SONIA Y LEÓN (79) La cueva

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—No sabe lo satisfecha que me noto por dentro. De veras, esto es como si me hubieran comunicado la mejor noticia de mi vida. Sé que me he enfrentado a muchas circunstancias tristes en mi pasado. Sirva de ejemplo la pronta desaparición de mis padres. Además de abrir mi propio negocio desde joven y de estar inmersa en su funcionamiento, para mí, la novedad más estimulante fue conocer a este hombre que tengo sentado a mi derecha y con el que comparto tantas intimidades. Sin embargo, debo reconocer que lo de esta tarde ha sido como un “shock”, un puñetazo cariñoso propinado en mi rostro para que despierte e invierta más esfuerzos en lo que realmente merece la pena.

—Jefe, creo que Sonia lo ha explicado a la perfección. No podría quitar ni añadir una coma a su discurso. En fin, yo también me quiero sumar al júbilo por esta reunión. Ja, ja, me río porque me acuerdo del otro día, de la vergüenza que pasé al comunicarle el encargo que ella me había dado para usted. Una situación embarazosa felizmente resuelta. ¿Será posible? Y yo, que temía tanto su reacción. Creía que se enfadaría y mire por dónde, estamos aquí estupefactos, conmovidos, por su mensaje de cambio, por un sueño del que no nos gustaría despertar.

—Pues despierta, León. Ese sueño es muy real y tu conciencia lo percibe como un reto colosal que puede modificar tu vida. Paso a paso, la disciplina es fundamental, así como la perseverancia para no decaer en el esfuerzo. Tranquilos, que yo no os voy a dejar de ver. Vivimos relativamente cerca y podemos debatir sobre esta temática cuantas veces queramos. Cumpliendo con ese protocolo de actuación y si me lo permitís, leed primero ese libro de sabiduría. Y luego, cuando queráis, podéis volver por aquí y hablar sobre lo que habéis aprendido y cómo os encontráis. ¿No os parece un buen planteamiento? ¿Qué respondéis?

—Yo lo tengo claro, señor —contestó la joven con entusiasmo—. Ardo en deseos de empezar. No sé por qué, pero intuyo que este aprendizaje me servirá para amar a este chico aún más.

—Interesante planteamiento que solo podía provenir de una mente como la tuya, Sonia —indicó el Delegado—. Tómatelo como una investigación muy personal. Fíjate, cuando parece que no puedes hacer algo nuevo por el prójimo, de repente, surgen nuevas vías, incluso para el amor.

—Yo también me siento dispuesto a trabajar, a ser más consciente de todo aquello que debo mejorar —añadió León mientras que daba una palmada con sus manos.

—Muy bien, jóvenes. Ese es un primer paso. Os felicito de todo corazón. No puedo mostrarme más sincero con vosotros. Por cierto, para la próxima vez que vengáis, me gustaría que nos tuteásemos. Eso nos hará sentirnos más cercanos y ganar confianza. ¿De acuerdo? Sin embargo, tú, León, deberás seguir tratándome de usted en el trabajo. ¿No querrás que los demás compañeros piensen que tenemos un trato de favor?

Los tres se arrancaron a reír ante el comentario del responsable de Hacienda en la ciudad. En sus miradas, se distinguía perfectamente que aquella aventura de transformación no había hecho más que comenzar.

*****

Transcurridas unas jornadas, León cerró la puerta del piso donde vivía con Sonia. Después de ordenar y guardar lo que había comprado en el supermercado más cercano, se dirigió por el pasillo hasta alcanzar la salita. ¡Cuál no sería su sorpresa cuando vio allí a su novia sentada en una silla junto a la mesa y apuntando una serie de notas en su libreta!

—Pero, cariño. ¡Qué susto me has dado! No te esperaba en casa tan temprano. ¿Estás enferma?

—No, me encuentro perfectamente.

—Entonces, ¿qué ha ocurrido para que regresaras del bar a esta hora?

—Pues te lo voy a explicar. Me gustaría conocer tu opinión sobre un asunto al que le estoy dando vueltas desde que tuvimos esa reunión con tu jefe.

—Caramba, pues has disimulado bien tus pensamientos. No sabía que estuvieses meditando tanto. Cuenta, por favor.

—Anda, siéntate. Mira, esta mañana estaba en el café y antes del almuerzo, me pregunté por lo que estaba haciendo allí. La lectura de este libro me está absorbiendo tanto, me está permitiendo hallar tantas respuestas, que necesito más horas para profundizar en él.

—¡Eh, tranquila, mi amor! Ya el mismo Delegado nos advirtió que nos tomásemos con calma la lectura de “El libro de los espíritus”. Sin prisa y sobre todo, sin obsesionarnos. Perdona, pero ¿no será que te estás implicando en exceso? Oye, es solo una pregunta.

—No, sinceramente, no creo que se trate de una obsesión. Ahora bien, estoy entendiendo muchos aspectos de mi historia, por qué me han sucedido determinadas cosas y esa labor requiere dedicación. Es como haber encendido una vela en la cueva más oscura, donde sabes que al final alcanzarás la luz más brillante que te aclarará los más grandes misterios sobre tu existencia. He de abrir las ventanas de mi alma para que esa claridad me atraviese y me ilumine.

—Vaya con el lenguaje. ¡Qué metafórica!

—Sí, es un buen ejemplo para ahondar en ese “conócete a ti mismo” que el genio de Sócrates nos dejó como su mejor legado de sabiduría.

—Entonces, Sonia, ¿cuál es el trasfondo?

—El tiempo, León, el tiempo. Ahora es lo que más necesito y profundizando en ese tema, he alcanzado una conclusión.

—Uy, me estás asustando con esa cara que has puesto.

…continuará…

4 comentarios en «SONIA Y LEÓN (79) La cueva»

  1. Belíssimo capítulo. Com tanto esclarecimentos sobre o Espiritismo, o casal está disposto a mudanças de suas vidas.

  2. Acredito que os dois estão dispostos a mudanças, já que parecem estar dispostos a serem perseverantes na disciplina do bem.

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