LOS OLIVARES (90) ¿Quién es Rosarito?

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—Entonces, acomodémonos dentro y ya te preparo yo el café.

—¿Usted me va a preparar un café?

—Pero, muchacho ¿crees que no tengo manos? Desde luego que a mí no se me caen los anillos. Anda, no me juzgues con tanta severidad. Eso es porque no me conoces; no es tu culpa. Vamos a la cocina a por ese excelente café y luego te contaré una historia que te dará la mejor perspectiva de la señorita Rosario y del motivo de mis risas hace unos minutos.

—Vaya, me temo que me voy a llevar alguna que otra sorpresa y de las gordas.

Una vez que las tazas humeantes de aquel líquido negro esparcían su reconocible aroma por la estancia, Alicia tomó la palabra al sentarse junto a la mesa y permanecer como a un metro de distancia del joven veterinario.

—Has oído hablar de Rosarito como la ahijada del marqués. Pero… ¿te has preguntado alguna vez por quiénes son sus padres en realidad?

—Ni idea. Supongo que serán unos condes, unos barones o algún que otro miembro de alta cuna. La verdad es que no conozco muy bien ese mundo ni las distinciones entre ustedes.

—Sí, tu conclusión es de lo más lógica, aunque divertida por incierta. Te lo diré con claridad: el padre de mi buena Rosarito en un mozo de cuadras que lleva muchos años trabajando con nosotros en la casa del marqués. Seguro que ya has coincido con él en «Los olivares» porque también se encarga de los caballos.

—¡No puede ser! —exclamó un asombrado Rubén mientras que daba un largo sorbo a su taza de café y estiraba su espalda.

—Pues así es, jovencito. No me he inventado nada.

—Entonces, ¿cómo se llama ese señor?

—Juan Gallardo es el nombre del padre de Rosario.

—Claro, ya sé, ahora le recuerdo. Me acompañó junto a don Alfonso el primer día que acudí allí y me fue explicando cosas sobre los animales. De todas formas… no logro entenderlo. ¿Cómo es posible que esa señorita tan refinada, tan bien educada y que viste como un ángel sea la hija de un mozo de cuadras? En este asunto hay algo que no encaja, doña Alicia.

—¿Qué te ocurre, chico? ¿Acaso piensas que la belleza, la elegancia o el saber estar son aspectos que solo pertenecen a la aristocracia? Cuanto antes te des cuenta de que eso no es así, mejor. Mira, abandona esa cara de extrañeza que no te favorece. Todo tiene su explicación. Aunque te cueste trabajo creerlo, mi padre tuvo un golpe de intuición cuando ella nació. Rosario vino de nalgas, su vida corría peligro y milagrosamente, se salvó. Sería su destino o qué se yo, tal vez el mismo Dios que le encomendó al marqués una misión en la que no podía fallar. Lo cierto es que don Alfonso la adoptó en cuanto nació y les prometió a sus padres que la educación de la niña correría de su cuenta. Y como mi padre es una excelente persona y cuando empeña su palabra en hacer algo, lo cumple hasta el final… pues ahí están los resultados. Como tú has afirmado antes, la chiquilla es un auténtico ángel. Solo le faltan las alas.

Tras relatar Alicia a Rubén más pormenores de la infancia de aquella a la que consideraba como una hermana…

—Solo le puedo decir que esa mujer está tocada por la mano de Dios. No se me ocurre otra explicación. Menuda suerte tuvo con que su padrino fuese un hombre tan singular como el marqués. Lo que son las circunstancias de la vida… Y dígame una cosa, doña Alicia; si la señorita Rosario hubiese nacido sin complicaciones… ¿cree usted que su padre la habría apadrinado igualmente?

—Uf, vaya pregunta. Supongo que sí, porque desde los primeros días ya se comprobó que don Alfonso tenía predilección por esa criatura. Lo de venir con ese parto tan difícil fue la excusa para hacerse cargo de ella, je, je…

—Ah, es una posibilidad. Quién sabe… tal vez esa forma de llegar al mundo fue la circunstancia que despertó en su padre ese gran amor.

—Podemos hacer una y mil especulaciones, Rubén. Lo único cierto es que don Alfonso le proporcionó a Rosarito la mejor instrucción, con los mejores profesores particulares que venían a la finca a educar a la cría, que la niña aprendió a la perfección a hablar y escribir en francés y que accedió a la mejor educación, entre otras cosas, porque desde muy pequeña se apasionó por la lectura. Y leer, amigo, te abre la mente y la perspectiva de tu alma a nuevos horizontes.

—Dios mío, me está usted describiendo a la mujer perfecta, a aquella por la que cualquier hombre suspiraría.

—De eso ya no estoy tan segura. Es posible que exista una considerable cantidad de señores que solo pretendan que sus esposas estén en casita dedicándose a la cocina, a satisfacerles sexualmente y al cuidado de la prole. Eso, evidentemente, es incompatible con la formación que tiene mi «hermanita». Sería desaprovechar su inmenso talento, pero esa es mi opinión, yo no voy a discutir por lo que cada hombre de este planeta le pide a la mujer que ama. Y como cada persona desarrolla sus propias particularidades, simplemente se trataría de descubrir que aquello que os una supere con creces a aquello que os separe.

—Si me paro a pensar, un hombre que no valorase los dones de la señorita Rosarito estaría como ciego, aunque reconozco que, sobre gustos, no hay nada escrito.

—Entiendo que lo importante es que esa pregunta te la hagas a ti mismo para observar tu reacción.

—Doña Alicia, ¿me permitiría hacerle una pregunta comprometedora?

—Pues claro que sí, Rubén. No obstante, ten en cuenta una cosa. No existen preguntas comprometedoras, solo respuestas comprometedoras. Además, nadie está obligado a contestar ante determinadas cuestiones.

…continuará…

2 comentarios en «LOS OLIVARES (90) ¿Quién es Rosarito?»

  1. Rubén estranhou a diferença de classes sociais entre Rosarito e seus pais. Ficou intrigado em saber que Rosarito não fazia parte da nobreza . Com certeza depois de tais descobertas Rubén não vai se esquecer do delicioso café com muitas informações a respeito do seu amor.

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