.
—¿Otro? Vaya con la antenita de mi señor marido. Suéltalo ya.
—Justo antes de acabar, ese hombre me dijo con mucha seguridad que pronto se me aparecería. ¿Sabes lo que interpreto?
—Pues claro que no —afirmó la mujer entre risitas.
—Tengo la impresión de que ese «colega» pretende narrarme una historia y que yo sea su escribiente o tal vez su secretario.
—Eres increíble, cariño. ¡Vaya imaginación que tienes! Debe venir de serie con tu personalidad. Espero que, al menos, te ceda los derechos de autor para que puedas obtener alguna ganancia económica tras tu esfuerzo como amanuense de una figura fantasmal de la que no conocemos ni siquiera su nombre. Digo yo que tu tarea deberá ser recompensada de algún modo. En caso contrario, vaya faena. ¡Vale, lo siento, hombre! No pongas esa cara en el día en que inicias tus vacaciones. Solo pretendía divertirme un poco. No seas tan serio, que hay cosas en la vida que solo pueden ser tomadas a broma. En fin, esto me parece tan absurdo que solo me queda el humor para no caer en la locura.
…continuará…