SONIA Y LEÓN (55) Compartiendo dos mundos

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—Bueno, Sonia, piénsalo bien, eso tendría su lógica. Según te dijo ese señor, su esposa había desarrollado un terrible cáncer de pecho a consecuencia del cual, había fallecido. Y encima, se le transmitió de forma invasiva en muy poco tiempo. De alguna manera, te identificaste con ella, incluso con su angustiosa dolencia.

—Sí, así lo noté yo. Al poco de acabar, estuve pensando en la lección que podía extraer de esa escena. Curiosamente, esos “muertos” piensan y sienten al igual que nosotros, por mucho que ya se hayan ido de este plano. Por eso, son capaces de transmitirnos sus sensaciones. Confieso que el testimonio de esa señora y el apreciarla tan cerca de mí, me dejó impactada. Imagina por un momento que tú tuvieses una terrible jaqueca…

—Oye, que yo me siento muy bien y no me gustan nada los dolores de cabeza.

—No seas burro, León. Se trata tan solo de un ejemplo. Como te iba diciendo, te aproximas a mí y conforme estás más y más cerca, yo empiezo a sentir en mi frente, en mis sienes, esas terribles punzadas, ese dolor tan agudo que produce cualquier jaqueca. Te puedo asegurar que, con otros síntomas, eso fue realmente lo que me sucedió al respecto de Trinidad.

—Veamos, tengo una pregunta para ti.

—Pues usted dirá, señor investigador…

—Además de esa impresión física compartida ¿qué más percibiste? Desde un punto de vista emocional, ¿también hubo una sensación de compartir el estado de ánimo de aquella presencia?

—Hmmm, interesante. Aparte de esa quemazón, también tengo conciencia de haber pasado por su malestar psíquico, por la angustia que creo que ella estaba viviendo en el instante de la comunicación con su antiguo esposo. Esto no se debía solo a la forma que había tenido de irse por el cáncer, sino que estaba asociado a la coyuntura presente… tan dura… tan extrema…

—Desde luego —afirmó el joven mientras que se rascaba la cabeza en actitud pensativa—. Considera un aspecto. Según me comentaste, esa mujer que había muerto se hallaba angustiada no solo por su enfermedad, sino también por lo ocurrido a su primogénito, por esa forma tan dramática que había tenido de abandonar la vida cuando se estrelló con el coche. Si fuera cierto, como alguna vez he oído, que los espíritus nos observan, ya te puedes hacer cargo del dolor de esa desesperada mujer. Por las razones que fuesen, ella había sido testigo de aquella tragedia, de la despedida brutal de la existencia por parte de su hijo. Se supone que para una madre, no puede haber algo peor que enterarse de que su niño mayor ha sufrido la desgracia de abandonar este mundo a esa edad y tras haber empotrado su vehículo contra un árbol, en medio de la noche y por una maldita apuesta. Trato de ponerme en la piel de esa señora y si es cierto que ella lo vio, está todo dicho. ¡Dios mío, debió ser horrible!

—No tengo ninguna duda, León. Conservo por dentro esa certeza, es decir, la del dolor por el que pasó Trinidad cuando se dio cuenta del fatal accidente de su Alberto. Te aseguro que yo misma compartí esa ansiedad. Durante los minutos que duró aquella comunicación entre la “muerta” y su marido, yo compartía su angustia, su nerviosismo. No hay palabras exactas que puedan describir ese fenómeno, pero fue así. Cómo me acordé luego del percance de mi padre, de su espantoso accidente, de la forma brutal que tuvo de irse, de cómo me dejó sola en el mundo, después de lo acontecido cuando a mi madre le atacó aquella terrible depresión.

—Sí, está claro que existen experiencias que activan otra clase de amargos recuerdos, como te pasó a ti. Y una cuestión, para mí, no menos importante. ¿Llegaste a contemplar a esa señora?

—Con mis ojos físicos, no. Con los ojos de mi alma, sí.

—Eh, Sonia, para un momento. No he entendido bien eso último que has dicho. ¿Qué distinción es esa que te acabas de inventar?

—Trataré de explicarme porque no es fácil. La vista física es la de siempre, la que utilizamos para mirarnos los unos a los otros. Sin embargo, digamos que existen unos “ojos espirituales” que van más allá y que funcionan de otra forma. De hecho, una vez que surgió la presencia de Trinidad, yo no abrí mis ojos en ningún momento hasta que ella se fue. Hmmm, creo que no te he convencido. Veamos, ¿tú precisas de tu vista para deleitarte con la escucha de una buena música?

—Pues claro que no. Para eso están los oídos.

—Lo que trato de decirte es que para mí, sentirla en aquellos instantes fue algo similar a estar observándola junto a mi lado. Aunque estuviese con los ojos cerrados, si tú me acariciases el rostro con tus manos, yo no necesitaría de la vista para experimentar esa sensación agradable. Algo parecido me ocurrió hoy a mí en el café. Ella se situó tan cerca que no precisaba verla, ya la estaba distinguiendo con ese sentido espiritual que todos tenemos. La percibí con absoluta claridad. En resumen, que a veces, no es indispensable la vista para “ver”. ¿Acaso no es lo mismo que sucede cuando sueñas? Estás dormido, con tus ojos bien cerrados, y sin embargo, puedes contemplar una serie de imágenes vívidas, incluso más reales que las del propio mundo material. A eso le llamo yo los ojos del alma.

—Vale, me hago a la idea de lo que intentas transmitirme. Pensándolo bien, lo acontecido hoy tampoco es tan anormal en ti. Lo que ha cambiado esta mañana, al experimentar ese fenómeno, no ha sido que traspasases las fronteras normales de tu mente, sino el cómo. Quizá existan formas de acceder a esa dimensión espiritual que desconocemos y que están vedadas a la mayoría de la gente, excepto a personas tan especiales como tú. ¿Qué opinas de eso?

…continuará…

4 comentarios en «SONIA Y LEÓN (55) Compartiendo dos mundos»

  1. Por supuesto que la historia de Sonia y Leon, es sumamente interesante, por el despliegue espiritual que nos va mostrando! Acceder a esa dimension espiritual…seran dones al humano? sera producto del trabajo de desarrollar virtudes? porque unos si, otros no? lo que si se, es que, ha de entrarse en un sopor,para experimentar ciertas cosas, lo digo por experiencia propia, que bueno que Sonia tiene a su pareja para apoyarse y compartir!e ir estudiando las cosas que le pasan a cada cual! jajaja a veces voy por ahi, o estoy haciendo algo y me pregunto..que habra pasado con carmen y su novio pajaro bravo? Sonia y Leon no piensan tener familia?..regresara el señor Rico a traer noticias de su hijoy el nieto que esta por venir? En mi pensamiento se han instalado!!!!

    1. La mediumnidad, como acto de servicio hacia los demás que en definitiva, es lo que es, constituye una gran prueba para el alma que debe luchar en todos los campos para progresar. Creo que hay muchos médiums que aún no tienen claro el sentido de esta misión. Abrazos y buen fin de semana, Samora.

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