—Correcto, Alonso. ¿Y la otra versión?
—Pues hablaría de un plan negativo, justo lo que a mí me viene a la mente cuando voy a hacer algo que me resulta importante.
—Bien, compruebo cómo estás entendiendo a la perfección todo el proceso. Venga, descríbeme ese fenómeno tan bien como lo hiciste en la primera versión.
—Sería algo así como pensar: «verás tú la que se puede liar como falle, este portero es famoso porque antes ya ha parado varios lanzamientos, dicen que adivina por dónde va a ir el balón, después de la paliza que me he dado corriendo, me noto cansado, falto de reflejos, no sé yo si es el mejor momento para asumir tanta responsabilidad… Además, si no acierto, mis compañeros y la afición pensarán que soy un fracasado, que era el momento histórico de ganar esta final y que por mi culpa, todo se ha frustrado». David, ¿sigo?
—No, no hace falta. Caramba, amigo, has estado perfecto. ¡Qué empatía has desarrollado con ese futbolista! Se nota que te gusta vivir el fútbol y que has visto muchos partidos. Te felicito por tu modo de discurrir. Ahora, después de haber leído los pensamientos de ese jugador, dime qué tipo de pensamientos le convienen a ese hombre que va a lanzar el penalti.
—Ja, ja, pues vaya pregunta más fácil de responder. El primer plan, sin duda. Es que como se deje invadir por las dudas, por la inseguridad, entonces tiene elevadísimas probabilidades de fallar. Vamos, con esos pensamientos tan negativos se estaría cargando de «razones» para fracasar. Me queda claro que la mentalidad es fundamental a la hora de practicar cualquier deporte. En otras palabras, según lo que ocupe tu mente durante un partido, así te responderán las piernas. No tengo dudas.
—Muy bien. Siguiente paso: respecto a esta coyuntura, determina cuáles son aquí esos factores «A-B-C» de los que hablábamos antes.
—Sí. «A» sería el campo de fútbol, el partido que se está desarrollando, el público en las gradas, todo eso que hay en torno a ti.
—Siendo más concreto, podríamos quedarnos justamente con ese instante preciso en el que el jugador va a lanzar ese penalti.
—Efectivamente.
—De acuerdo. Vamos con la «C».
—«C» sería la ejecución del penalti, o sea, cómo el jugador tira la pena máxima y si acierta o falla.
—Perfecto. Vamos ahora con la «B».
—Es justo lo que respondía antes. Yo definiría la «B» como todo el conjunto de pensamientos, que en esa situación, pasan por la mente del jugador.
—Por tanto y, como tú mismo has comprobado a través de este ejemplo, en función de cómo sea esa «B», así será la ejecución de esa pena máxima, es decir, «C».
—Desde luego. Si «B» es positivo, las probabilidades de acertar con tu respuesta serán mucho mayores que si «B» es negativo. Todo esto no se ve, claro, pero realmente existe. Son esos segundos que pasan cuando el jugador está colocando el balón sobre el césped, cuando mira al portero, cuando piensa en los miles de espectadores que le están contemplando… Si en esa situación de segundos su cabeza se llena de dudas y le entra la ansiedad, entonces, es muy posible que su respuesta sea el fallo.
—Vale. Como ves, has estado certero en el análisis. Espero que hayas sacado tus propias conclusiones. Se aprende más y mejor poniendo ejemplos para facilitar la comprensión. Estás avanzando con rapidez. Se aprecia una favorable motivación para aprender. Te he puesto un caso sencillo porque tú mismo me dijiste que te gustaba el fútbol.
—Sí, no me ha resultado complicado entender esa dinámica.
—Entonces, coincidirás conmigo, que aun siendo importante el factor «A», la clave de todo se encuentra en «B», ya que, finalmente, es el factor que determina el tipo de respuesta que emitas, «C». Je, je, parece un juego de letras, pero nos sirve para describir la realidad de lo que ocurre.
—Puede parecer un juego, pero no lo veo tan difícil de asimilar. Me gusta ese planteamiento. Es muy válido.
—Bien, Alonso. Ahora, ha llegado la hora de pasar a los aspectos más personales. Como lo tienes reciente en tu memoria, quiero que te centres en la comida familiar del sábado. ¿Estamos?
—Sí. Creo que sé por dónde vas.
—De eso se trata. La mejor forma de entender el verdadero funcionamiento de la mente es aplicarlo a situaciones cotidianas que te hayan sucedido. Ya conocemos la «A» del almuerzo. No hacen falta más detalles. Ahora quiero que profundices en la «B», en todo que surgió en tu mente cuando tu hermano hizo alusión a la posibilidad de que tu hija pudiese desarrollar un trastorno mental ansioso o depresivo viendo quién era su padre, o sea, tú.
—Claro que lo sé, David. Solo con recordar esa escena, ya estoy empezando a cabrearme…
—Vale, pero me interesan sobre todo, ese montón de pensamientos que aparecieron justo a aquella hora y en aquel lugar. ¿Preparado? Adelante, que tenemos que trabajar con todo ese material.
…continuará…