LOS OLIVARES (103) La sentencia del marqués

2

—Pues la verdad es que están encantados, Alfonso. Como es lógico, me han pedido mucha sensatez y prudencia y me han preguntado cien veces si mis sensaciones respecto a Rubén eran verdaderas. Normal, ¿verdad?

—Sí, es lo lógico; lo habitual en unos buenos padres que se preocupan por los afectos de su única hija. Y yo te digo… ¿es ese chico el hombre que tú esperabas?

—Padrino, las certezas no son absolutas. ¿Quién en este mundo las tiene? Pero las sensaciones son totales. Resultó un flechazo tan profundo que me atravesó el corazón; y que conste que eso fue el primer día, nada más contemplarle desde el caballo —afirmó Rosario mientras que cerraba sus ojos y apretaba las manos del marqués.

—Pues genial, hija. La vida se abre camino y yo me digo… ¿qué es la vida sin amor? Que Dios os bendiga y ya sabes, chiquilla, que puedes contar conmigo para lo que quieras. Es mi palabra y mi compromiso contigo desde que llegaste al mundo.

Semanas después, don Alfonso recibió un requerimiento urgente de la justicia. Debía presentarse en los juzgados de Salamanca donde como esperaba desde hacía tiempo, se le notificaría la sentencia recaída en su causa por sus antecedentes masónicos. En esta ocasión, Alicia y Rosario le acompañaron en su viaje para mostrarle su adhesión y procurarle todo su apoyo emocional. La suerte estaba echada para el aristócrata, propietario de «Los olivares».

—¡Levántese el acusado! —manifestó el presidente del tribunal—. En Salamanca, en el mes de junio de 1941, una vez examinados los hechos probados y con fundamentos de derecho, este tribunal declara al acusado, don Alfonso de Salazar y Agudo, marqués de Salazar, culpable de un delito de pertenencia a la masonería, por lo que se le impone de acuerdo a la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo, promulgada el 1 de marzo de 1940, a una pena de doce años y un día de reclusión.

Justo al oír aquellas palabras, el aristócrata se apoyó sobre la barandilla de madera que había en el estrado. Notó como que se le nublaba la vista y en segundos, repasó su vida hasta ese momento por completo. En aquel trágico instante, notó en su pecho como el empuje de una mano familiar que le elevó el cuerpo mientras le incitaba a resistir. Se giró hacia atrás, buscando con desesperación la mirada cómplice de su ahijada, la cual le sonrió y le aportó la confianza que le faltaba en tan grave situación. Era la señal acordada entre Alfonso y su amada Rosarito, a fin de que él supiera que su querida esposa, Teresa, estaba allí, junto a él, para ayudarle en tan dramáticos momentos.

—¿Por qué sonríes, Rosarito? —preguntó extrañada Alicia—. ¿Qué estás viendo que yo no veo? Además, ¿por qué le sonríes a mi padre? ¿Qué os traéis entre manos que no me estoy enterando de nada? Es que no aguanto más, es que me voy a echar llorar en medio de toda esta gente.

—Tranquila, «hermanita». Sé fuerte. Alégrate, que tu madre se halla aquí y está sosteniendo a mi padrino. Ella le anima desde el otro lado y le dice a tu padre en su oído que conserve la esperanza.

—Que Dios te bendiga, Rosarito. Y que así sea —dijo una emocionada Alicia mientras que limpiaba las lágrimas de su rostro.

Mientras tanto, el magistrado prosiguió con la lectura completa de la sentencia…

—No obstante y considerando los atenuantes cualificados que concurren en el caso, este tribunal expone los siguientes argumentos:

«Consta que el acusado causó baja en la criminal organización a mediados de 1935, sin poder precisar fecha exacta, por lo que han transcurrido en la actualidad más de seis años sin que haya constancia de que el acusado haya recaído en su pertenencia a la masonería. Por otra parte, hay que remarcar que el señor de Salazar contribuyó decisivamente y de manera espontánea al apoyo económico de la gloriosa causa del Alzamiento Nacional al poco de producirse esta. Vistos los factores concurrentes, tanto el abandono definitivo de dicha organización subversiva como su firme compromiso con el establecimiento del nuevo Estado Nacional, este tribunal en uso de sus plenos derechos y facultades, decide conmutar la pena de prisión al acusado por la imposición de una multa por valor de cien mil pesetas que deberá hacerse efectiva en este juzgado antes de tres meses. En caso de incumplimiento del abono de dicho capital, el acusado deberá ingresar en prisión para cumplir la pena de doce años y un día, condena que no se verá afectada por la reducción de penas por el trabajo. Queda notificada esta sentencia en Salamanca en el día de la fecha. Todo el mundo en pie».

Tras unos segundos de silencio en los que los miembros del tribunal se retiraron del estrado…

—Mi buen Agustín —pronunció con dificultad don Alfonso entre lágrimas mientras se dirigía a su abogado abrazándole—. Lo hemos luchado juntos y así lo hemos conseguido. Estoy agradecido a Dios porque me ha librado de morir en prisión. Ya me falta tiempo para contactar con el administrador de mis bienes o estos me encierran si no tienen constancia del pago. Me temo que deberé vender uno de mis inmuebles en Madrid. ¡Ay, cuántas batallas hemos librado juntos, amigo! Ya ves, creo que, pese a la humillación, hemos salido victoriosos. Gracias, Dios mío, por permitirme regresar con mi esposa desde la intimidad de mi casa.

—No se preocupe señor marqués —respondió un sonriente letrado—. Esta pesadilla acaba de finalizar y todavía le restan muchas cosas por hacer en la vida. Habrá que realizar un esfuerzo económico, pero lo peor, lo hemos evitado.

—Que así sea, Agustín. Esperaremos acontecimientos. Y vosotras, mis niñas —dijo don Alfonso dirigiéndose a Alicia y a Rosario— ya podéis acercaros a felicitar a vuestro padre y padrino.

…continuará…

2 comentarios en «LOS OLIVARES (103) La sentencia del marqués»

  1. Belíssimo capitulo. Estou muito feliz, porque a Espiritualidade trás esperança e conforto diante dos desafios da vida
    Ela proporciona paz interior. O que conta é ter uma vida moral elevada que é expressa por meio das “ ações” , a maneira como agimos com o outro, nos negócio, no amor, enfim, deixar o rancor de lado .
    E o Marquês tem uma conduta moral ilibada, é homem de bem. Parabéns Sr. Marquês, penso que posso dizer “já venceu”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Entrada siguiente

LOS OLIVARES (104) Haciendo balance

Dom Oct 1 , 2023
Transcurrieron varias semanas desde aquella noticia. La alegría inicial por haberse salvado de la cárcel no evitaba el hecho de que el marqués debía depositar en el juzgado de Salamanca la considerable cantidad establecida en la sentencia. Por ello, el aristócrata debió ausentarse de su finca de «Los olivares» y […]

Puede que te guste