ESQUIZOFRENIA (10) Sensaciones contradictorias

—Es muy simple, Eva. En cuanto te vi descender por las escaleras, no sé lo que me ocurrió, pero confieso que se me incendió el corazón —admitió el emocionado hombre—. ¿Por qué te iba a mentir? Además ¿qué ganaría yo al engañarte? Es la pura y clara verdad. Eso es lo que sucedió y ahora, ya lo sabes. Creo que se nota cómo disfruto al preguntarte por tu vida y al oír tus respuestas. Mira, escucha, tú serás una prostituta por tu trabajo, pero yo noto en tu interior algo diferente que me llena de ilusión.

—Es que no creo que esta sea mi vocación. Te dije antes que estoy aquí por eliminación, es decir, porque no sabría en qué otro lugar trabajar. Mi madre ya me lo comentaba en cuanto llegué a la adolescencia y así despejó mis dudas: «niña, o abres bien las piernas o pasarás más abre que el perro de un ciego».

—Caramba con tu madre —manifestó un sorprendido Armando—. Qué directa y agresiva fue contigo. Como si en la vida no existiera otra alternativa que no fuese la de acostarse con los hombres a cambio de dinero.

—Pues ya ves, amigo, esta es la realidad de mi existencia. Debo aprovechar mi juventud, que esta profesión posee una carrera corta, que en cuanto pasen unos años, ningún cliente se fijará en mí y no sé cómo hallaré el dinero para sobrevivir. Es triste, pero no contemplo otra posibilidad. La verdad es que no me lo planteo mucho para no caer en la ansiedad. Yo misma procuro vacunarme todos los días frente a la incertidumbre de un futuro que nadie conoce.

—¿Te puedo pedir una cosa, Eva?

—Lo que quieras. Para eso estoy aquí en la habitación contigo y en intimidad. Ya lo dijo la Madame: esta noche eres mi cliente especial. Uy, están llamando. Anda, Ana, pasa y deja el champagne y las copas en la mesa. Gracias, guapa.

—Que ustedes lo pasen bien —comentó con prisas la camarera mientras que cerraba suavemente la puerta.

—Perdona por la interrupción, Armando. ¿Qué era eso que querías pedirme? Por fin, algo de acción.

—Pues no; no es lo que te imaginas, je, je.

—Vaya noche de sorpresas. Creí que me dirías… «venga, desnúdate lentamente» o «échate sobre la cama que ya voy». Con esta calefacción, frío no íbamos a pasar.

—Pues ya ves, pero mi petición es mucho más humilde.

—Vaya, empiezo a preocuparme. Mira que si mi aspecto no responde a tus expectativas como hombre. No puede ser, cariño mío… —afirmó Eva mientras que se ajustaba los senos.

—Por favor, ¿podría darte un largo beso en tus labios?

Sorprendida, la chica se echó hacia atrás y miró al hombre con gesto de extrañeza…

—Pero… ¿qué disparate es ese, Armando? ¿No has oído que en nuestro negocio los besos no deben aceptarse? Los besos se asocian al enamoramiento, a los sentimientos y eso no puede ser. Espero que lo entiendas y no es porque pretenda contrariarte.

A continuación, Armando miró a la chica durante unos segundos con tanta intensidad que acabó por embrujarla con sus pupilas dilatadas. Tras ofrecerle a la muchacha una copa de champagne y antes de que ella pudiese reaccionar, se acercó a su rostro y comenzó a darle el más largo beso de sus veinte años de vida, más allá de la carne y del placer sexual. Al cabo del rato…

—Por favor, tú eres el cliente y puedes elegir. Yo, no. Te lo ruego: no lo hagas más. Ahora mismo me siento fatal.

—Pero, ¿por qué, Eva? No he podido ser más sincero contigo.

—Porque no he podido negarme, porque no he sabido despegar mis labios de los tuyos —expresó muy afectada Eva—. No debo comportarme como una idiota, Armando. El trabajo es seguro y no debo jugar con lo que me da de comer. Por favor, solo espero que me entiendas.

—De acuerdo, perdona, no pretendía ponerte en un compromiso.

—Gracias —respondió la chica mientras que depositaba su mano derecha sobre su pecho en señal de alivio—. Eh, ¿quieres que me desnude ya o me siento sobre ti para estimularte? Creo que será lo mejor. Soy muy buena, aunque sea joven, que no inexperta.

Eva se levantó y dio un trago largo de su bebida, dejó su copa en la mesita auxiliar mientras que agarró la botella de champagne y sirvió otra ronda para ambos.

—¡Eh, preciosa! Si sigues así te vas a emborrachar y en ese caso, no vas a sentir nada de nada.

—Pues mejor. ¿Crees que voy a notar algo diferente a lo de siempre? Mira, he tomado confianza contigo y te voy a decir una cosa que no debería confesar bajo ningún concepto.

—La noche está intensa. Vaya con la sorpresita que me vas a dar. Te escucho con todos mis oídos.

—Disculpa por mi rudeza, pero una puta no puede desarrollar sentimientos. Creo que si te has movido en estos ambientes de alterne lo sabes perfectamente. Esto no es un juego, Armando, ni siquiera una apuesta. Dentro de un rato tú te irás, más o menos satisfecho. Sin embargo, yo me quedaré aquí y tendré que continuar trabajando, tal vez a los pocos minutos de que tú estés tranquilo y relajado en tu casa. Además, hay otros aspectos a considerar.

—Pues tú dirás. Esto se ha convertido en una charla de aspectos filosóficos muy personales.

…continuará…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Entrada siguiente

ESQUIZOFRENIA (11) Válvula de escape

Jue Feb 29 , 2024
—Mira, no soy tonta ni pretendo parecerlo. A un hombre tan guapo y tan galán como tú, le estará esperando una bella dama en su hogar. No te estoy juzgando, simplemente es lo habitual en buena parte de los tíos que aparecen por aquí a desfogarse. Es más, tras varios […]

Puede que te guste