El rostro de la madre Verónica era un muro de serenidad. Sus labios apretados, la mirada baja y el silencio prolongado parecían guardar una coherencia natural con su ignorancia de aquello que se le imputaba. —Perdonad, fray Bernardo —dijo al fin, con voz firme, aunque contenida—. Ignoro por completo eso […]