SONIA Y LEÓN (97) Relaciones humanas

2

—Un momento… espera que termine de escribir. Ya. Pues ahora, habría que plantear qué tipo de actividades concretas podrías llevar a cabo durante la jornada para mejorar en esos tres campos que has señalado. Esto no es definitivo; puede que dentro de un tiempo surja otro sector en tu mente que consideres oportuno introducir en tu lista de tareas. Imagina lo que puede cambiar este papel si en unos meses, llega ese niño que estáis buscando. Yo no tendría dudas: sacaría esta cuadrícula del cajón y tendría que reelaborarla.

—Desde luego que sí —añadió Sonia entusiasmada—. Eso lo cambiaría todo. Como madre, mi vida tendría un antes y un después. Ya se verá. Sigo con lo actual. En mi relación con León, por favor, anota realizar más actividades juntos, como por ejemplo, estudiar algún día a la semana y en su compañía «El libro de los espíritus». Por otro lado y si me quedo embarazada pronto, deberíamos dar varios paseos juntos a la semana, por nuestra salud y por la de nuestro hijo. También me gustaría que escribieras ahí, que cada cierto tiempo, meditase con León sobre cómo mejorar otros aspectos de la existencia. Caer en la rutina puede conducirnos al aburrimiento; hay que enriquecerse con puntos de vista diferentes. En verdad, ya lo hacemos, pero me satisface que quede constancia por escrito para que no lo olvidemos.

—¿Qué más, Sonia?

—Pues no se me ocurre nada más. Creo que voy a ir por otra área. En cuanto al trabajo, me gustaría profundizar más en el contacto con mis compañeras, dedicarles más tiempo, prestar más atención a sus problemas, en definitiva, saber escucharlas. Creo que esa tarea resulta básica para una jefa, para cualquier persona que ejerza una responsabilidad, sea del tipo que sea. No es una cuestión de poner cafés o servir copas, desayunos o almuerzos. Hay algo más. Creo que el negocio nos ha ido bastante bien porque nuestra relación siempre ha sido estrecha y porque cuando surgía alguna dificultad, estábamos pendientes de resolverla cuanto antes para mantener el ambiente de armonía. Y eso, Hipólito, no se puede realizar si no existe comunicación, si no se habla y se oye al mismo tiempo.

—Eso suena muy bien, querida —indicó con amabilidad el Delegado—. Estás hecha toda una experta en gerencia y relaciones humanas laborales. No es por nada, yo soy funcionario y nunca he regentado un negocio, pero tampoco hay que ser muy listo como para darse cuenta de que tienes una excelente mano en ese tema. En fin, vaticino un buen futuro para el «Café Ágata».

—Cómo te agradezco esa opinión, Hipólito. Me animas un montón.

—Jefe, aquí la chica, donde la ves, posee un sentido empresarial de lo más marcado. No pretendo exagerar, pero el primer día que entré en su local ya me di cuenta de eso. Además, es una pionera en lo que organiza. Tiene ese sexto sentido que le permite adelantarse a la competencia, anticiparse a las novedades que otros, simplemente, se limitan a copiar. Yo no sé ahora, pero en su momento, inaugurar un café en el que solo trabajaban mujeres, resultó toda una innovación.

—No seas tan zalamero, León, que te huelo desde la distancia. En serio, yo lo que deseo es potenciar las relaciones humanas como clave para que el negocio funcione y prospere. Mis empleadas perciben un salario por la actividad que desarrollan, faltaría más, pero mi proyecto ha de ir más allá. Yo no me siento un escalón por encima de ellas, ni ellas se ven tampoco como unas meras subordinadas. Tengo la última palabra a la hora de tomar una decisión, pero las tres intervienen en el debate previo. Es necesario que se sientan partícipes de ese proceso, como ocurrió cuando surgió la oportunidad de tener que contratar a una chica nueva como Julia.

—¡Así se habla, mi amor! Qué buena gestión hay en tu cabeza y qué bien le van a venir todos esos conocimientos a tu hijo. Seguro que se los transmites.

—Oye, León, ¿y si es una hermosa niña? ¿Qué? No le voy a enseñar principios distintos por ser del sexo femenino.

—Era una forma de hablar, mujer. A mí, me da igual. Quien sea, será bienvenido. Eso es lo fundamental.

—Tienes toda la razón —respondió con rapidez la joven—. Quien venga, ya traerá su propio campo de pruebas planificado de forma personalizada, tal y como hemos aprendido con el estudio de la doctrina espiritista. Por cierto, Hipólito, anota en ese papel que he de organizarme mejor para distribuir mi tiempo en la profundización de ese libro.

—Ahora que lo has comentado —intervino el Delegado—, os voy a dar una grata noticia. Afortunadamente, Kardec escribió más libros, todo ello con vistas a ampliar los datos y los conocimientos que se derivaban de la primera obra.

—Increíble, jefe. No tenía la menor idea de eso.

—Pues sí. Luego, cuando nos vayamos a despedir, os daré el título de los otros ejemplares y la librería en la que podéis pedirlos, aunque yo iría por orden y no pasaría de un volumen a otro sin haber asimilado antes los contenidos. La enseñanza es progresiva y antes de ahondar en la siguiente materia, conviene tener los conceptos claros.

—Magnífico. La que os habla, ya se ha puesto deberes para las próximas fechas. Además, si hay más que leer, habrá que dedicarle más horas. Me encantará ampliar mis conocimientos con nuevas ideas. ¡Dios mío, se me olvidaba, Hipólito! Aunque sea dentro del campo laboral, existe un aspecto que no he citado. Todas las semanas sigue llegando algún que otro cliente que acude al café a consultarme por una cuestión o a pedirme ayuda para aclararse con un problema o una toma de decisiones. Es prioritario que yo mantenga mi actitud de atención y servicio a esas personas, siempre y cuando no me reste tiempo para atender a León o al futuro bebé. ¿Lo has apuntado en la cuadrícula?

…continuará…

2 comentarios en «SONIA Y LEÓN (97) Relaciones humanas»

  1. Que maravilha o desejo do casal em ser pessoas melhores, de evoluírem através da leitura da codificação.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Entrada siguiente

SONIA Y LEÓN (98) Compromiso con el progreso

Jue Ago 12 , 2021
—Sí, ya está. Oye, Sonia, te voy a hacer una pregunta. Después de todos estos años de entrega a esa labor silenciosa y anónima, callada, pero tan productiva, ¿cómo te observas a ti misma? —Sé a lo que te refieres, Hipólito, porque estamos hablando de esos temas que llenan la […]

Puede que te guste