SONIA Y LEÓN (96) División del trabajo

2

—Será algo íntimo, sin demasiados invitados. Por supuesto, acudirán la familia de León y mis parientes, aunque por desgracia, mis padres ya no estén. ¡Bueno, quién sabe, igual los veo por allí comprobando que su hija está tomando la decisión más acertada de su vida! También vendrán mis compañeras de trabajo, que son todas unas heroínas. Como es lógico, para nosotros será un gran honor tenerte entre nuestros invitados. Después de haberte conocido, queremos compartir esa gran ocasión contigo, Hipólito. Espero que tu silencio implique un sí.

—Uf, me he quedado sin palabras, querida. Ha sido todo tan rápido. Ja, ja… ha sido cruzarme en vuestro camino y de pronto, habéis decidido casaros y traer una nueva criatura al mundo. Qué recuerdos me trae todo esto. En mi época, las bodas siempre se celebraban por la Iglesia y tener un hijo fuera del matrimonio no se concebía, o dicho de otro modo, estaba mal aceptado por la sociedad. Ahora, es otra etapa y felizmente, existen diversidad de opciones y podéis elegir la que más os apetezca. Ya os lo confirmo: asistiré a vuestra boda y me sentiré muy feliz de compartir tanta dicha.

—¡Oh, qué magnífico día para todo! Para festejarlo, he comprado un vino esta mañana que yo misma escogí teniendo en cuenta tus preferencias. Como sé que te gustará, hagamos un brindis para conmemorar esta ocasión y luego, hablemos de nuestros temas.

—Óptimo, Sonia. Has acertado —expresó el Delegado con cara de satisfacción tras la cata del tinto—. En cualquier caso, debo advertiros que estas dos noticias surgidas aquí también forman parte de nuestros «temas». ¡Vaya que sí! Estamos vivos, situados ahora mismo en este plano material. Todo eso, como la boda y el futuro embarazo, os incumbe, porque pertenece a la realidad y por ende, a vuestro proceso evolutivo, a todo ese conjunto de vicisitudes al que nos enfrentamos en la existencia para examinar cómo respondemos ante ellas. Ya sabéis que la vida funciona de ese modo: estamos sometidos a exámenes para analizar nuestro compromiso con la transformación.

—Pues sí, jefe. Es bueno que nos hayas recordado todo eso. Antes, al escuchar a Sonia, tuve la vaga impresión de que estábamos hablando de otra pareja y de un hijo que iba a nacer a miles de kilómetros de aquí, y sin embargo… somos nosotros los propios actores de esta emocionante aventura.

—Así es, León. Somos nosotros y estamos aquí. Conviene estar despiertos para lo que haya de llegar y sobre todo, para lo que está sucediendo ahora mismo, justo delante de nuestros ojos. Por cierto, no miréis con tanta curiosidad esta carpeta que he traído. Se trata simplemente de unas páginas en blanco en las que vamos a hacer una serie de anotaciones. Que conste que los tres las vamos a completar.

—Pero, Hipólito, aquí lo que veo son como cuadrículas. ¿Qué misterio es este? Me tienes intrigadísima…

—Ah, no te asustes, porque no es nada complicado. Cogeremos una para cada uno. Si te parece bien, Sonia, como has acertado con el vino, tendrás el privilegio de empezar tú. Yo escribo, no pasa nada.

—Uy, pues adelante. Este reto me parece de lo más interesante.

—Verás qué sencillo es. Tan solo se trata de dividir tu vida por sectores. Y luego, vamos rellenando cada parte con aquellas actividades que resultarían más apropiadas para acelerar tu evolución. Esta especie de «estadística» se puede actualizar en cualquier momento. ¡Faltaría más!

—Caramba, jefe. Me dejas sorprendido —respondió León con un rictus de asombro—. Reconozco que aún me cuesta separar tu imagen del trabajo de aquella que presentas en las distancias cortas.

—Ya sabes la respuesta a eso, amigo.

—Claro, bueno, veremos cómo acaba esta tarea.

—Nunca desestimes una idea por su aspecto superficial o por su extrañeza. Primero, estúdiala y luego, decide. Imagina por un momento, la de personas que deben existir en el mundo que han consultado tan solo las primeras páginas de «El libro de los espíritus» y que luego, a los pocos segundos, han desechado la oportunidad de continuar con su lectura. Tal vez no fuera su momento o quizá esa obra no estaba hecha para ellos. O puede incluso que se asustaran ante la profundidad del mensaje que se les planteaba. ¿Y si a ti te hubiese sucedido lo mismo? Por lo pronto, hoy no estarías aquí. En fin, prosigamos…

—Ja, ja, buena respuesta, Hipólito. Me parto de la risa viendo la cara que ha puesto mi futuro marido.

—Yo también, lo confieso. Venga, querida, ¿cómo dividirías en bloques tus actividades? Dame detalles para que yo los vaya anotando aquí.

—Vale, Hipólito. Con respecto a mí misma, yo diferenciaría entre tres campos bien definidos, pero que se hallan conectados, claro. Primero, apunta mi relación con León y más ahora, que vamos a «oficializar» nuestro vínculo y que estamos buscando un crío. Segundo, es prioritario incluir mi trabajo y todo lo que sucede allí, aunque ahora pase menos horas en el café. Y por último, aunque se trate de un asunto digamos que reciente, pero que siempre ha estado ahí, esperando que yo descorriera las cortinas, anota todo ese conjunto de tareas de estudio y aprendizaje con respecto al Espiritismo. Esto es ideal para saber hacia dónde voy y cuál es el camino por el que debo avanzar, justo como estamos haciendo hoy, je, je.

…continuará…

2 comentarios en «SONIA Y LEÓN (96) División del trabajo»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Entrada siguiente

SONIA Y LEÓN (97) Relaciones humanas

Mar Ago 10 , 2021
—Un momento… espera que termine de escribir. Ya. Pues ahora, habría que plantear qué tipo de actividades concretas podrías llevar a cabo durante la jornada para mejorar en esos tres campos que has señalado. Esto no es definitivo; puede que dentro de un tiempo surja otro sector en tu mente […]

Puede que te guste