Pasado un rato, Madame Giselle permanecía sentada en la mesa número cuatro mientras que apuraba otra copa de champagne. Algo pasaba en su cabeza que la hacía notarse intranquila. Al poco, Eva apareció por allí. —¿Me invita a una copa, Madame? —Anda, siéntate. Está bien. Te he mandado llamar para […]