—No es cierto. Usted se indigna porque sabe que llevo la razón. Mire, reconozco que esa chica, desde que nació, nunca me cayó bien. Acaba de comenzar a desarrollar su pubertad, pero no quiero ni imaginar cómo será cuando se convierta en una mujer. Es muy probable que «gracias» a su tutela se le suba la grandeza a su cabeza y empiece a creerse quien no es.
—Deja ya de soñar con fingidas alarmas que solo salen de tu inconsciente más mezquino. Tú presenciaste su nacimiento y sabes muy bien que la pobre sobrevivió porque Dios lo quiso. ¿Acaso no sabes que el Creador tiene sus propios designios para con cada uno de sus hijos? Ella tenía que llevar una vida diferente a las que le hubiesen dado sus padres. Lo sé, pero en vez de tomarlo como una inquietud, yo procuro ver aquí el lado positivo. Ya has cumplido los veintiséis años y parece mentira que aún no distingas entre los actos que proceden del libre albedrío y aquellos que provienen de las alturas. Ese día primaveral la intuición vino a mi encuentro y por eso, me he esforzado durante los últimos doce años en ser coherente con ese mensaje que surgió en mi conciencia. Hemos de ser congruentes con las corazonadas que brotan de nuestro interior.
—A veces me confunde, padre. No acabo de entender a qué conduce tanta generosidad, tanto sacrificio, tanto dinero y tiempo invertidos en esa cría. ¿Qué quiere que le diga? Ojalá que no se haya equivocado con su apuesta por esa jovencita tan maleducada. No pretendo ser gafe, pero solo espero que, en el futuro, esa adolescente no se convierta en una desagradecida rebelde, marrullera y taimada.
—¡Vaya por Dios, Carlos! ¿De veras crees que ella responderá de ese modo a mi cariño y dedicación? No, no respondas, que ya conozco tu respuesta. Yo prefiero vivir instalado en mi optimismo que en el desprecio que tú muestras.
—Perdone que discrepe de su criterio. No quiero ser negativo, simplemente realista.
—¿Qué quieres decir?
—Mire, yo vengo por aquí de vez en cuando y guardo muchos recuerdos felices de mi infancia. También acudo a «Los olivares» a hablar con usted y a relajarme en esta maravillosa finca. Sigo siendo el primogénito ¿no? El trabajo no debe ser todo y aunque habite en la capital, procuro enterarme de todas las novedades que suceden en esta casa.
—Qué cosas mencionas, hijo. Por favor, deja de andarte por las ramas y di lo que tengas que decir. No me gustan esos rodeos que son tan de tu gusto. Entiendo que, por tu profesión de abogado, estés acostumbrado a ese lenguaje jurídico que puede interpretarse de múltiples formas. Sin embargo, observando cómo ha bajado el nivel de mi botella de brandy, es normal que estés soltando toda esa mierda que anida en tu pensamiento. No hallo otra explicación a tu comportamiento y a tu obsesión con Rosarito.
—Vaya, qué duro es usted conmigo. Ya lo podía ser también con esa cría que no lleva ni una gota de su sangre corriendo por sus venas. Vale, con sus insinuaciones, me ha provocado usted lo suficiente como para revelar toda esa porquería que habita en mi mente. Ánimo, escuche mi opinión sobre este turbio asunto.
—Bueno, lo que me faltaba oír. Calificas a mi ahijada como un «turbio asunto». No doy crédito a ese veneno que se ha instalado de tu corazón.
—¿Quiere que empecemos por todo el dinero que usted ha dilapidado en una criatura a la que contemplo como una desequilibrada mental?
—Menos mal que yo la veo muy sensata y muy capaz.
—Mis previsiones son funestas. Con el paso del tiempo irá a peor. Un día no muy lejano renegará de sus padres, de la clase social a la que pertenece y de sus orígenes. Se pegará a usted como una lapa, simplemente para desvincularse de la vergüenza que le supone haber nacido en una casa junto a un establo donde huele a estiércol.
—¿No crees que estás arriesgando al calificar a mi Rosarito como una traidora a los suyos cuando tan solo acaba de iniciar su pubertad?
—¡Quién sabe! Igual me estoy quedando corto —expresó Carlos mientras que se servía otro trago en la copa de balón.
—He perdido la paciencia contigo hace mucho tiempo. ¿Quieres que me dirija a ti a través de mentiras piadosas? No me gusta disimular, ni siquiera contigo. Primero, agredes a una niña inocente que no puede defenderse de ti y segundo, se te calienta la boca e insultas, tal vez porque careces de otro estilo a la hora de expresarte. Además, te inventas falsedades, acusaciones injustas y argumentos que carecen de base para que yo sea testigo de tu bajeza moral.
—Ja, ja… ¿Indefensa esa jovencita? Yo diría que es más bien una bruja, con todo lo que conlleva esa imputación. ¿Ve? Ha iniciado usted la provocación, como dando a entender que soy un espíritu lleno de resquemor y envidia y al final, me obliga a confesar las cosas que siento.
—Ay madre, tú sí que eres turbio. Jamás bebería de cualquier agua que me ofrecieras. Aunque me esforcé contigo y Dios bien que lo sabe, reconozco mi estrepitoso fracaso. No supe estimular la compasión en ti, ni siquiera el más elemental sentido cristiano. Solo el Creador sabe de mi sufrimiento interior por ver cómo hablas y cómo te comportas. Solo me pregunto de dónde viene todo ese veneno que te sale por los poros del alma. Pido perdón al cielo si no me sacrifiqué por ti lo suficiente. Debí hacerte cambiar cuando aún estabas a tiempo, cuando el arbolito de tu maldad podía haberse redirigido hacia la luz para que diese frutos de misericordia y no de perversidad.
…continuará…
Carlos tem ciúmes e medo que Rosarito, terá parte na fortuna da família. Por outro lado, é insensível e mal-educado.
Carlos parece ter um ódio dela que parece vir de outra parte da história. Beijos, Cidinha.
Entendi, Carlos é desumano e cruel. Possui impulsos primitivos.
Eu acho que sim. Vamos ver se essas tendências mudam ou não.