—Pues son como personas a las que no les gusta nada. Por ejemplo, se quejan de todo, no les gusta lo que hacen y parece como que no quieren vivir.
—Espera, espera hija —dijo Alonso un tanto alarmado—. Vamos por partes. ¿Cómo has llegado tú solita a esa conclusión?
—Pues… es que te tengo que contar un secreto, papá.
—¿Cómo que un secreto? A ver, ¿me estás ocultando algo? Eso no estaría bien. A tus padres debes contárselo todo.
—Lo sé, pero ayer creía que si te lo decía te ibas a enfadar mucho conmigo. Y, cuando me recogiste de casa de la abuela, te vi tan contento, que me callé para que no se te fuera esa sonrisa. Hacía mucho tiempo que no te veía con esa alegría. Entonces, como sabía que te pondrías serio, por eso me quedé en silencio.
—Vale, Marina. Bien, ahora es un gran momento para que le cuentes a papá ese secreto que ayer no me quisiste decir.
—Pues fue cuando me recogiste del colegio, que te tocaba a ti porque mamá estaba trabajando en el hospital.
—Ya. ¿Y qué fue lo que ocurrió, mi amor?
—Es que llegaron los padres de Marta y de María a recogerlas. Mientras que yo te esperaba, ellos se quedaron allí y se pusieron a charlar. Me preguntaron a quién estaba esperando. Yo les dije que a ti y que venías en coche. Después de un ratito, me puse a escucharles porque uno de los dos dijo tu nombre. Creo que ellos no sabían que yo les estaba oyendo. Entonces, el padre de Marta le dijo al de María que tú eras un fracasado, que yo no sé lo que es eso, pero no me gustó, porque ese hombre hizo un gesto de asco con su cara y el otro le contestó llevándose su dedo a la cabeza y girándolo. ¿Tú sabes lo que puede significar eso?
—Ah, ahora lo entiendo, hija. Quién sabe, a lo mejor estaban hablando de que a mí se me había olvidado alguna cosa. Tal vez tengan un poco de razón, pero solo un poco ¿eh? Por ejemplo, nunca se me olvidaría que tú eres mi niña del alma y que eres la personita que más quiero en el mundo.
—Bueno, a mamá también, que para eso nos llamamos igual. Ella me dice que yo soy igual que ella cuando tenía mi edad y me enseña fotos y es verdad.
—Sí, está claro que sois idénticas. Si no fuese por la diferencia de tamaño, pareceríais hermanas gemelas, je, je… Y, dime una cosa, Marina. ¿Esos hombres comentaron más cosas de mí?
—Sí. Antes de irse, uno de ellos dijo que tú eras una persona triste desde que naciste, alguien que se queja de todo, que no disfruta de nada y que no tiene ganas de vivir. Ya está. Luego, tú llegaste a la puerta y yo me monté en el coche y me llevaste a la casa de la abuela. Me acordé de todo eso después, pero no te dije nada porque te noté muy contento y no quería preocuparte. Hace un rato, al sentarme detrás y al estar los dos en silencio, de pronto me acordé de lo de ayer. Entonces, papá, ¿tú eres un hombre triste como dijeron esos señores?
—Eso te preocupa ¿verdad?
—Sí, porque no me gustó que hablasen de ti de esa forma.
—Pero, ¿por qué, mi amor? ¿Acaso tú notaste como que se estaban burlando de mí?
—No lo sé, solo sonreían y ponían unas caras muy extrañas.
—Bueno, hija, no les hagas ni caso, sobre todo, porque ellos no me conocen. Piensa que la gente, a veces, dice muchas tonterías que después no son ciertas. Y con la tristeza, pues ocurre lo mismo que con la alegría. No siempre se está con el mismo estado de ánimo. Hay días en los que te sientes más contento y otros en los que sientes más pena. Eso le sucede a cualquier persona. A ver, ¿es que eso no te ha pasado a ti nunca?
—Uy, pues no lo sé; es que no me acuerdo.
—Te voy a ayudar. Piensa en un momento en el que te hayas sentido muy alegre, Marina.
—Pues… ya lo tengo: en mi último cumple. Fue cuando me regalasteis mi mejor muñeca. También hubo tarta y vinieron a la invitación mis amigas de clase. Jugué un montón y me reí mucho. Eso fue una gran alegría.
—Muy bien. Ya veo que lo has entendido a la perfección. Y ¿te acuerdas de algún día triste? ¿Sabes lo que es eso?
—Es que no me sale… —respondió la niña tras permanecer por unos segundos pensativa.
—A ver, ¿te acuerdas de la última vez que lloraste?
—Ah, sí, ahora sí. Fue cuando mamá entregó su coche que estaba viejo y lo cambió por uno más grande, por este.
—¿Sí? Y ¿por qué lloraste aquel día?
—Porque yo no quería que lo tiraseis. Yo siempre iba muy bien detrás, en mi silla. Muchas veces me ponía a leer mis cuentos con dibujos y al dejar ese coche, me dio mucha pena. Y entonces, lloré. ¿Eso es estar triste, papá?
…continuará…
Essa pergunta é de suma importância porque faz parte do ser humano. Para mim tristeza é um estado ruim, causada por perdas, por lembranças de momentos difíceis, tristes que ao se falar a respeito vem o choro.
É claro que há gente triste. Nosso dever é achar consolação para eles. Abraços, Cidinha.
Critico el hecho que se expresasen así delante de su hija. por lo demás parece que la gente se contenta de los males ajenos porque les ayuda a sentirse superior en vez de brindar una mano amiga. quebueno que apareció David para ayudarle, ya me cae mejor Alonso, antes lo sentía como sobrado y desplicente. en todo caso, esas criticas en algo ayudan a mejorar a la persona, es lo bueno de las criticas de los que no nos quieren, suelen ser objetivos en muchos casos,
Pues sí, hay mucha gente aburrida que no tiene otra cosa que hacer que criticar a cualquiera, y no precisamente para ayudar. Eso es inferioridad moral. Besos, Mora.