—En cuanto te pusiste a hablar de la situación de tu padre por ese asunto de la masonería, tu protectora se situó junto a ti y me ha enviado señales más que suficientes.
—¿«Señales suficientes»?
—Sí, las justas como para interpretar que la coyuntura será difícil y peligrosa, pero que, finalmente, Alfonso saldrá triunfante de esta complicada situación.
—Uuufff… —resopló la hija del marqués relajándose en el sillón—. Dios mío, qué tranquila me he quedado. Pero… ¿qué datos posee mi ángel sobre este problema? ¿Qué cosas concretas te ha revelado?
—Eh, tranquila, hermana. No me ha aportado ninguna noticia específica sobre mi padrino, tan solo ha esbozado una sonrisa leve y tranquila para que no nos preocupásemos en exceso. Ya sabes el dicho: «Dios aprieta, pero no ahoga». Los espíritus, a menudo, no te proporcionan la descripción detallada de algo, pero te transmiten una sensación de paz o de armonía para que entendamos que, a pesar de las dificultades, las personas saldrán airosas de sus aprietos. María, en concreto, me da más información con su mirada que con sus palabras. ¿Acaso te parece poco?
—Si tú lo dices…
—Alicia, ella es sabia. Abandónate a su influencia. Será lo mejor. Te está acariciando el pelo. Echa tu cabeza hacia atrás y disfruta de la sensación. Respira con calma, porque tu padre sobrevivirá a las circunstancias, por muy penosas que puedan ser. Me dice que ha ganado tantas batallas que merece tu confianza. Te bendice con una sonrisa maravillosa y te anima a seguir transformándote, a tu ritmo y a tu manera. Conoces tu meta, no decaigas en tu actitud y continúa con tu camino. Es todo cuanto puedo comentarte, hermana. Ella me lo dice y yo te lo trasmito con todo el amor de su parte.
A aquella hora de la noche, la hija del marqués cerró sus ojos y disfrutando de las sensaciones que le proporcionaba aquel buen espíritu, recorrió en segundos los escenarios más importantes de su vida, como queriendo hacer memoria de los episodios más trascendentes de su existencia. La mujer se emocionó profundamente y unas lágrimas recorrieron su rostro con lentitud, como queriendo mostrar el agradecimiento que sentía en aquellos mágicos instantes. Manteniendo su postura relajada en el sillón y descubriendo ligeramente sus ojos, Alicia comentó:
—Hermana, de todo corazón, dile a María que la amo con toda mi alma, como se quiere a quien no se ve, pero se siente. Dale de mi parte el beso más afectuoso y, por último, pídele que jamás me abandone y que cuide de mí en las dificultades.
—¡Ay, Alicia, tu oración me ha llegado al corazón! Yo también te lo digo: ¡Que Dios te bendiga en todo momento y todo lugar! Por lo demás, no te preocupes. No hace falta que digas nada más ni que yo sea tu intérprete. Ella te ha escuchado a la perfección. ¡Dios, qué emoción! Ella asiente con su cabeza y te abraza. Qué muestra de amor. Hacía tiempo que no contemplaba una escena de afecto tan hermosa.
Poco a poco, con una dulce sensación de adormecimiento en su cuerpo, la hija del marqués se fue incorporando lentamente hasta quedarse de pie.
—Rosarito, me siento tan bien, tan llena de energía y alegría… No se puede comparar esta sensación de plenitud con ninguna otra.
—Por supuesto, querida. ¿Aún dudabas de la influencia espiritual? He aquí un «regalo de arriba». Durante unos segundos has permanecido entre dos mundos. No creas que ha resultado una experiencia menor. Dios nos ha otorgado la posibilidad de coincidir en esta vida. Aprovechémoslo.
—Sí, desde luego. Después de lo que hemos hablado, ahora ya sé que mi padre saldrá indemne de esta situación, porque no existe ningún poder temporal que pueda derrotar a las fuerzas celestiales. Gracias, hermana. No sabes el regocijo que siento.
Ambas mujeres, ya de pie, se aproximaron y se fundieron en un inmortal abrazo pleno de luz.
*****
Unas semanas después, los rumores dejaron de ser rumores y se volvieron certezas. Ana María no pudo aguantar más la presión que existía alrededor de ella. Nada más confirmar la noticia por fuentes cercanas que incluía a su círculo íntimo de amistades en España, tomó una decisión. Ya no tenía por qué soportar por más tiempo al insolente de su marido. Haciendo de tripas corazón, pero animada por una férrea voluntad, una mañana alquiló un taxi, cogió a sus dos hijos pequeños y se mudó a Estoril en la costa portuguesa para no volver a Badajoz. Sus padres y resto de familia le proporcionarían el afecto y el apoyo que, salvo los primeros años de su matrimonio, no había recibido de Carlos en España.
Los críos, que sabían portugués porque su madre les había educado en la lengua de Luís de Camões, no tendrían ningún problema en adaptarse a su nuevo colegio en el país lusitano. En aquella coyuntura, la furia que experimentó Carlos por la decisión de su antigua mujer se traspasó a la bebida y a los clubes de alterne. Durante unas semanas se hizo cliente habitual de los círculos más selectos de la noche. Buscaba con empeño aquellos lugares donde pudiera desahogarse de la rabia contenida a través del alcohol y el sexo. No era consciente de lo que había motivado el abandono por parte de su mujer, porque su limitada mente, invadida por el orgullo, no aceptaba la dimisión de Ana María de su papel como esposa.
En cualquier caso, la decisión de separarse por parte de la mujer no resultaba definitiva. Ella quería darse un período de reflexión amplio a fin de adoptar en el futuro una decisión conclusiva sobre su situación sentimental y legal.
…continuará…
A prática do bem contribui para o nosso bem-estar espiritual e emocional, além de ajudar a criar um mundo melhor e mais justo para todos nós. A fé e a espiritualidade podem ser um guia e uma fonte de inspiração para nos ajudar a alcançar nossos sinceros objetivos..
Esse deve ser nosso alvo: fazer o bem para avançarmos.