SONIA Y LEÓN (11) Ánimo de mejora

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—No, León. Esa palabra no me gusta. ¿De veras crees que tengo escondida por ahí una bola de cristal? En absoluto. A menudo, siento dentro de mí esa necesidad de ayudar y lo hago de la mejor forma que sé. No obstante, yo misma me someto a un análisis periódico y soy la primera crítica conmigo misma. Por eso sé que puedo mejorar.

—No pretendía ofenderte, Sonia. Lo siento. Y ¿cómo podrías adelantar aún más en esa labor que desarrollas?

—Pues… midiendo más mis palabras, hablando solo de opciones y no de obligaciones, no dejándome llevar por la simpatía o antipatía que me genere la persona que tenga delante, entre otras cosas. Es importante considerar que delante de mí hay un ser humano con sus virtudes y sus defectos, que posee una historia a sus espaldas y que reacciona en su vida por el modo en que ha aprendido a crecer, a madurar. Hay también que respetar la intimidad del otro, no imponer, sino sugerir, no exagerar, sino tratar de ser rigurosa y lo más objetiva posible. Sé que es difícil, pero al menos, hay que intentarlo. Todos estamos sometidos a tendencias y unos días te notas más alegre, al igual que hay jornadas que te levantas de la cama con poco ánimo. De ahí la necesidad de adaptarte al individuo con el que entablas un diálogo.

—Parece un plan serio y muy meditado de cara a ese propósito que ha surgido en ti. No dejas de asombrarme. Estudiando la forma en que te dirigiste a mí para hablar de mi pasado, no cabe duda de que has sido muy respetuosa conmigo y que te has expresado con moderación.

—Gracias. La experiencia es básica. Con frecuencia, esas imágenes que se me aparecen de la otra persona son impresionantes, muy vívidas y no es fácil transformar esas visiones en palabras, traducirlas a un lenguaje que se pueda entender y que no hiera o afecte negativamente al otro. Poco a poco, voy aprendiendo a canalizar esa potente energía y a convertirla en frases y expresiones que le procuren un bien al interlocutor. Me queda mucho camino por recorrer, pero me siento contenta porque la intención de mejorar está ahí. Por ello lucho cada vez que tengo la oportunidad.

—Genial. Perdona que sea ahora un poco egoísta, Sonia, pero quería saber si percibiste más detalles sobre ese trozo reciente de mi existencia que tanto me ha marcado.

—Ah, bien, el señor desea ahora ampliar sus datos sobre cuestiones íntimas. Por mí, encantada. Te diré algo: a veces, lo que llega a mi cabeza son apuntes muy concretos sobre un hecho y en otras, se refiere más bien a la atmósfera emocional que reina en un escenario, en una situación que logro visualizar.

—¿Y cómo resultó en mi caso?

—Te lo transmito tal y como lo viví: en tu caso, los datos fueron reveladores y al mismo tiempo, lo suficientemente amplios como para saber algo más de tu entorno.

—Caramba, no sé si echarme a temblar o alegrarme, dada la fuerza de tu capacidad para penetrar en ese acontecimiento.

—No tienes por qué asustarte, León. Sé valiente, como indica tu nombre. Mira, esa mujer con la que estabas vinculado te engañó a tus espaldas. Esto que te voy a decir es nuevo. Ocurre que, a veces, mientras que explico la representación que se me aparece, me surgen nuevos argumentos que amplían o matizan la información recibida anteriormente.

—Por favor, ¿qué es eso nuevo que sabes?

—Acabo de verlo y ni siquiera he tenido que tocar tu piel. No deja de ser curioso, pero sucede. Uno de tus mejores amigos se cita contigo un día. Él te explica en la intimidad que ha observado a la que era tu novia besándose con otro hombre en un bar. Lo ha descubierto por casualidad, simplemente le llamó la atención aquella pareja desde la distancia y al asegurarse de la identidad de ella, se sintió molesto y la escena le resultó desagradable. Por eso y por su vínculo de amistad contigo, se vio en la obligación de revelarte el contenido de esa secuencia.

—¡Dios mío, fue así, tal y como lo has relatado! —admitió el joven mientras que algunas lágrimas caían por sus mejillas—. No sabes lo que sufrí cuando mi amigo me contó lo sucedido. En efecto, Marta ya estaba haciendo planes con otro tío y ni siquiera me lo había comentado. Eso fue muy indigno por su parte.

—Resultó un golpe muy duro para ti, León. Por eso estás aquí ¿no crees?

—No he entendido bien eso último que has dicho, Sonia.

—Pues es fácil. Esas historias tan emotivas acaban por generar consecuencias drásticas o en otras palabras, provocan una toma de decisiones. Y he aquí que te trasladas de norte a sur, que recorres de punta a punta toda la península ibérica para huir de una realidad desagradable con la idea de cambiar radicalmente de un escenario que solo te trae pésimos recuerdos. Ya ves, hay gente que permanece en el mismo lugar, aunque se arriesguen a encontrarse con personas que les han hecho daño y otras, que de una forma muy meditada, optan por mudarse de lugar y de circunstancias.

—Lo reconozco: no puedo evitar la sensación de sentirme desnudo ante tu mirada. ¿Cómo puedes saber tanto de mi interior?

—Lo ignoro, pero te contaré algo: yo no soy la poseedora de esa información. Simplemente, entra en mi cabeza y yo te la traslado a través del lenguaje.

—¿Y siempre te manejas con ese mismo patrón?

—Depende. En cualquier caso, procuro adaptarme al perfil del individuo que tengo delante.

…continuará…

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