—Venga, cariño, bajemos un poco el tono —respondió el profesor mientras que movía sus manos de arriba a abajo en un gesto de distensión—. Yo te comprendo; incluso admito que muchos reaccionarían como tú. Sin embargo, piensa una cosa. Esto puede parecer una locura, pero está ocurriendo. Hemos alcanzado un punto en el que ya no sería lógico que este señor se retractase de todo lo que me ha dicho. Mantuvimos varias conversaciones. Me cuesta trabajo pensar que no vaya a cumplir su compromiso. ¿Qué es lo peor que podría suceder?
—Está claro. Que todo se trate de una broma cruel y que no ocurra nada.
—Si eso es lo peor, no creo que me vaya a traumatizar. ¿Que no se aparece más en mis noches? Pues ya está. Creeré que ha sido un sueño producto de mi imaginación desbordada, de mis ganas escondidas por publicar una novela, solo eso. La vida continuará con normalidad.
—Eso espero.
—Ya, Lola. Pero… ¿y si el cronista cumple con su promesa? ¿No sería una maravillosa oportunidad para publicar un libro? Hasta tú misma te sentirías orgullosa y satisfecha por el deber cumplido de tu marido. No sé lo que va a pasar, pero no aprovechar esta ocasión… creo que no me lo perdonaría.
—Sí, Ale. Lo noto en el brillo de tus ojos. ¡Vaya verano que me espera! Tendré que quedar con alguno de mis hermanos o simplemente, con mis amigas. Tú estarás muy ocupado. Ojalá que tu conciencia te guíe. Por cierto, tengo una duda.
—¿De veras, Lola? ¿Solo una duda?
—Sí. Supón que todo esto es una falsedad. No hay por qué desechar esa posibilidad.
—¿Una falsedad? Veamos a dónde quieres llegar.
—Piensa en cómo funciona tu cabeza. Llevas tantos años con ese proyecto que, un día, te das cuenta de que estás escuchando la voz de ese señor, alguien a quien no conoces, pero que, curiosamente, te va a facilitar el camino para alcanzar tu sueño.
—Ya estamos de nuevo con las finas ironías. Parece que no te has relajado y que tus alertas continúan en un nivel de tensión nada recomendable.
—Ale, nada se puede descartar. Tú no sabes de lo que es capaz la mente humana con tal de lograr sus objetivos. Se puede inventar hasta lo que no está escrito. Si la cuestión se complicase, recuerda siempre que mi amigo Mario va a estar ahí por si necesitas ayuda profesional.
—Lola, lo tuyo ha pasado de la ironía al sarcasmo. No me voy a alterar por tus comentarios. Los interpretaré como una sincera preocupación por la salud de tu marido. En otras palabras, estás inquieta por mí, por el cronista y por todo lo que esto conlleva. Tus manifestaciones son apenas un reflejo de tu amor por mí. ¡Quién sabe, quizá yo haría lo mismo por ti si tú fueses la afectada! Mira, olvidemos a tu compañero. Nada de psiquiatras ni de psiquiatría, ni de pastillas. Me veo normal y me siento normal. Ya me lo dijo el cronista. La farmacología no va a impedir que yo sueñe ni que pueda comunicarme con ese espíritu. Tranquila, mujer, que no voy a inventar nada revolucionario, ni siquiera voy a escribir «El Quijote». Lo más probable es que deba seguir una rutina en estos dos meses y atenerme a sus instrucciones. No parece tan complicado. Quizá no me vaya a sobrar el tiempo y deba renunciar a algunos paseos, a tomarme alguna que otra cerveza o a determinadas actividades sociales.
—¿Te parece poco?
—Bueno, reflexiona, mujer; esto no va a durar toda la vida ni me voy a tener que enclaustrar en un monasterio para seguir los dictados del cronista. Hasta le veo la lógica a todo el proceso. Ahora gozo de tiempo libre. Hubiera sido peor desarrollar esta labor en tiempos de docencia, con el curso empezado y debiendo atender a mis alumnos.
—Pareces convencido de que dos meses serán más que suficientes para completar ese encargo.
—Si me mantengo disciplinado, sí. Me conozco y cuando fijo mi atención en una tarea, doy lo mejor de mí mismo. Conforme vaya avanzando, desenvolveré mi confianza y mi motivación irá en aumento. Eso me ayudará.
—Vaya con la incógnita que tú mismo has despejado. Qué claridad de ideas y qué seguridad.
—Convéncete. No estaré doce horas al día escribiendo. ¡Dios, eso sería insoportable!
—Oye, no perderás el equilibro personal ¿verdad? Con tanta escritura yo me volvería loca.
—Calma, no me voy a convertir en un ser asocial. El tiempo que me sobre lo compartiré contigo.
—Sí, eso dicen todos aquellos que se implican en un trabajo absorbente. Luego, se olvidan del mundo y carecen de horas incluso para su familia.
—Eso solo tiene una respuesta. Tendrás que comprobarlo por ti misma.
—Me siento incómoda con toda esta historia. Supongo que por ese motivo estoy siendo mordaz. Como tú dices, lo que tenga que ser ya se verá. Comprobaremos si este embrujo repentino del que has sido víctima te conduce a algo.
—Justo lo que necesitaba oír. Estoy completamente de acuerdo contigo, Lola.
—Acércate, Ale; ya sé lo que voy a hacer. Te iré dando un beso apasionado por cada uno de los libros que tú o ese ente consigáis vender. Te recuerdo que él habló de cinco mil ejemplares.
—Caramba, con tanto besuqueo me vas a dejar sin aliento. Seguro que esa reflexión te la ha inspirado el cronista, una vez que se ha cerciorado de mi resolución favorable a su propuesta.
—Todo es posible, mi amor. Hoy, vamos a disfrutar de la jornada, por si acaso. Venga, a la playa, no vaya a ser que tu amigo se presente aquí esta misma noche.
…continuará…
Alejandro está decidido a escrever o livro. Se tiver tempo enquanto escreve, terá tempo para Lola. As ironias são exatamente pelo fato de Lola se achar em segundo plano. Talvez isso nem passe pela cabeça de Alejandro.
Um comentário com muito engenho. Obrigado, Cidinha.