EL PSICÓLOGO DEL MÁS ALLÁ (56) Practicando el «A-B-C»

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—He dejado esa letra para lo último porque ahí reside la clave para explicar la inmensa mayoría de nuestros problemas. ¿Te acuerdas del enunciado principal de Epicteto?

—Sí; se me quedó grabado en la memoria: «lo que importa no son tanto las circunstancias como lo que nosotros pensamos sobre esas circunstancias».

—Bien, pues eso es «B»: justamente los pensamientos que hay en nuestro interior sobre «A», es decir, cómo concebimos e interpretamos cada uno de los hechos que ocurren a nuestro alrededor. Por ejemplo: si aquello a lo que nos enfrentamos es bueno o malo, si nos conviene o no, si es arriesgado o seguro… ¿Lo captas, Alonso? Debes tener muy clara esta explicación de la realidad, ya que es la base de la terapia. Para avanzar, nada mejor que establecer claramente estos conceptos en tu cabeza.

—O sea, «B» se referiría a todo lo que uno piensa sobre lo que le está sucediendo.

—Eso es. Fíjate, nuestro amigo Albert Ellis lo dejó muy diáfano. Cualquiera, a primera vista, pensaría que lo realmente importante es «A», pero no es así. «B» es justamente lo esencial. Te lo diré desde otra perspectiva. Imagina a dos individuos enfrentados a una misma situación, es decir, a «A». ¿Por qué cada uno desarrolla una respuesta («C») diferente? ¿Por qué cada ser humano reacciona de modo distinto a coyunturas idénticas? Tú mismo puedes responder: porque existe algo en medio de los estímulos y las respuestas, nuestros pensamientos.

—Exacto, David. Entiendo ese planteamiento; nuestros pensamientos sobre la realidad resultan definitivos a la hora de conocer cómo vamos a reaccionar, lo que vamos a hacer.

—Perfecto, qué pronto estás asumiendo la idea central de todo esto. Veamos un ejemplo sencillo de cómo funciona el procedimiento. ¿Te parece?

—Por supuesto.

—Veamos. Asumiendo que te gusta el deporte y en concreto el fútbol, ¿tú, de qué equipo eres?

—Hombre, ¿me vas a preguntar eso a mí? —dijo Alonso mientras que abría sus brazos hasta llevarlos a su cabeza—. Soy «colchonero»* hasta la muerte. Ya está bien de abusos. Toda mi vida soportando las muestras de orgullo del Real Madrid como equipo titular de la capital. Pues no, amigo, que hay mucha gente que comparte mi opinión. Que sí, que los madridistas han ganado muchos títulos, pero que hace ya años que el Atlético les plantó cara y ya no admite ser considerado un equipo menor.

—Vale, vale, no sabía que tuvieses esa pasión tan marcada por tu equipo, je, je.

—Ah, si me hubieses conocido antes, te habrías asustado. Con la depresión, hasta abandoné el interés. No me perdía ni un solo partido, pero ya ves, caí en la desgana por una afición que me encantaba. Ahora que lo pienso, ¿cómo verías que volviese a ver a mi equipo los domingos cuando jugasen? ¿Acaso no sería una buena señal de mi mejoría emocional? Eso sería como retomar el interés por una actividad que antes me encantaba.

—Puede ser, no lo niego. Sin embargo, creo que es mejor no ir tan rápido y esperar a consolidar factores más positivos. Vuelvo al ejemplo de antes y con tus cometarios, me has dado una buena idea. Imagina una gran final, un partido decisivo que está a punto de acabar y que va empatado. Justo en el último segundo, el árbitro pita un penalti a favor de tu equipo. ¿Qué tensión, verdad?

—Solo de pensarlo ya me estoy poniendo nervioso.

—Bien, pues centrémonos en el jugador que va a lanzar esa pena máxima y que, en resumen, va a decidir el resultado final del partido, pues ya no quedaría tiempo para una posible reacción.

—Tengo perfectamente en mi mente ese escenario tan emocionante.

—Aunque se trate de una escena que solo puede durar segundos, vamos a tratar de analizar esa jugada. Ya sabes que la psicología influye mucho en el mundo del deporte. No descubro nada nuevo, ¿verdad, Alonso?

—Desde luego. Siempre ha sido así.

—Ahora, intenta meterte en la cabeza del jugador que con su lanzamiento, va a decidir el resultado de esa final. Tiene en sus pies la victoria definitiva. Toda la responsabilidad cae en esos momentos sobre él. Todo el campo, lleno a rebosar, le está observando. Incluso millones de espectadores le están contemplando en todo el mundo a través de la retransmisión por televisión.

—Debe ser una situación de lo más comprometedora. No me gustaría estar en su piel, aunque claro, yo nunca he sido futbolista.

—Penetra en su mente y dime, por favor, justo antes del lanzamiento, qué dos tipos de pensamientos pueden pasar por su cabeza.

—La verdad es que es fácil de imaginar. Por un lado, en la versión positiva, sabe que ha lanzado muchos penaltis antes, que los ha convertido, que tiene una buena técnica de lanzamiento, que es todo un especialista; confía en sus posibilidades y en cuanto marque, el campo se vendrá abajo de felicidad y sus compañeros le abrazarán efusivamente.

*Seguidor del club Atlético de Madrid …continuará…

4 comentarios en «EL PSICÓLOGO DEL MÁS ALLÁ (56) Practicando el «A-B-C»»

  1. Que emocion tan grande imaginar la final! a donde lo llevará en el campo de la psicología David?…..esperemos a ver,

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