—Anda, no exageres, León, que eres un poco propenso a deslizarte hacia los extremos. Te diré lo que haré: voy a contratar a una chica más. Necesito darme un respiro. Eso no significa que vaya a delegar todas mis tareas en las empleadas, simplemente que permaneceré menos horas allí. Tendré que pensar en una redistribución de los horarios, de modo que al contratar a una nueva persona, las labores del bar queden igualadas. En otras palabras, el negocio va bien, y hay que dar oportunidades a la gente joven.
—¡Qué graciosa! Pero si tú eres joven…
—Ya sabes que la filosofía del café Ágata se basa en que se trate de un local atendido solo por mujeres y así deberá continuar. Seguro que las chicas conocen a alguien que sea de fiar y que con su esfuerzo, contribuya a mantener el número de clientes que ya poseemos y el buen servicio que ofrecemos. Esa es la clave, cariño. A lo largo de estos años hemos aguantado firmes porque hemos aportado calidad a la clientela, porque la regla es muy sencilla: quien es bien atendido, vuelve. En fin, que espero tener todas las tardes libres para dedicarme al estudio de esta filosofía y para el hombre de mi vida, no lo olvides. Quiero compartir ese placer que supone trabajar solo ocho horas al día, como te ocurre a ti. ¿Te imaginas? Podré permanecer contigo una mayor cantidad de tiempo cada jornada. ¿No es maravilloso?
—Pues me has cogido por sorpresa. No sé ni lo que decir. En cualquier caso, ya sabes que apoyo cualquier medida que pienses que te pueda beneficiar. Y esa decisión, al implicar una menor carga de trabajo sobre tus espaldas y más tiempo libre para ti, no deja lugar a la confusión. Si todo cuadra en el aspecto económico y te lo puedes permitir, por mí, adelante, Sonia. Creo que se trata de una opción de lo más inteligente.
—Bien, sabía que lo entenderías y sobre todo, que lo apoyarías. Anda, acércate y dame un beso que confirme lo acertado de mi decisión.
Tras unos segundos de encendidas caricias…
—Bueno, ahora déjame seguir con mis apuntes.
—Y ¿puede saberse qué es eso que anotas en tu libreta misteriosa?
—Ah, sí. No tiene nada de misterio. Solo se trata de frases aclaratorias, de dudas que tengo sobre los contenidos del libro. Cuando leo algo interesante, pues lo escribo en una especie de esquema. Así, el día que nos reunamos con tu jefe, todo resultará más fácil porque simplemente se lo expondré a partir de mis reflexiones.
—Caramba, excelente idea. Tú, siempre tan organizada.
—Por supuesto. No se trata de un asunto menor. ¿Es que ya te has olvidado de todos los aspectos que salieron a colación durante la charla que tuvimos con don Hipólito?
—Claro que me acuerdo. Lo que pasa es que cuando abandonas un escenario como aquel, pues la memoria se relaja.
—Oye, dime una cosa, León. Te observo y me pregunto por algo. ¿Es que no vas a estudiar esta obra, sabiendo que su contenido puede cambiar tu existencia?
—Pues claro que sí. Lo haré, pero cuando tú acabes con su lectura. Solo tenemos un ejemplar. ¿No te parece?
—Veamos. Desde nuestro encuentro con el Delegado y debido a mi trabajo, has tenido un montón de horas disponibles cada día, a partir de las tres de la tarde, para empezar con su lectura. Yo no me he llevado el libro al café como si fuese una medalla de oro que llevo puesta siempre. Supongo que no habrás tomado conciencia de eso ahora que te lo estoy diciendo.
—No, mujer. Lo que ocurre es que prefería que primero lo acabases tú. Así, si me surgía luego cualquier duda, pues ya sabía a quién consultarle.
—Eh, eso me ha sonado a burda excusa, perdona que así te lo manifieste. Yo no soy tu tutora ni un profesor que va a ir persiguiéndote hasta que hagas tu tarea. Eres un adulto, y lo que hagas o dejes de hacer, corre de tu cuenta. No pienso estar detrás de ti recordándote tu compromiso.
—Vale, vale. Le dije al jefe que lo leería y así lo haré. En caso contrario, quedaría mal ante él. No querrás que tengamos otro encuentro y que compruebe que no he puesto interés en aprender.
—De acuerdo. Ya veo que has sido tú mismo el que te has dado cuenta de que se debe cumplir con los pactos.
—Tomo nota, cariño. Por cierto, después de lo que has avanzado con su lectura, ¿tienes alguna cuestión sobre la que quieras comentar algo? Podíamos abrir ya ese debate. ¿Qué opinas?
—No, aún no. Te diré lo que vamos a hacer. Yo tengo aquí mis anotaciones. Eso no significa que tú tengas que hacer lo mismo. Cada cual posee su propia forma de leer. Llevo el suficiente tiempo contigo como para saber que somos afines como personas, pero no idénticas en cuanto a inquietudes. Esperaré a que tú termines con la obra y entonces, solo si te apetece, haremos una puesta en común con todas las preguntas que vayan saliendo. ¿Qué, crees que se trata de una buena idea?
—Desde luego. Tú sabes mucho más de esos asuntos que yo. Por mí, encantado.
…continuará…
Com boa vontade, os Benfeitores Espirituais vêm em auxílio, ajudando cada um no conhecimento de si mesmos.
Com boa vontade, tudo é possível. Beijos, Cidinha.
En este punto de la relacion de Sonia y Leon, siento el progreso espiritual como espiritu que es Sonia y la lucha con los instintos no dominados que sospecho debe tener leon! ojala me equivoque! Me encanta la novela por su eje espiritual predominante! Cada lectura es un tema tan interesante! Gracias
Gracias, Mora, por tus comentarios. Un abrazo y feliz semana.