LA MUJER DEL VELO (I)

Uma fábula em duas partes e duas partes de amor para compartilhar com aqueles que buscam…

 

Una fábula en dos partes y dos partes de amor para compartir con aquellos que buscan…

 

Fotos de Marie Hochhaus © 2012

 

LA MUJER  DEL  VELO

 

Un velo me separa de ti

de diamante o de seda es

alguien lo dispuso ante tus ojos

ni besos, caricias o flores,

ni siquiera mi espada puede atravesarlo

Acudí a magos y pitonisas

a sabios y reyes, a épicos héroes,

mas ninguno me supo decir

cómo cruzar la delicadeza del velo

para alcanzar tu silueta de efigie

Elevé a los cielos un soneto memorable

escribí inspirado una excelsa partitura

pero cada vez que me acercaba a tu difusa figura

miles de espejos fragmentaban tu imagen

impidiéndome distinguir  la unidad de tu semblante

Confuso y desesperado, de gesto macilento

al fin desistí y caminé para llegar al hogar

cuando en mitad del viaje, una mendiga

que no cumplía más de diez primaveras

me llamó y me pidió pan con mueca de rabia

No me molestó su ademán de desagrado

vi unos ojos hermosos y harapos que la envolvían

le di trigo para un año y mi gruesa capa

pues se rumoreaba que el invierno vendría

y que el hambre haría estragos en las calles

Tal era su adulta seriedad que sonreí

ante lo impropio de su gesto y de su edad

porque hasta los indigentes te sorprenden

cuando anhelan calmar el ruido de sus tripas

o vislumbran que pueden morir de frío

De repente, un pellizco despertó mi conciencia

sentí flotar mi cuerpo y aflojadas mis carnes

miles de lotos se posaron sobre mi cabeza

un olor a libertad creció en mi nariz

mientras la voz de la pequeña mendiga se dejó
oír…

 
 

—¿Eres tú el guerrero-poeta que busca a la mujer del velo?

—Sí, yo soy. Hasta mi vida daría por contemplarla, besarla o conversar con ella.

—¿De veras? ¿Acaso conservarías tu virginidad de caballero por conocerla?

—Claro que sí. Ni sabios ni monarcas me saben responder. ¿Quizás una niña como tú tenga respuesta para el enigma?

—Por tu desprendido gesto, te contestaré. No solo me diste lo que te pedí sino el doble de lo acordado. La generosidad nunca queda sin pago.

—Háblame pues de este dilema por el que no duermo desde que la noche me negó su amparo.

—La existencia tiene sus ritmos, amigo. Solo abrazabas la luz del día, renunciando al silencio de la madrugada.

—Entonces ¿me aconsejas que me acueste y me libere?

—Debes soñar hasta comprender cosas para las que solo las estrellas albergan respuestas. El viento no penetra en puertas cerradas, simplemente se marcha hasta que halla otra oquedad. Cuando te has quitado la capa has abandonado el peso del ritual que te impide crecer, hombre diestro. Te conviene comer y escribir con la mano izquierda. Poeta, rasga tu piel y recupera tu alma de niño.

—De modo que si duermo… ¿podré conocer a la mujer del velo?

—Solo soñando entenderás que no existe mujer tras el velo sino una vieja aspiración que mora en los suburbios de tu mente: la búsqueda de la verdad.

—Por tanto, niña, esa mujer no posee rostro, sino que se trata de una idea por la que suspiro desde que la razón me arrancó el corazón.

—No te pierdas en palabrería. Solo lo que está desnudo se muestra en su pureza. Ahora estás hablando conmigo, forastero. La excelsa dama no atendió tu música, tus sonetos ni tus cartas. La próxima vez que me encuentre contigo, no te pediré nada, tan solo deberás mirarme e intuir lo que necesito. Si sales victorioso de la prueba, ella te mostrará su alma y el velo desaparecerá.

…continuará…

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