SONIA Y LEÓN (76) Sin excusas

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—Si me permitís el apunte —interrumpió León—, para vosotros es fácil hablar de esa tarea. No pretendo buscar excusas y mucho menos delante de una médium como Sonia y de usted, que desde la despedida de su esposa, ha puesto sus sentidos en el estudio del mundo espiritual. Digo esto porque no quisiera ser la pata coja de la mesa que esta tarde hemos formado. Por decirlo de otro modo: yo no veo ni escucho a esos seres espirituales. ¿Cómo acceder a ese trabajo con una venda en mis ojos? ¿Qué hacer entonces?

—Un momento, amigo. Como has expuesto, durante los últimos años yo me he sumergido en ese estudio y desde luego que me siento satisfecho por lo realizado. Pero ¿de dónde has sacado la idea de que para progresar haya que ser necesariamente médium? Eso condenaría a la mayor parte de habitantes de este planeta a permanecer en la ignorancia. Además, os digo una cosa: no os estoy vendiendo ningún producto comercial. El Espiritismo no es la única vía para el crecimiento del alma. En algunos países es más conocido y en otros, ignorado. Sin embargo, cada cultura, cada civilización, posee sus propias filosofías, sus propios medios para avanzar hacia la madurez. Recuerda, León, la Verdad es una, pero tiene muchas caras. Para acceder a ella, cualquiera puede escoger la que mejor se adapte a sus características y a sus circunstancias personales.

—Pues fíjese, jefe, ni siquiera había pensado en esa posibilidad…

—Quiero decirte que la falta de “mediumnidad” no te serviría de excusa para mantenerte en el estancamiento. Mira, bien sea por tus tendencias o porque compartes vida con Sonia, tú no partes de cero. Si no, no estarías aquí, amigo. Trata de comprender. Creo que tu mente se halla lo suficientemente abierta y receptiva como para entender de estos asuntos. Si además, cuentas con la ayuda de tu novia, solo puedo transmitirte mi convencimiento en que lo harás bien. Da igual el lugar en el que hayas nacido, tu edad, tu trabajo o tu nivel de ingresos. Cada uno viene al mundo con una serie de potencialidades. Es en ese campo donde debemos invertir nuestros esfuerzos. Citando al hombre más sabio que ha pasado por este mundo: todo se sintetiza en el amor al prójimo. No hace falta explicar este precepto porque creo que todos lo asumimos. Bien está el estudio, por supuesto, pero todo ese caudal de conocimientos quedaría mutilado sin su puesta en práctica. Desde el primer segundo en el que abrimos los ojos cada mañana, ya estamos en disposición de hacer el bien. Es cuestión de tener claro lo que resulta realmente esencial. Ya os anticipo, y no me estoy inventando nada, que cuando amamos a nuestros hermanos, estamos amando a Dios. No tengo necesidad de preguntarle, pero la armonía y el afecto entre nosotros es la clave. Podemos imaginar al Creador, pensar en todo lo que es, mas tengo claro que sin ofrecer la mano al prójimo, nunca nos estaremos acercando a Él.

—Bellas palabras, don Hipólito —expresó la joven mientras que asentía con su cabeza—. En cuanto a León, no se preocupe, que ya me encargaré yo de él por si muestra debilidad, ja, ja, ja… Ese cometido lo asumo con gusto.

—Me parece muy bien, jovencita. No obstante, déjame decirte algo. Resulta fundamental respetar el libre albedrío de cada uno. No hay que forzar a nadie a caminar a más o menos velocidad. Cada cual tiene su tiempo, su momento evolutivo, sus problemas y sus circunstancias. Dicho esto, pienso que si León está aquí, si ha coincidido en su ruta contigo, será por un buen motivo. Resulta prioritario acostumbrarnos a hablar en términos de causas y efectos. Al Universo le repugna el azar. Nosotros formamos parte de él y por eso, debemos extraer nuestras propias conclusiones. Todo en esta vida posee unos antecedentes, todo procede o surge de algo y todo lo que hacemos, absolutamente todo, implica unas consecuencias sobre nosotros y sobre los demás. Jamás lo olvidemos. No hay que ser muy perspicaz para darnos cuenta de que esta reunión en esta casa obedece a un plan en el que se nos invita a unirnos al estudio y a la evolución. Y aun así, somos libres de aceptar ese reto o no. Es la libertad de cada uno la que decide. No creo que haya casos idénticos, pero sí afinidad de intereses, de metas. Confieso que me gustaría que leyeseis ese libro en profundidad y que luego, ya con más calma, hablásemos. Seguro que tendremos las cosas más claras. Soy bastante mayor que vosotros, esto es solo una buena conversación y nada más lejos en mí que la idea de presionaros. Sería absurdo y poco efectivo. La opción está ahí, es personal y nadie puede forzar a nadie a nada. Eso sería adulterar nuestro proceso de transformación y no funcionaría. La voluntad es soberana, mis queridos amigos.

—Jefe, pongo a Sonia por testigo. Yo no soy como ella, que quede claro. Sin embargo, prometo que voy a estudiar esa obra con atención y que meditaré con ella acerca de las cuestiones que vayan apareciendo.

—Me parece una excelente disposición por tu parte —añadió el Delegado mientras que sonreía—. Insisto: respetemos la individualidad de los seres. Es básico.

—Una pregunta, señor. Me ha parecido interpretar que usted ha hablado de dos caminos. Uno podría considerarse como más intelectual, que es el relativo al estudio, a la formación y el segundo, podría entenderse como el de la práctica, es decir, poner en marcha todo aquello que se ha aprendido. En su opinión, ¿cuál de ellos es el más importante? ¿Dónde se ha sentido más cómodo?

—Caramba, Sonia, existen muchos matices a la hora de contestar a tu buena pregunta. Lo has resumido muy bien. Intentaré aclarar tus dudas conforme a mi trayectoria personal, algo que no ha de ser necesariamente extrapolable a otros casos. Creo que ambos caminos son necesarios e inseparables. Uno influye en el otro y viceversa. ¿Cómo avanzarías con una bicicleta si nos dispusieras de pedales? Por eso disponemos de dos piernas ¿verdad? Primero surge en la persona la necesidad del estudio, esa tendencia a iluminar tantos enigmas que nacen dentro. Una vez que tomas conciencia y que recibes algunas respuestas, notas en tu interior el impulso a la acción, o sea, a poner en práctica lo que has aprendido.

—Desde luego. Ese proceso sigue un orden.

…continuará…

4 comentarios en «SONIA Y LEÓN (76) Sin excusas»

  1. Que ensinamentos preciosos sobre o Espiritismo!
    Os esclarecimentos sobre o Espiritismo, leva Léon a interessar-se pela prática do bem. Assim, se aproximando do Criador.

  2. Vaya Sorpresa! si Don Hipolito es un gran versado espirita!!! que bonita manera de expresar con palabras sencillas pero bien ilustradas su verdad espiritual!!!!y cuanta paciencia!!para mostrar el conocimiento que ha aprendido!!!Una belleza los Temas de la novela!!!

    1. Don Hipólito trata de contagiar a Sonia y León para que se ilustren acerca de esa transformación que todos precisamos. Abrazos, Mora.

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