EL PSICÓLOGO DEL MÁS ALLÁ (33) Conversación en la noche

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—David, tú has sido sincero conmigo y ahora, es mi turno. Te lo dejaré claro y luego, escucharé tu respuesta a mi proposición.

—Muy bien. Observo tu mente despejada como un día de cielo azul. Hay que ver lo bien que te sienta el mundo de los sueños, Alonso. ¡Habla, te lo ruego!

—Yo me comprometo a desplazarme contigo a tu casa y a charlar con tu mujer sobre lo que tú me digas. Solo te pongo una condición.

—Por supuesto. ¿Cuál es?

—Que solo lo haré una vez. No soy especialista en psicología, pero me da la impresión de que estás obsesionado con ese tema. Yo sé de eso por mi enfermedad. Tu vida ha cambiado de la noche a la mañana y has de entender que, por un motivo o por otro, una nueva etapa de tu existencia se ha iniciado. Creo que no debes estar ligado a este plano por mucho tiempo, sencillamente porque ya no es el tuyo. Aunque te resulte duro escucharlo, amigo, no vas a llevar el ritmo de antes. No darás más paseos con tu familia por las avenidas de Madrid ni recogerás más a tu niña del colegio, no te levantarás temprano para desayunar e ir a tu consulta, no te irás de viaje en vacaciones ni quedarás con tus amigos para cenar o ver el fútbol y no sigo con más actividades cotidianas, porque la lista sería interminable. No pretendo fastidiarte con mis argumentos, tan solo exponer la realidad. En este tipo de situaciones, hay que actuar con inteligencia y saber aceptar la nueva condición que se presenta ante tus ojos. Mira, no sabes lo agradecido que te estoy, porque una vez descartada la alucinación, aquí cabe confirmar una cosa esencial: te has muerto, pero sigues viviendo. ¿Acaso eso no es maravilloso? Sé que en mi caso y en tu estado, igual actuaría como tú o estaría más desesperado. ¡Quién sabe! Sin embargo, no olvidemos lo esencial: te estrellaste con tu coche, certificaron tu fallecimiento y aun así, estamos aquí, hablando como dos personas más que sienten y padecen, que pueden razonar y que también experimentan sentimientos. ¡Qué pena que esta noticia no pueda darse en los medios de comunicación! Gracias a tu testimonio, yo ya la conozco de primera mano. Lástima que no la pueda difundir, porque me tomarían por un chalado. Y de verdad, no quiero más complicaciones. Ahora, por tu ejemplo, sé que soy inmortal y cuando llegue mi hora, te aseguro que me tomaré mi despedida del mundo terrenal desde otra perspectiva

—Gracias a ti por tu explicación —admitió David emocionado—. Me estás dando cada lección esta noche que todos los másteres que he realizado se están quedando cortos de conocimientos y anticuados.

—Entonces, todo queda claro. Iré a tu casa, hablaré con… Sandra y tal vez hasta con tu Paula, pero por una vez. Tómate tu tiempo antes de contestar. Lo que sea, ya me lo dirás. Conoces mi única condición. Eres libre de hacer lo que te plazca.

De pronto, la figura de Alonso comenzó como a parpadear, hasta que su silueta perdió intensidad y desapareció a toda velocidad.

—¡Dios mío! Pero ¿qué ha pasado? —se preguntó el psicólogo asombrado—. Ah, ¡ya lo tengo! Este ha regresado a la cama. Claro, debe quedar poco para amanecer. ¿Cuánto tiempo llevaremos hablando? Ya me lo advirtió el profesor. En esta dimensión, el reloj avanza diferente, aunque depende del momento y de las circunstancias. Uf, no aguanto más. Necesito tomar el aire y estar en un espacio abierto para meditar sobre lo sucedido.

Tras atravesar las paredes hacia el exterior de la casa del maestro…

—Este tío ha sido legal. Menuda lección que me ha dado. No tienen nada que ver sus reacciones, sus palabras, sus gestos, cuando está desprendido en sueños que cuando está en su cuerpo. ¿Me pasaría a mí lo mismo cuando vivía? No lo sé, ahora eso no me importa. Buscaré un jardín o una zona verde donde descansar. Tengo que poner orden en mis ideas. De la decisión que adopte va a depender mi futuro. Hay muchos factores en juego y preciso analizarlos uno a uno. Maldita sea, ¿dónde estará Viktor? Ahora sí que necesitaría de su ayuda.

—¡Bello día el que está a punto de comenzar! ¿No te parece, mi apreciado alumno?

—¿Eh? —reaccionó de inmediato David ante la presencia del profesor—. ¡Qué gran alegría de reencuentro! No dejas de sorprenderme. Cuando menos uno se lo espera, apareces y desapareces. Eres como un fantasma que surge de la nada.

—No exageres, anda. Todo tiene sus ciclos. ¿Es que tus pacientes se iban de tu consulta curados tras la primera visita? ¿Te das cuenta? No hay tantas diferencias entre los dos planos, porque ambos están sometidos a las mismas leyes de acción y reacción, aunque con matices.

—Sí, ya me doy cuenta.

—Siempre hay un orden, porque este resulta inevitable. Acudo junto a ti cuando es necesario, pues mi pensamiento actúa como un radar que capta tus ondas mentales, aquellas que emite tu espíritu. Antes necesitabas tirar de un conjunto orgánico compuesto por células. ¿Te acuerdas de cuando necesitabas comer, beber y un cúmulo más de sensaciones para sobrevivir? Cómo cambian las cosas en tan poco tiempo…

—¿A esta hora me vas a dar una clase magistral?

—Disculpe el señor. No pretendía marearte con mis explicaciones. Será mejor que hablemos de lo que te ha pasado esta misma noche. Conversemos sobre esas prioridades que de un modo excelente ha comentado el bueno de tu paciente.

…continuará…

4 comentarios en «EL PSICÓLOGO DEL MÁS ALLÁ (33) Conversación en la noche»

  1. Me pasará a mi lo mismo cuando duermo?…ahora lo que predomina es esa misma pregunta jajajajaj….Interesante que va! que pena que tenga que esperar al proximo año para seguir los interesantes capitulos!!!

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EL PSICÓLOGO DEL MÁS ALLÁ (34) Un nuevo hogar

Sáb Ene 1 , 2022
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