4

—¡Vaya por Dios! —expresó Susana con consternación—. Menos mal que eres una luchadora nata. Como me ha dicho Joaquín en otras ocasiones, si todo lo que te ha pasado le hubiera ocurrido a otro, no sé si lo habría soportado. —¡Quién sabe eso! No tengo ni idea. Lo único cierto […]