—Pues genial. No podía imaginar que, gracias a tu voluntad y a tu elevada motivación por avanzar, esto iría tan bien y a tanta velocidad. De veras, no existe un mejor estímulo que las propias ganas por salir de las dificultades y abrazar nuevos retos. Eso es lo que está pasando aquí, sin duda. Si yo estuviese «vivo», diría que esta operación terapéutica está resultando un éxito, aunque me habrías resultado un cliente muy «barato».
—Ja, ja… es gran una satisfacción oír ese tipo de comentario.
—Vale, Alonso. Debemos seguir progresando. Ahora, vamos a trabajar los pensamientos, porque como has podido observar, en ellos está la clave para alcanzar un estado de equilibrio y de bienestar psicológico. Recuerda lo que hablaba nuestro amigo común, ese hombre que descubrió una filosofía más que saludable: Epicteto. Yo soy el primero en reconocer que, a veces, las circunstancias no nos resultan favorables y que nos ponen a prueba pero, ya lo sabes, si todo fuese bien, si no apareciesen los obstáculos… ¿dónde estaría el mérito? ¿Qué esfuerzo tendrías que realizar para recomponerte? Esa es una de las peores pesadillas que existen en la mente del hombre; la de creer que la existencia debe ser algo cómodo, fácil, un proceso en el que uno va a ir envejeciendo sin encontrarse con excesivas dificultades. En fin, no puede haber una idea más equivocada que esa, sobre todo, porque topa con la realidad.
—Ya me he dado cuenta a lo largo de estas semanas de que no existen atajos ni trucos de magia para vencer los problemas.
—Así es, amigo. Nadie te va a regalar nada y tu satisfacción consistirá en alegrarte, tú mismo, porque la disciplina y el buen trabajo, al final, rinden sus correspondientes frutos. Y por supuesto, nada de prisas, no hay recompensa sin paciencia. Entonces, ¿qué vas a hacer cuando lleguen a tu cabeza pensamientos negativos basados en creencias distorsionadas? Tenlo claro: si no haces nada y los dejas sueltos, terminarán por aposentarse en tu mente y tendrás problemas mientras que se apoderan de ti. Tú, mejor que nadie, sabes de esa coyuntura.
—Por desgracia, sé de eso.
—No solo por desgracia. Merced a tu sufrimiento, ahora tienes más claro adónde quieres llegar y qué es lo que debes dejar atrás, lo que te ha perjudicado durante una larga temporada.
—Mirándolo así, es cierto. Se ha tratado de un buen aprendizaje. Dicen que lo primero que hay que hacer para solucionar un problema es ser consciente de que tienes un problema. En mi caso, ha sido así. Respondiendo a tu pregunta, lo primero será identificar ese tipo de idea estúpida o irracional antes de que se instale en mi cabeza y me perjudique aún más.
—Correcto. Ese es el camino. Ante todo, conciencia. No es que haya que estar como en un estado de alerta, filtrando todo lo que piensas, pero sí es conveniente permanecer atento. Tranquilo, te acostumbrarás y en cuanto surjan esas ideas negativas, una alarma saltará en tu interior para que actúes.
—Y una vez que se encienda esa alarma, es decir, cuando me dé cuenta de que algo ilógico trata de atraparme entre sus garras ¿qué haré?
—Muy simple; tendrás que llevar lo irracional al campo de lo racional. De esa forma, perderá fuerza y no tendrá el poder suficiente como para asentarse en ti y hacerte sufrir. De hecho, existe un buen número de personas que no hacen nada ante ese fenómeno, creen que desaparecerá sin más y al final, caen en la trampa y sus vidas se van convirtiendo poco a poco en un infierno. Pensar constantemente en que tienes que agradar a todos aquellos con los que te cruzas constituye una interferencia muy grande para que puedas realizarte. Lo mismo diría con respecto al concepto de la eficacia. Relájate, Alonso, no siempre vas a responder a las expectativas que los otros tienen sobre ti, no todos los días vas a tener la respuesta perfecta, la palabra perfecta en tus labios, la actitud perfecta en una reunión con otros.
—Lo sé. ¿Y qué debo hacer exactamente?
—Deberás generar un debate interno, esa es la clave. Hay que ridiculizar, arrinconar ese pensamiento negativo, incluso reírte de él; será la mejor manera de restarle importancia para así expulsarlo de tu cabeza. Más en concreto, se trata de «racionalizarlo» a través de ese debate creado. A esto lo llamamos «reformulación». ¿Me sigues? Como siempre, para que lo tengas claro, vamos a valernos de un ejemplo, que es la mejor manera de aprender. Veamos, piensa que un día de estos, eres invitado por tu padre a almorzar a su casa. ¿Te suena de algo esta propuesta?
—Precisamente, ese tema no me trae buenos recuerdos, pero ahora, soy capaz de afrontar cualquier reto, a pesar del último incidente, que, por cierto, me sirvió de liberación. Estoy lleno de moral, David.
—Bien razonado. Tú mismo te colocas en posición de enfrentar cualquier desafío. Seamos realistas y pensemos en que esa posibilidad ocurre. Si se produce, tendrás que argumentar una respuesta efectiva ante esa petición. Venga, ponte en escena. Estás aquí, en tu casa, suena el teléfono y reconoces al otro lado la voz de tu progenitor. Después de los saludos protocolarios típicos y las frases hechas, tu padre te propone que vayas a su hogar para celebrar el habitual almuerzo familiar del fin de semana. ¿Me comprendes?
—Perfectamente.
—Bien, ahora quiero que me hagas una «lluvia de ideas», es decir, que me digas qué tipo de pensamientos podrían llegar a tu cabeza en ese instante, justo unos segundos después de la conversación con tu padre. ¿Listo? Te escucho, Alonso…
…continuará…
Capitulo interessantíssimo, diz tudo o que é preciso para ter uma vida equilibrada, para meu aprendizado.
Trabalhar os pensamentos é se conhecer a si mesmo. Abraços, Cidinha.
Muy Interesante esto de Trabajarlos pensamientos, sin duda el cuerpo emocional perturbado es el generador de muchos males fisicos
Todo lo que pasa por el pensamiento tiene repercusiones en las emociones y en el cuerpo. Abrazos, Mora.