—Exacto, querida. Esa debe ser nuestra intención. Cada uno tiene su propio campo de trabajo, su vocación. Me preguntarás cómo saberlo. Mira en tu interior y tu conciencia te revelará la respuesta. Así conocerás hacia dónde dirigir tus esfuerzos. Y una vez que lo sepas, deberás realizar los movimientos oportunos para ser productiva. Ya te puedes imaginar que no estoy hablando de aspectos materiales, sino del sentimiento más noble que habita en el alma de las criaturas: el amor.
—Sí, esa palabra mágica que ha convergido en la evolución del ser humano.
—Hacia ese aspecto han mirado las enseñanzas más sublimes de los sabios que han pasado por este planeta. Nosotros, aunque constituyamos meros granitos de arena de la playa más inmensa, estamos destinados al mismo fin. Ese es el objetivo: sembrar con nuestros actos las más excelsas semillas del amor, para que sus frutos alcancen a los demás. Es el corazón de la ley que debe gobernar cuanto hagamos, Sonia. Hacedlo así, mis buenos amigos, y a cada día, a cada segundo, notaréis por dentro que estáis en paz con la naturaleza íntima de duerme en cada uno de vosotros: la conciencia, esa herramienta prodigiosa que Dios depositó en cada uno de sus hijos.
—Y ¿cómo observar algo que no es tangible, jefe? —preguntó león.
—Podéis decirme que no la veis y estoy de acuerdo, pero la sentís, y eso es lo fundamental. Y como la sentís, os habla y al mismo tiempo, os guía. Cuando la despertamos, pareciera que la mirada expansiva del Creador se extiende a lo largo del mundo. Si me permitís, antes de continuar, tengo algo más preparado en la cocina que estoy seguro de que os gustará. Nuestra mente precisa pensar, pero nuestro estómago, degustar buenos alimentos. Disculpadme, enseguida vuelvo.
Mientras que Hipólito disponía unos nuevos platos, la sala donde se celebraba aquella reunión permanecía en silencio. Sonia tocaba repetidamente las tapas de aquel libro cual madre que se deleita acariciando la suave piel de su hijo recién nacido. Tenía la mirada perdida a unos metros de distancia, donde existía un mueble biblioteca que contenía numerosos volúmenes de todo tipo de novelas. León, en cambio, tragó un sorbo de vino mientras que apretaba con sus dedos, en un gesto de lo más cariñoso, la mano de su novia. De repente, se produjo un movimiento inconsciente. Ambos giraron sus cabezas en sentido contrario hasta coincidir en el ángulo de sus miradas. La complicidad entre los dos jóvenes hizo que arquearan sus cejas a la vez, lo que provocó que sonrieran de pura alegría, como dos alumnos que tras una intensa búsqueda, encuentran al profesor adecuado. Aquel gesto tan natural les aumentó la sensación de entusiasmo, por haber acudido aquella tarde a esa casa donde tantas enseñanzas estaban surgiendo. Sin duda, había resultado la mejor de las decisiones. Instalados en aquella atmósfera de serenidad, apenas percibieron que el Delegado había vuelto a sentarse junto a la mesa.
—¡Eh, amigos, despertad! ¿Estáis aquí o habéis viajado hacia las estrellas? Ja, ja, cualquiera diría, al observaros, que habéis entrado en una fase de éxtasis, como Teresa de Jesús…
—Un momento —expuso excitada Sonia—. Durante unos segundos, he distinguido perfectamente la presencia de una mujer detrás de usted, señor. ¡Es increíble, pero ya sé quién es!
—Cariño, cálmate un poco, no perdamos la tranquilidad de esta buena conversación. Baja el volumen de tu voz, porque creo que hasta don Hipólito se ha asustado.
—Ay, cuánto lo siento. Perdonadme.
—No hay nada que perdonar cuando las buenas intenciones nos amparan. Bueno, amiga, ¿nos desvelas el misterio de la identidad de esa mujer? Que se sepa, aquí solo estamos sentados tres personas, no cuatro, aunque es cierto que solo estoy refiriéndome a la dimensión de la carne.
—¡Cuánta belleza y qué mirada de paz! Señor, ella ha fijado sus ojos en usted y le ha bendecido. Luego, nos ha mirado a nosotros, que estábamos justamente enfrente de su figura y ha movido su cabeza varias veces de modo afirmativo, con una dulce lentitud, como confirmando que ha sido un acierto acudir a esta cita de hoy.
—Caramba, no sabes cuánto me alegro de tu visión. Es bueno que ese ser haya expresado todo eso y en mi propio hogar.
—Uy, estoy un poco obtusa con tantas emociones. Se me había olvidado comentaros que se trataba de Isabel, la abuela de Carmina. Ha sido ella misma quien me lo ha dicho. ¡Qué sosiego en su expresión! Solo han sido unos segundos, los justos para darme cuenta de que me hallaba ante un ser maravilloso. Cómo me hubiera gustado conocer a esa señora en vida. No sé si el tiempo se ha contraído o dilatado, pero ha bastado muy poco para absorber la esencia de ese espíritu, su naturaleza, su carácter.
—Es increíble tu capacidad, Sonia y cómo tus sentidos se van despertando a toda velocidad. No sabes lo que me satisface saber que Isabel se ha mostrado ante ti, alguien que acompañó durante tantos años a mi esposa dándole cobijo y guía. Tómalo como un privilegio, no para exaltar tu orgullo, sino como una clara señal del otro plano que te invita a zambullirte en ese mar de conocimientos que supone el contacto con el lado espiritual de la realidad. Quiera Dios que este sea el inicio de una feliz amistad entre nosotros tres y no solo eso: que constituya también el punto de partida para que todos avancemos en nuestro camino de progreso.
—Sin duda, señor —confirmó la joven con una amplia sonrisa—. Esta charla debe servir como símbolo de nuestra buena disposición para adelantar en el conocimiento de esa otra dimensión que está aquí, junto a nosotros.
…continuará…
Interesante y Productivo conversatorio! Que bueno saberse acompañado de buenos espiritus! verlos, sentirlos! que pena que solo los he oido, sentirlos y percibir fragancias que me transmiten!! a veces si les he visto, pero solo cuando vienen a despedirse, pero no claramente! muy buen capitulo, muy nutritivo!
Gracias por tus ilustrativos comentarios, Mora. Que tengas un lindo fin de semana.
Oh! quanta felicidade nos corações! por tantos ensinamentos cristãos e no aprendizado da melhoria espiritual e na construção do mundo interior de Sonia
Confesso que aprendi muito com este capítulo fantástico.
Grato, Cidinha. Essas conversas entre gente afim e espiritual nos leva a boas aprendizagens. Beijos.