LOS OLIVARES (48) Si Teresa hubiese estado…

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—Mirad, ese dominio se explica porque él se deja influenciar. Podría rebelarse, oponerse… pero yo me pregunto: ¿para qué Carlos iba a hacer eso? Solo hay que estudiar los rasgos de su cara o sus expresiones cuando ese espíritu se presenta a su lado. Tengo la impresión de que para él resulta más cómodo dejarse llevar por ese ser oscuro que luchar contra su dominio. ¿Queréis saber el motivo?

—Me lo imagino, Rosarito. Es simplemente por su naturaleza y porque no lo puede evitar —contestó con rapidez Alicia.

—Respuesta parcialmente correcta. Si se lo propusiese, claro que podría luchar contra ese influjo, pero en la actualidad, le resulta más cómodo ser dirigido que dirigir. Os lo aseguro: he visto muchos espíritus acoplados a seres de carne y hueso manipulando, a través del pensamiento, las vidas de las personas. Supongo que, si Dios lo permite, se debe a que supone una prueba para el hombre, a fin de que luche contra esas malas tendencias que todos llevamos por dentro, unos más y otros menos.

—Dios mío —admitió Alicia—, qué juego de fuerzas hay en la existencia, unas a favor del bien y del progreso y otras que luchan por mantener al individuo paralizado en la negatividad, en la maldad.

—Lo has expresado muy bien, «hermana». En el caso de Carlos, digamos que la solución es complicada.

—¿Por qué, Rosarito? ¿Tan mal está mi hijo?

—Padrino, tu hijo ha de desarrollar su voluntad para separarse de esa especie de juez siniestro que tan solo le empuja a los malos actos, a hacer sufrir a otras personas, incluida su familia y a cualquiera que se cruce en su camino. Primero, debería darse cuenta de lo que le está ocurriendo. Segundo, puede que sea algo consciente de ese proceso, pero… si no desea cambiar, no lo va a hacer, porque se recrea en ello. Carlos está siendo desde hace tiempo la marioneta útil de ese ente perverso y se deja llevar hacia mares lúgubres porque esa es la tendencia que habita en él.

—Qué buena descripción de la postura vital de mi hijo y de su grave problema —afirmó con convicción don Alfonso—. Eso explicaría también su desidia consigo mismo. Puede que le vaya bien en lo profesional, incluso que ese «jurista» del otro plano le facilite las cosas, pero… ¿qué es un hombre sin sentido moral? ¿Qué es de una criatura sin una tabla de valores sobre la que guiar su comportamiento, su existencia?

—¡Cuánta razón tiene padre! Ese es el verdadero reto que debería afrontar mi hermano.

—¿Ves, Alicia? Los motivos de mis preocupaciones no son vanos —respondió pensativo el marqués—. Cuando Rosarito empezó a desarrollar sus habilidades, ya de niña, ella misma me lo advirtió. Y yo, por desgracia, he podido dar fe de sus consejos. Mi hijo siempre ha estado en malas manos, creo que las dos me entendéis. Y estoy de acuerdo con tu planteamiento: solo él puede rectificar y a él le corresponde esforzarse y transformarse, romper esas cadenas que le atan al mal y que le llevan a una vida desorganizada y exenta de valores.

En aquella emotiva conversación en torno a la mesa, la hija del marqués se mordía la lengua para no revelarle a su padre la disputa que había mantenido con Carlos tan solo hacía unas horas. El noble desconocía por completo el lío de faldas en el que se hallaba inmerso su hijo. Para no aumentar la sensación de disgusto y desazón del aristócrata, no quiso hacer referencia al asunto y decidió permanecer callada, aunque deseaba con todas sus fuerzas desahogarse del enésimo berrinche que le había provocado su hermano.

—En fin, mis queridas mujercitas, que no le veo yo un buen final a este tema. Y con mi edad, lo que yo anhelo es un poco de tranquilidad. Ya veis que esto de relajarse incluso enclaustrado en «Los olivares» está complicado. Se ve que es mi sino.

—Padre, no le dé usted más vueltas a la situación. Las personas son libres, tanto para mejorar su conducta como para empeorar si así se lo proponen. A cada cual le corresponde dirigir su vida. Su hijo ya tiene edad suficiente como para madurar. Si no lo hace, por más que nosotros nos obsesionemos, no conseguiremos nada. Por ahora tiene salud, un buen trabajo y una familia a la que cuidar. Es su destino y aunque a nosotros nos afecte, creo que es mejor librarse de una carga sobre la que no ejercemos ningún control. Ahí está el pasado para comprobarlo. ¿Acaso es la primera vez que ha tenido una reacción tan desagradable como la que ha mostrado hoy en el almuerzo? Pues eso. Es un hombre que no escucha, que no se deja aconsejar, que se cree en posesión de la verdad. Además, bebe como un cosaco, probablemente para no enfrentar el reproche de la voz de su conciencia, si es que le queda algo. El alcohol le causa letargo y eso le satisface. Ya conocemos los motivos.

—Si yo soy el primero en retratar sus carencias, Alicia. Lo que pasa… es que estoy tan decepcionado… Decidme, ¿en qué me he equivocado? ¿Tú crees que yo le he dado malos consejos? ¿Quizá me he despreocupado con su educación? ¿He sido un mal ejemplo para él? Siempre he tratado de influenciarle acorde a unos valores morales sanos, pero… algo ha debido fallar, porque le miro, y no le reconozco como mi propio hijo.

—Padre, por favor, le comprendo, pero no se torture más, se lo ruego. Se lo digo por su salud o como continúe así, con ese complejo de culpa, usted mismo reducirá los días de su existencia.

—Dios mío, me pregunto si la falta de su madre no habrá tenido mucho que ver con su mala actitud. Él solo tenía siete años cuando Teresa se fue. Era un crío. Si mi mujer se hubiese quedado junto a nosotros, si hubiese educado a su hijo con firmeza, seguro que todo se habría desarrollado de otra forma y hoy no estaríamos hablando aquí de él, de su mal carácter.

…continuará…

2 comentarios en «LOS OLIVARES (48) Si Teresa hubiese estado…»

  1. É uma situação difícil e estressante. Carlos necessita de ajuda de um profissional e espiritual. Se tivesse crescido com a mãe, é difícil prever como seria sua vida.
    Cada pessoa é única e o fato de ter crescido sem a mãe não seria o único fator a influenciar seu comportamento. O problema de Carlos é a entidade que o domina.

    1. Concordo coma sua opinião. O verdadeiro problema é que Carlos não tem interesse em se afastar desse juiz do outro lado. Obrigado e abraços, Cidinha.

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Jue Mar 16 , 2023
—Padrino, seamos ecuánimes. Ni cien madres como doña Teresa habrían evitado esta situación. Las naturalezas como la de Carlos, tarde o temprano, acaban por dar la cara. Y si esa es su tendencia, tendrá que ser él mismo quien apechugue con la laboriosa tarea de transformarse. Está claro que nosotros […]

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