SONIA Y LEÓN (57) Soñando para despertar

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Transcurrieron unas semanas de tranquilidad en la vida de la pareja. La experiencia con el empresario sevillano había quedado atrás. El destino pareció darle un pequeño descanso a Sonia, la cual se hallaba sorprendida o tal vez aburrida. Sin las emociones provocadas por su capacidad para contactar con el más allá, su existencia se mostraba como más tediosa. Sin embargo, aquella calma era más bien relativa, porque pronto, los acontecimientos se precipitarían. Un domingo, a eso de las ocho de la mañana, la joven se despertó bruscamente. El último sueño de la noche había resultado muy sugestivo y eso provocó que se incorporase repentinamente de la cama.

—¡Eh, León! Despierta.

—¿Qué ocurre, cariño? —dijo el hombre mientras que se desperezaba con lentitud—. Anda, que hoy es domingo, que se hizo para descansar. Déjame un poco más, que mañana volveré a levantarme a las siete.

—Sí, sí, lo siento, pero es que quiero compartir contigo una experiencia que he tenido.

—¿Experiencia? ¿Esta misma noche? Pues a no ser que tu alma haya volado a dimensiones desconocidas, ya me dirás. En serio, ¿te has comunicado con algún espíritu que te ha dado un mensaje importante?

—No, no es exactamente eso. Solo se trata de un sueño muy intenso que me ha dejado intrigada. No quiero que se me olvide si me vuelvo a dormir. La mejor forma es contártelo. Así lo recordaré con detalle.

—Vale. ¿Y no puede ser un poco más tarde?

—Pero, ¿es que no me has oído? Si me tumbo de nuevo, toda esa historia se perderá en un punto lejano de mi memoria. Los sueños son así, o los analizas de forma rápida o vuelan por donde llegaron. ¡Dios mío, con todo lo que podemos aprender de ellos!

—Pues sí que empieza el domingo con sorpresas y… con prisas…

—Venga, León, no te hagas el despistado. ¡Arriba, no seas tan perezoso!

—Uf, espero que esa historia sea lo suficientemente interesante como para haberme despertado en esta dulce mañana de silencio.

—Mira, como te noto un poco reticente, te confesaré algo. ¡Tú intervienes en el sueño!

—Ja, ja… no sabías cómo convencerme y le das intriga al tema para que te escuche. En fin, con tanto misterio ya me he despejado. Te escucho, mi amor.

—Hmmm, estaba pensando en hacer algo distinto. Mira, como es temprano, nos vamos a acercar a la playa a caminar por la arena y mientras tanto, me voy desahogando contigo. Luego, si quieres, volvemos a casa, o mejor, nos metemos en algún bar y desayunamos. De vez en cuando, a mí también me gusta que me sirvan un buen café y una tostada. ¿No te parece?

—Pues es verdad, Sonia. Llevas ya mucho tiempo dando de desayunar a media ciudad.

—Exacto, la verdad habla por tu boca. Venga, nos vestimos y a escuchar el mar.

Algo más tarde, con el acompañamiento cercano del rugir de las olas, Sonia empezó a relatar el contenido de su experiencia en aquella orilla del Atlántico.

—Lo cierto es que hacía ya un tiempo que no tenía un sueño tan vívido como este, de esos que dejan huella porque te preguntas por su significado. Dos almas pueden pensar mejor que una sola. Por eso quiero tu opinión.

—Je, je, dependerá del tipo de almas que se junten. Hay algunas que solo complicarán las conclusiones y lo verán todo aún más confuso.

—No seas tan bromista, que no creo que ese sea nuestro caso.

—Sí, yo también lo espero. Venga, comienza, que estoy curioso.

—Tú estabas conmigo en un sitio que no podría precisar. Aguardábamos a que alguien llegase. Nos sentíamos expectantes, incluso nerviosos. Al poco, un señor que tenía aspecto de mayor y que yo no había visto en mi vida, se presentó allí. Primero se dirigió a ti y te saludó amablemente, es decir, que te conocía por la confianza que te mostraba. Tú le sonreíste y le diste la mano. Luego, me lo presentaste. Él se alegró mucho al saludarme y después nos invitó a dar un paseo por un bosque maravilloso en el que reinaba un ambiente de paz y de serenidad único.

De pronto, la mujer realizó una pausa en su explicación…

—¿Por qué te has callado, Sonia? La historia era más que interesante.

—Estoy pensando… intento recordar el contenido de la conversación que tuvimos los tres, pero no puedo, no me viene nada concreto a la cabeza. Sé que nos introdujimos en aquel tranquilo paisaje, luego, alcanzamos una casa en forma de cabaña que era muy acogedora, decorada de una forma rústica y muy original. Allí nos sentamos en torno a una mesa maciza de madera. Estuvimos charlando bastante tiempo. Nos decía tales cosas que los dos le mirábamos con cara de asombro, pero si me preguntas por los datos de la conversación, a ese detalle no llego, León.

—Vaya, qué pena, me hubiese gustado saber de eso.

—Hay algo curioso. Nuestra expresión era de plena satisfacción con lo que estábamos escuchando, como si ese hombre nos estuviese hablando de algo que resultaba de nuestro interés, algo sorprendente y al mismo tiempo, útil. Aquel caballero que me presentaste era como una especie de sabio, con un caudal de conocimientos increíble, con mucha experiencia de la vida. También él se alegró mucho por compartir aquellas buenas horas con nosotros. No hay más, León; quiero apartar el velo que todo sueño trae consigo para oír algo del diálogo, pero no puedo.

…continuará…

4 comentarios en «SONIA Y LEÓN (57) Soñando para despertar»

  1. Me siento identificada con este capitulo!una vez me ocurrio algo muy parecido!con un compañero de la secundaria que fallecio! igual en un bosque, o plaza! era un lugar muy bello y conversamos tanto! en dos formas, hablada y con la mente, luego el me dijo que se tenia que ir y yo lloraba porque me sentia tan feliz alli conversando con el!le decia que no queria que se fuera!,pero el no podia hacer nada!debia irse a pesar de mi llanto! me dijo que no me preocupara, que volveria !l otros sueños vividos de otra indole tambien he tenido!

    1. Los sueños suponen un acceso directo a esa dimensión tan maravillosa y enigmática que es la espiritual, mas no debemos preocuparnos. Cuando nos despidamos de este plano, todo su esplendor se nos mostrará. Como estamos en la carne, por eso nos sorprende tanto la viveza de algunos sueños. Buen fin de semana, Samora.

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