SONIA Y LEÓN (43) ¿Conspiración o verdad?

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Transcurrieron dos semanas. Aquel día de tarde invernal, con un frío y un viento desacostumbrados en aquellas latitudes al sur de la península ibérica, el café Ágata cerró sus puertas antes de lo habitual. Después de todo, apenas si se podía ver a algún transeúnte osado que había decidido enfrentarse a las adversas condiciones meteorológicas. Elisa ya se había marchado un poco antes del bar porque estaba constipada.

—Me alegro de haber terminado antes con el trabajo —expuso Carmen—. Hace un tiempo de perros.

—Pues sí, no creo que esté la tarde como para andar deambulando por las calles.

—Verás, Sonia. Ahora ya han pasado quince días desde la brutal agresión que sufrió mi novio. ¿Te importa si te comento algo que tengo en la cabeza cuando lo recojamos todo?

—Claro que no, querida. Creo que es una buena ocasión para hablar del tema, ahora que estamos solas.

Una vez organizado todo para abrir a la mañana siguiente…

—¿Sabes una cosa, Carmen? Con este frío, ¿no te apetece algo caliente para animar el cuerpo? ¿Qué tal si preparo dos buenas tazas de chocolate bien espeso? Tengo la impresión de que lo que me vas a contar es bastante importante. Solo hay que ver la expresión de tu cara.

—Aciertas de pleno. Más que importante, yo diría que esencial.

Cinco minutos más tarde, dos mujeres se sentaban alrededor de la mesa que existía en la salita del local, junto a la cocina, mientras que cada una apretaba con sus manos una taza de cacao para entrar en calor.

—Ya sabes que hace poco le dieron el alta médica a Joaquín. Se fue a casa de sus padres para estar mejor atendido y acompañado. A mí me pareció una idea estupenda porque yo me notaba muy cansada después de visitarle todos los días durante su ingreso en el hospital. Ayer, como me levanté de buen ánimo, una vez que salí de aquí, me dirigí al piso de sus padres y pensé que, una vez superado el susto por la paliza, era el momento más adecuado para obtener algunas respuestas. Mientras caminaba hasta allí, me juré a mí misma que no saldría de aquel lugar sin recibir las aclaraciones pertinentes. Como entenderás, a pesar de que me comía la angustia por dentro, no había querido forzar las cosas durante su ingreso.

—Sí, es cierto. Primero fue la prórroga por las fechas navideñas y luego llegó ese incidente turbio de la paliza. Y tú, mientras tanto, dándole vueltas en tu cabeza a la relación con él.

—En efecto, es así. Me puse muy seria y aprovechando la ocasión, me encerré con él en la habitación hasta que me explicase determinados aspectos de su comportamiento.

—Caramba, ¿y cómo reaccionó tu novio?

—Pues, imagina, se puso por completo en actitud defensiva, lo que para mí era un indicio suficiente de que tenía muchas cosas que esconder. Llegó el momento de la verdad, el de sacar a la luz toda esa desconfianza que yo sentía. Tú, Sonia, que eres una buena persona y que me has ayudado con este delicado tema, mereces conocer todos los pormenores de lo ocurrido durante la conversación.

—Gracias, Carmen. Me noto ansiosa por estar al tanto de las novedades, te lo juro.

—Pues no sé si te vas a sorprender o no de lo que hablamos, pero no te omitiré ningún detalle de la charla…

*****

—Hola, Joaquín. Después de que te diesen el alta, esperé un poco para que las aguas estuviesen más calmadas, pero debido a tu prolongado silencio y a tu obstinación por no denunciar a la policía lo sucedido, he tomado una firme decisión: o me cuentas lo que te traes entre manos o te juro por lo más sagrado del mundo que en un minuto me voy de aquí y no vuelves a verme más en la vida.

—Pero, ¿otra vez estás con tus teorías conspiratorias? ¡Qué terca, por Dios!

—Para, no continúes por ese camino de negación, que ya sé a dónde lleva. No quiero engañarme más a mí misma ni prolongar una agonía que ya dura demasiado. Mi posición de debilidad con respecto a ti me ha hecho pasar por alto multitud de asuntos que no eran de mi agrado. Con esa actitud general tuya de que nunca hay pruebas de tus infidelidades, ya has colmado mi paciencia. En cuanto a lo más reciente, ese relato que me contaste el primer día acerca de tu agresión no se sostiene. Existen un montón de lagunas y cuando he incidido en ellas, tu reacción siempre ha sido la misma: mejor no profundizar en la herida para pasar página rápido. Claro, se ve que el incidente te traía malos recuerdos y que solo pretendías olvidarte de la cuestión cuanto antes.

—Carmen, lo normal en todas las parejas es confiar el uno en el otro —acertó a comentar Joaquín con una ligera expresión de sonrisa en sus labios.

—¿De veras que quieres saber mi opinión al respecto?

—No acabo de entender…

—Es muy sencillo. La próxima vez, no será una paliza, sino algo mucho peor.

—¿Algo peor? ¿A qué te refieres?

—Mira, siendo sincera, lo único que me falta en el futuro es pillarte en una esquina besándote con otra mujer o simplemente, en la cama con ella.

—¡Increíble! ¡Hacía años que no escuchaba una afirmación de ese calibre, tan exagerada!

…continuará…

4 comentarios en «SONIA Y LEÓN (43) ¿Conspiración o verdad?»

  1. O diálogo é muito importante, bem como o perdão, mas perdoar não é aceitar a situação.

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