—De acuerdo, David —expresó con calma el empleado de banca—. ¿Recuerdas aquella larga conversación que tuvimos en tu casa?
—Sí. Me resulta imposible de olvidar.
—La verdad es que me ayudaste mucho. Como experto en trastornos mentales, me comentaste que no me obsesionase mucho por la viveza y la fuerza de mis sueños, la mayoría de los cuales era como si los estuviese experimentando en la vida real y no durmiendo en mi cama.
—Vale. ¿Y qué?
—Es cierto que me quedé más tranquilo tras tu diagnóstico, ya que estaba seguro de que lo mío no era una enfermedad. Sin embargo, eso no apartó mi curiosidad. Como deseaba más información al respecto, me puse a investigar ese interesante tema en los libros y en Internet.
—Ah, pues no sabía nada de eso. En fin, ¿y qué descubriste?
—Muchas cosas, vecino. Admito que, tras esa consulta personal que te hice, mi fascinación por el mundo de los sueños aumentó de forma exponencial. Puedes creerme o no, pero muchas de mis experiencias oníricas parecen el guion de una película a la que yo mismo asisto. Mira, una noche, salí de mi casa en sueños, atravesando la puerta o las paredes de mi hogar, como yo suelo hacerlo, siendo consciente en todo momento del proceso por el que estoy pasando y he aquí que acudí a un sitio misterioso.
—¿Misterioso? ¿A qué te refieres?
—Se trataba de una gran edificación, es más, yo diría que era una fortaleza medieval y dentro de ella, se impartían enseñanzas a un nutrido grupo de alumnos.
—¿Eh? ¿Me estás hablando de la Universidad Complutense o de la Autónoma de Madrid?
—No, hombre, no —contestó David reforzando su respuesta negativa a través de gestos con sus manos—. Estoy refiriéndome a una construcción de otra época, pero que no pertenece a la dimensión material, sino a la espiritual.
—¿Cómo dices? ¿Es eso posible?
—Pues claro que sí. Mira, hay habitantes en ambos planos. El mejor ejemplo lo tenemos aquí mismo. Yo aún pertenezco a la dimensión material y, no obstante, tú, ya eres habitante de pleno derecho de la esfera espiritual. Al igual que existen habitantes en los dos planos, también existen construcciones en los dos mundos, eso sí, adaptadas a sus necesidades.
—Me estás intrigando con esa historia, Andrés. ¿Y qué te sucedió en ese lugar tan extraño?
—Yo estaba asombrado, sobre todo, porque era la primera vez que veía un lugar tan enorme. Un hombre que iba vestido de monje se percató de mi presencia y me recibió. Se mostró conmigo muy amable y, además, se dispuso a ser mi guía durante la visita al edificio. Me comentó la naturaleza de las actividades que allí se llevaban a cabo, por lo que deduje que aquello funcionaba como una especie de gigantesca universidad o centro de formación. Tal vez me tomes por un loco, pero ese señor me aseguró en el oído que yo había estado estudiando allí en otra época.
—¿De veras que llegó a revelarte eso? No sé, me cuesta tanto trabajo creer en esos relatos…
—Pues así es, David. No estoy exagerando ni un ápice, aunque comprendo tus dudas. Aquí no hay invención alguna; y esto te lo aseguro porque recuerdo con detalle cada uno de mis sueños. Unos tienen otras habilidades, pero mi capacidad para recordar lo que me pasa durante mis salidas del cuerpo te resultaría sorprendente. Bueno, lo que más te puede interesar de todo este asunto es lo que te voy a desvelar ahora mismo: ese sabio, monje o lo que fuera, me comentó que las personas, cuando soñamos, tenemos la posibilidad de salir de nuestros cuerpos y movernos, incluso viajar a distancias largas o disfrutar de ese tipo de experiencias, como me ocurrió a mí. Es más, podemos visitar lugares increíbles que no existen en la esfera material, como es el caso de esa universidad, y hablar con los ocupantes de esos espacios, que no son otros sino los habitantes del mundo espiritual.
El psicólogo puso una cara de extrañeza más que significativa, lo que provocó la reacción inmediata de su antiguo vecino.
—Veamos. ¿Entiendes lo que eso significa, David?
—Voy a hacer un esfuerzo por comprender tus palabras. ¿Acaso me estás diciendo que yo estoy aquí porque me he muerto y que tú, en cambio, puedes contactar conmigo porque te encuentras soñando en este mismo momento, aunque tu cuerpo permanezca en la cama de tu habitación?
—¡Bien, por fin la luz se hizo en ti! —respondió Andrés mientras que cerraba sus puños y alzaba sus manos en señal de alegría—. Eso era justamente lo que yo pretendía que tú entendieses.
—Entonces, tú, en un rato, volverás a acomodarte en tu cuerpo, te «despertarás» y seguirás con tu rutina habitual y yo, en cambio, al carecer de él, continuaré vagando por aquí, sin rumbo y sin saber qué hacer. ¡Pues vaya plan más jovial el mío! Esto parece una condena de la que no puedo escapar. Comprenderás ahora que no me muestre muy risueño.
…continuará…
André le comenta a David su visita al mundo espiritual mientras el duerme saliendo de su cuerpo y le recordo que el se lo había mencionado en su consulta su sueños y él le dijo no estaba enfermo y yi insisti investigando . David esta reacio a no aceptar pero le dice me dices qué mientras yo estoy mueto tu sigues vivo .abrazos
Puede ser duro para David, pero ese encuentro con su antiguo vecino le va a despejar muchas de sus dudas y le va a animar a cumplir con su compromiso terapéutico con Alonso. Abrazos, Elsa.
Andrés enquanto dorme, sonha, e o mesmo está ligado ao nível mediúnico que ele possui, pois, pode auxiliar alguém, no caso David.
Ótima reflexão, Cidinha. Beijos.
Outros beijos, tenha um lindo dia.
Cuan avanzado es André! o será solo por estar solo en espiritu y luego al retornar a su cuerpo, se generen dudas,debido a que no es tema normal de los encarnados.pero de gran ayuda espiritual a David en estos momentos donde no tiene respuestas claras ante su nueva situacion
Andrés es muy espabilado porque está familiarizado con el mundo de los sueños, es decir, con la otra dimensión. Normal que lo hayan usado como mensajero para David. Besos, Mora.