AYLAN y la playa del nunca jamás

AYLAN Y LA PLAYA DEL NUNCA JAMÁS
 
Dios mío, si no fuera porque creo en ti
hoy hubiera preferido no despertar
para no viajar con mi mente de pesadilla
a la playa del nunca jamás
 
Aylan, mi hermano ¿qué puedo decirte?
Solo puedo imaginar, fundirte en un abrazo
clamar en soledad para que tu sonrisa inocente
haya sido correspondida por manos amorosas
 
Tu pequeña cabeza le ha tomado el pulso
a la ensangrentada tierra donde vivimos
has querido escuchar el latido de nuestros corazones
antes de proferir un sentido ¡hasta luego!
 
Aylan, tus ojos morados han llorado por nosotros
tu nariz aplastada ha respirado nuestras vergüenzas
que hasta tus manos miraban al firmamento
suplicando una respuesta por tu abnegación
 
Ay, tu piel salada ahora, Nemo sin dibujos animados
tu ropa encogida por el zarandeo de las olas, tu pecho húmedo
inundado de ruindad ajena, rodillas de pan arrugado
tus delicados pies de algodón con sabor a almíbar
 
Aylan ¿dónde apunta tu mirada infinita y silenciosa?
Eres el símbolo de tantas ilusiones oprimidas
aquí y allí, en desiertos y praderas, universales y anónimas
hoy tu melodía callada ha raído nuestras conciencias
 
Tu imagen en la orilla horadó el alma de los justos
ablandó la médula de aquellos ciegos que afirman ver
hizo gritar a los mudos de sentimientos
despertó a los que duermen en sus miserias
 
Un oculto destino te eligió como mártir con causa
tu silente inmolación no yacerá en vano
tus sueños de niño, tu infantilidad segada
será bandera que ondee en tiempos futuros
 
Aylan, hermano, enjuga nuestras lágrimas
donde estés, compadece nuestra penuria emocional
ruega al cielo para que nuestros pensamientos
postren su orgullo de vana indiferencia
 
Amigo, cómo enaltezco tu espíritu
esta mañana sin dueño e ignorada
con tu renuncia salvaste miles de vidas
que hallarán en tu semblante el guiño a la esperanza
 
Sin tribunas de oradores, sin altavoces
que amplifiquen tu voz ahora dormida
has consumado en la retina de la humanidad
el ideal de morir por vivir para siempre
 
Aylan, gracias por tu incalculable gesto
ya no resta agua donde lavar tantas manos
tu último suspiro tragando sal
será cosecha de purificación venidera
2015 © José Manuel Fernández
 
 
 

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