SONIA Y LEÓN (10) Visiones

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—O sea, te refieres a conocer los motivos por los cuales esa extraña habilidad se ha desarrollado en ti —comentó León mientras que apuntaba con su índice derecho al corazón de la chica.

—Exactamente, eso es. Has dado con el quid de la cuestión.

—Entonces, por poner un poco de orden, primero surgieron en ti esos sueños premonitorios y luego, las visiones a través del contacto con los demás.

—Tú lo has dicho. ¿Ves? Ya empiezas a conocerme a toda velocidad. Quién sabe, tal vez y sin que te des cuenta, te esté contagiando mi capacidad de tanto hablar contigo…

—¿Cómo dices?

—Nada, León. Solo era una broma de una mujer algo desconcertada. Mira, los sueños reveladores me ocurren muy de vez en cuando, aunque resultan muy significativos, como el del accidente de mi padre. En cambio, esas visiones, como tú las has denominado, son más frecuentes, pero no en todos los casos. De hecho, a veces pasan semanas sin que tenga ninguna sensación de ese tipo. En otras ocasiones, se intensifican. No son regulares; yo diría que surgen cuando tienen que surgir. Por resumir, no poseo control sobre cuándo y en qué circunstancias aparecen.

—Lo que me quieres decir es que no te pasa con todas las personas con las que mantienes algún tipo de contacto.

—Eso es. En cualquier caso, te adelanto algo interesante: todas las personas ante las que se activa mi intuición, resultan importantes para mí.

—¿Importantes? ¿En qué sentido?

—Te lo explicaré claramente: se trata de sujetos a los que por una u otra razón, yo les puedo ayudar. Estoy convencida de ello.

—¿Ayudarles? ¿Cómo, Sonia?

—Depende. A veces, se trata de unos simples consejos que les doy. En otras, procuro escucharles con toda mi atención permitiendo que se desahoguen conmigo. Por decirlo con otras palabras: cuando hablo con esas personas, es como si me llegasen a la cabeza una serie de ideas que al transmitírselas, les sirven para aliviar o solucionar sus problemas.

—Vale, ahora lo entiendo mejor. Y una pregunta… ¿usas este cuarto de la trastienda del café para hablar con tus “clientes”?

—Depende de la ocasión. A veces sí, como me ha ocurrido contigo. Hay momentos en los que el local está con poca gente y entonces, puedo aprovechar para sentarme en la mesa con esos visitantes y comentarles lo que he sentido. O incluso en la barra, si es la ocasión idónea. De todas formas y aunque lo hayas recalcado muy bien, no son “clientes”. No cobro por esa actividad. Te digo esto porque yo no vendo consejos. Tampoco es una diversión o algo que haga para entretenerme; de hecho, me pongo muy seria cuando hablo con ellos. Eso sí, me lleva tiempo, porque escuchar no es una actividad que puedas despachar en un minuto y cuando me implico, me implico. Bueno, ¡es que siempre me implico! Algunos se hacen amigos, otros no vuelven a aparecer por el local, qué sé yo, hay de todo. Cada persona reacciona de un modo diferente, no podría establecer un patrón general.

—Entonces, tus visiones, ¿cuándo comenzaron realmente?

—Justo tras inaugurar este café, hace más de un año, o sea, después del accidente de mi padre. Quién sabe, quizá las tuviera desde antes a modo de intuiciones, pero yo no me daba cuenta. Se hizo patente con la entrada de las personas que acudían al local. Le he dado muchas vueltas a este asunto y probablemente, la mejor conclusión a la que he llegado es que fue empezar a trabajar aquí e iniciarse la manifestación de esa capacidad. ¿No te resulta curioso, León?

—No lo sé con seguridad, pero puede que tengas razón. Fíjate bien. Inauguras un café en el que el trato directo con el público es fundamental. Y a raíz de ese hecho, se revela en ti esa habilidad. Y digo yo: ¿esas imágenes que se te aparecen son relativas al pasado, al presente o al futuro de la gente?

—Es que hay todo tipo de revelaciones y relativas a episodios temporales diferentes. No podría precisar cuál de ellas prevalece, la verdad.

—Ya. Imagina que se trata de una visión del futuro. En ese caso ¿le comentas a la persona lo que le va a ocurrir tal y como lo sentiste cuando el sueño de tu padre?

—Es una buena pregunta y se trata de un tema muy delicado. Creo que lo pude experimentar justamente cuando soñé con Gabriel. Gracias a eso y para no llevarme más disgustos, aprendí a ser prudente. Yo no puedo escoger el pasaje de la vida del individuo que tengo delante. Surge lo que surge. Es una gran responsabilidad y gracias a Dios, me dejo llevar por el sentido común. Cuando percibo algo de lo que va a suceder, muchas veces me callo o en todo caso, envuelvo mi mensaje en simbolismos o lo reflejo como una potencialidad que puede o no convertirse en acto. Se trata de una forma delicada que uso para con el otro, una manera de decirle que si sigue un camino puede llegar a una meta distinta que si recorre otro trayecto o no hace nada. León, es importante que me entiendas, porque te estoy siendo totalmente sincera, porque te he abierto mi corazón para que alcances mi mayor secreto. Y eso no lo hago con cualquiera que entre por aquí, como ya comprenderás.

—Gracias por tu confianza. En fin, esto me suena a una especie de pitonisa que en este caso, no cobra por sus servicios.

…continuará…

4 comentarios en «SONIA Y LEÓN (10) Visiones»

    1. Me alegro mucho que tu experiencia sea parecida a la de la protagonista. Vamos a ver cómo se desarrollan los siguientes capítulos. Un fuerte abrazo, Mora.

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