ORACIÓN DE ANA POR NAVIDAD

“La Navidad no tiene dueño, pero sobre todo,
pertenece a los niños…”

¡Buenas noches, Jesús!

Soy Ana, la niña del nombre de tres letras. Sabes que hablo contigo todos los días, pero cuando llega esta noche, siempre es especial. ¡Cómo me encanta mirar por la ventana desde la cama de mi habitación y al ver el horizonte, sentirte junto a mí! Claro, es que llevas años haciendo lo mismo: apareces de repente, me acaricias el pelo con tu mano para que me entre sueño, me das un beso y luego te despides hasta el día siguiente. Da igual que llueva o que sople el viento, que haga calor o frío, aunque yo prefiero las noches claras para ver bien todas esas estrellas que brillan en el cielo, ese lugar sin puertas donde vives y del que bajas para abrazarme a la misma hora antes de acostarme.

Querido Jesús, hoy es un día muy especial porque se celebra tu cumpleaños. Te deseo mucha felicidad, lo mismo que me cantan a mí cuando apago las velas en mi fiesta, aunque no tengo en mi cama tarta ni pasteles que ofrecerte. Poco puedo pedirte para mí, porque sabes que estoy bien con lo que tengo. Dicen que eres muy generoso y que si te hablo desde el corazón, tú das aquello que se te pide. Mira, me siento contenta con mis padres porque me aman, con la casa en la que vivo y también con mi hermano pequeño, al que cuido como tú cuidas de mí. Como durante el año me porto bien y quiero ser buena con todas las personas, sé que me van a hacer regalos esta Navidad. En cuanto los tenga, te los enseñaré para que te pongas alegre y me sonrías al verlos.

Tengo muchos amigos en la escuela. La profesora es dulce y simpática con nosotros, que somos, como ella dice, sus queridos alumnos. Ella sabe mucho de todo y siempre explica las cosas con una sonrisa en la boca. Me han dicho que tú eres el hombre más sabio del mundo, por eso me imagino que las maestras, como nos enseñan cosas como tú haces con los niños, te deben caer muy bien.

Ya sé que eres un hombre muy ocupado pero como es tu cumpleaños, te pido por favor hablar contigo hoy un poco más de tiempo. He oído a la gente comentar que esta noche vuelves a ser niño, que es como si fueras a nacer de nuevo en todas las casas. Por eso, en un día que para ti debe ser muy importante, habla con los mayores para que te escuchen como yo siempre hago contigo.

Jesús, dicen que hay niños que sufren mucho porque viven en medio de guerras. ¿Puedes decirles a esos hombres que matan que piensen en sus hijos pequeños y en los hijos de sus amigos? Creo que si antes de disparar se acordaran de esos niños, esos guerreros dejarían de luchar y tal vez hasta se darían sus manos para hacer las paces. Seguro que cuando te vean todo vestido de blanco, tirarán sus armas al suelo y se abrazarán.

Jesús, dicen que hay niños que pasan hambre. Si yo puedo comer lo que quiero ¿por qué hay otros que no? ¿Puedes decirles a los mayores que siembren más campos, planten más árboles con frutas y que hagan más pan a diario? De verdad, no quiero que haya niños a los que les duela la barriga por irse a la cama sin cenar o que se despierten llorando cada mañana porque saben que no van a desayunar.

Jesús, también me han dicho que hay niños que mueren muy pequeños porque no tienen medicinas o porque donde viven no hay médicos que les puedan atender. Te pido para que los mayores inventen nuevas medicinas que curen esas enfermedades y para que hables con los adultos, para que estudien y muchos puedan ser doctores.

Jesús, mi madre me dice que no me olvide de dar gracias a Dios porque puedo ir a la escuela todos los días. Creo que mi mamá me está explicando que debe haber muchos niños que no pueden estudiar, ni aprender a leer o escribir porque ni siquiera tienen escuelas. ¿Puedes hablar con los mayores para que busquen ladrillos y construyan escuelas con mesas, sillas y lápices para pintar? ¡Cómo me gustaría que muchos adultos se hicieran maestros para enseñar a todos los niños y que estos pudieran tener su libro favorito lleno de dibujos y palabras!

¡Ay, Jesús! Te prometo que esto es lo último. Tú sabes que me encanta jugar porque me lo paso bien. Me gustaría que le regalaras a cada niño del mundo aunque solo fuera un juguete con el que disfrutar. Tú me conoces y no quiero

tener tantos. Mira, seguro que a mí y mis amigos no nos importaría que cogieras todos esos que no necesitamos y los repartieras entre los que se sienten tristes porque es Navidad y no tienen con qué jugar. Es tu cumpleaños y lo mejor sería que todos los niños nos divirtiéramos mucho pensando en tu magia y porque también estamos de vacaciones.

¡Bueno, ya he terminado!

Verás, es que me está entrando mucho sueño…

Me voy a dormir porque hoy mis papás me han dejado acostarme más tarde; pero antes de que se me cierren los ojos, acuérdate y dale un beso a mi hermanito como haces conmigo cada noche.

Déjame poner mi cabeza en tu hombro.

Mañana volveremos a vernos, pero menos tiempo, para que puedas estar con otros niños que seguro que tienen que contarte tantas cosas como yo.

Qué cansado debes sentirte al ir casa a casa buscándonos a todos… pero como dicen que tienes un corazón tan grande… pues seguro que te sobra amor para dárselo al resto de los niños.

Dicen los mayores que hoy te conviertes en un bebé que duerme en una cuna de paja.

¿Sabes una cosa? Yo no les creo… ¡esos son muñecos desnudos de un niño con un pañal! Desde la primera vez que te vi siempre fuiste tan grande como mi papá aunque sin traje, claro. Así está bien, tal y como eres, porque los bebés solo lloran y no escuchan, pero yo sé que tú me oyes y siempre estás conmigo.

¡Feliz cumpleaños, Jesús!

2015 © José Manuel Fernández

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