LOS OLIVARES (127) Tensión en la búsqueda

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—¡Eso es, lo había olvidado! —exclamó el jefe de la Guardia Civil—. Entonces, usted me está comentando que ha sido la ahijada del señor marqués la que ha tenido ese sueño premonitorio. Pues cuénteme, porque igual nos llevamos una sorpresa.

—Fíjese bien, porque hace unas dos horas ella me relató que en su sueño había visto a mi hermano como sentado sobre el suelo y en una zona de árboles, con la cara ensangrentada y según su versión, él estaría muerto porque se encontraba inmóvil. Ya sé que me va a decir que solo se trata de la visión de un sueño, pero si usted la conociera, comprobaría que es una mujer muy intuitiva. Se sorprenderá, pero no es la primera que le ocurre un fenómeno de esa naturaleza. Por ese motivo, yo me asusté cuando la escuché y fue por ello por lo que acudí a usted en busca de ayuda. No sé si ese dato puede darle alguna señal para la búsqueda, pero algo es algo. Quiera Dios que le encuentren, aunque no en ese estado.

—Sea como fuere, ya sé lo que voy a hacer. Voy a mandar a varias patrullas a que recorran las zonas arboladas que existen en los alrededores de la ciudad. Si tenemos suerte y lo de esa señorita Rosario es cierto, es posible que nos llevemos una sorpresa y resolvamos el caso. Es una hipótesis muy aventurada, pero mientras que obtengamos algún testimonio o algún dato más, será una buena pista para comenzar con su rastreo.

—¿Y si los datos de Rosario se refiriesen a otras zonas alejadas de la capital?

—Si fuese en el interior de la ciudad o proximidades, lo lógico es que algún peatón que pasase por allí le hubiese localizado. Eso me hace sospechar que deben ser áreas cercanas a la ciudad, pero algo más alejadas. Venga, anímese, señorita. No nos costará mucho peinar el perímetro en torno a Badajoz. Mis hombres están experimentados. No perdemos nada con investigar esa corazonada, sueño o lo que sea. Así comprobaremos si la intuición de la señorita Rosario es acertada o no.

—Señora. Ella se casó hace unas fechas con el veterinario que trabaja con nosotros, tanto en la casa de mi padre como en la mía.

—Ah, pues dele la enhorabuena de mi parte.

—En fin, me voy al bufete de mi hermano para charlar con los empleados. A ver si me entero de algo nuevo. Por favor, estaré toda la tarde allí. Si hubiese alguna novedad, le ruego que me llame a ese despacho.

—Es un placer colaborar con usted, doña Alicia. Le mantendré informada y espero darle noticias positivas. Muchos recuerdos para el marqués y ojalá que Dios le dé fuerzas para aguantar el trance al que se enfrenta.

—Muchas gracias, don Antonio.

Transcurrieron unas horas más hasta que la tarde empezó a declinar. De repente, el teléfono del despacho de Carlos sonó…

—¿Diga?

—Buenas tardes. Soy el jefe de la comandancia de la Guardia Civil de Badajoz. ¿Podía pasarme con la señorita Alicia de Salazar?

—Sí, ahora mismo —respondió una nerviosa Lola, la secretaria del abogado.

—Dígame, don Antonio.

—Buenas tardes. Según me consta en el registro, su hermano poseía un vehículo Mercedes Benz de importación y de color negro. ¿Es correcta esa información?

—Sí, es verdad, la última vez que estuvo en mi casa utilizó el mismo coche.

—Como hay poca gente que tenga en Badajoz ese auto nos ha sido relativamente fácil localizarlo. Estamos avanzando, se lo aseguro.

—¿Por qué lo dice, señor? —preguntó Alicia con inquietud.

—Al estar el coche aparcado en las afueras, no creo que su hermano lo dejase muy lejos del lugar donde se encuentre. Lo debió estacionar allí, aunque no sabemos en qué momento ni el porqué. Después, seguro que caminaría por esa zona. Estamos cada vez más cerca, señorita. Por favor, confíe en nosotros y en nuestra labor. Esté atenta al teléfono.

—Muy bien, teniente coronel. Muchísimas gracias por su esfuerzo.

Un tiempo después, la hija del marqués se quedó sola en el despacho, pues todos los empleados se habían ido a casa al llegar la hora de salida. Como no quería separarse del teléfono a la espera de noticias, decidió permanecer allí, aunque oscureciese.

A eso de las 9 de la noche…

—¿Doña Alicia? Soy yo de nuevo, el teniente coronel. Lo siento en el corazón, de veras, pero tengo que darle malas noticias.

—¿Qué me dice usted, don Antonio?

—Pues no le voy a ocultar la verdad, señorita. Hemos encontrado el cadáver de un hombre, no muy lejos de donde estaba situado el Mercedes negro. Aún me acuerdo de su aspecto en aquella comida en «Los olivares». No tengo ninguna duda, porque yo mismo le he reconocido por su rostro: lamentablemente, se trata de su hermano, de don Carlos de Salazar. Aun así, preciso asegurarme.

—Dios mío, no puedo creerlo.

—Mire, le comento lo que vamos a hacer. Le voy a enviar un coche con dos guardias para que la recoja. Por favor, baje a la calle para acelerar el trayecto. Después la traerán hasta aquí, para que sea usted la que confirme definitivamente la identidad de la víctima. Es que no llevaba ningún tipo de documentación ni en su ropa ni en el interior del vehículo.

—Sí, ya bajo —respondió Alicia—, mientras que su cara se llenaba de lágrimas recordando a toda velocidad la trayectoria vital de su hermano y la tormentosa relación que ella misma había mantenido con él.

…continuará…

2 comentarios en «LOS OLIVARES (127) Tensión en la búsqueda»

  1. Inflizmente, Carlos está morto. Alícia sofre com esse final triste, afinal Carlos nunca ouviu ninguém, sempre fez o que achava certo. Alícia sofre em ter que reconhecer o corpo de Carlos. E o Marquê sofrerá muito mais com a morte de seu filho.Mas cada pessoa tem livre arbítrio para escolher seu caminho.

    1. Sim, as pessoas têm esse livre arbítrio para fazer escolhas e logo, devem assumir essas consequências. Beijos, Cidinha e Feliz Natal para você e família. Grato sempre.

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